• Por Jorge Torres Romero

A un sector de la oposición y el 80 % de la prensa les encanta hacer conjeturas. Tanto es el nivel de imagina­ción y la capacidad de “atar cabos” para lanzar conclu­siones apresuradas sin el más mínimo rigor. Todo ello con un solo propósito: instalar la duda, sembrar la discordia para perjudicar al enemigo político de turno sin medir las consecuencias.

Llegaron al punto de afirmar que el plan “Hambre cero en las escuelas” tenía como propósito instalar las siglas HC (Hambre Cero) o que el reclamo de los intendentes por mayor presupuesto tenía como fin la reelección con la excusa de modificar la distri­bución del impuesto inmo­biliario.

Ya que ingresamos en este peligroso mar de conjeturas me atrevo a sumergir en él con estos elementos.

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Según registros de la Direc­ción de Migraciones, José Luis Torales, funcionario de la Contraloría, comisionado a pedido de la senadora Kat­tya González a la bancada del Encuentro Nacional, rea­lizó un fugaz viaje a Colom­bia entre el 11 al 16 de agosto de 2023. La senadora Gonzá­lez firmó un documento en el que justifica la presencia de su funcionario para que el mismo perciba la totalidad de sus haberes.

La legisladora debe aclarar qué fue a hacer su funcionario a Colombia, si estaba de vaca­ciones o no, y si efectivamente le asignaron una misión que guarda relación con su activi­dad laboral. Si estaba de vaca­ciones, le liquida a la senadora haber firmado para que su funcionario cobre su salario como si estuviera trabajando en la oficina; y si fue por tra­bajo, debe explicar para qué fue a Colombia.

Hasta ahora nadie sabe la misión de Torales a Colom­bia y, hablando de conjeturas, llamativamente 15 días después, el 6 de octubre de 2023 se dio la declaración del testigo estrella de la Fiscalía colombiana en el caso de la investigación del crimen de Marcelo Pecci en la que Luis Correa Galeano introduce misteriosamente el nombre de Horacio Cartes.

Antes que se discuta la pér­dida de investidura de la sena­dora González, con sobrados elementos que la exponen de haber cometido tráfico de influencias, según constan en las 73 páginas del libelo acusatorio, repentinamente vuelve a escena el embajador de los EE. UU., Marc Ostfield, en una ataque de preocupa­ción por la democracia repre­sentativa, cuando nunca se habían pronunciado por las pérdidas de investiduras exprés llevadas adelante por el Congreso anterior.

Justo en este caso expresa preocupación el embajador del país que tiene estrecho vínculo de trabajo con los fiscales colombianos y que anuncian protección a los tes­tigos del caso Pecci. Díganme si esta es mera casualidad o no existe detrás una per­fecta estrategia que ahora se va dilucidando con la expo­sición de hechos que se les escapa del control. Conje­turas peligrosas que mere­cen un minuto de atención. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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