• Por Josías Enciso Romero

La desesperación, la angustia, ante la inminencia de perder aquello que se persigue desesperadamente, empuja a los hombres a desbarrancarse. A trasponer los límites de la racionalidad y la cordura. El equilibrio se vuelve inestable. El norte se muestra esquivo. La brújula se deschaveta. La cuestión es intentar ganar a cualquier costo. Aunque se repitan los horrores de un pasado ominoso en que los gobernantes eran los dueños de vida y hacienda. Propietarios de las instituciones públicas que manejaban como despensa familiar.

La Constitución Nacional era de utilidad solo en el retrete. Imperaba la ley del más fuerte. Del que tenía el poder discrecional y arbitrario para someter a su propio pueblo. Años de humillación y de servilismo según la línea de la historia en que uno se encontraba. De torturas y asesinatos por un lado y de los groseros y miserables privilegios por el otro. Los herederos de estos últimos hoy están en el Palacio de López y sus alrededores. El hedor de la dictadura es inconfundible. El pastoso aliento de los inescrupulosos los une. Cuadrados de toda cuadratura oscilan entre la ignorancia y la perversidad. Son de los políticos que deshonran la política. Aquellos que nunca debieron abandonar su hábitat natural de vivir en la floresta. En el proceso de hominización apenas superaron la etapa del homo erectus, pero nunca pudieron subir al escalón del homo sapiens. Un último ejemplo, aunque no el único, del troglodita criollo es el senador Juan Afara. Los cinco años que estuvo de vicepresidente de la República (2013-2018) fueron una oportunidad perdida para lustrar su intelecto e ingresar al mundo de la civilización. No hubo caso.

En la década de 1930 teníamos un militar de gran estatura que fue muy bueno en la guerra, pero poco afortunado en la política, me comentó mi vecino, don Cecilio, que no sabe todo, pero sabe mucho. Le faltaba carácter y le sobraba un temperamento indeciso, añadió. Le llamaron por eso “general mil pesos”. El peso era nuestro signo monetario antes de que cambiara su denominación a guaraní en 1944. Sonaba grande, mas no servía para nada por su constante devaluación. Para que vean que el tiempo, en nuestro país, avanza a ritmo del antiguo tren de trocha angosta, allá por 1911 (otro aporte de don Cecilio), ahora tenemos a un “senador mil pesos”, Juan Afara, que quiere volver a la Cámara Alta. Anodino e insípido como la dupla que respalda, la de Arnoldo Wiens y Juan Manuel Brunetti, en un reciente discurso atentó en contra del buen gusto, el buen decir y el sentido común. Sin más preámbulos, vamos a los hechos.

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Días atrás, durante un encuentro realizado en la localidad de Itacurubí del Rosario, se fue todito. Como si estuviera en la época de los jerarcas tribales (incluso ellos tenían sus códigos). Con gestos grandilocuentes y pontificando como jefe cavernícola se despachó contra los ministros del presidente Mario Abdo Benítez. Por supuesto, cuidándose de no regañar al cuidador de la pocilga. “En la próxima reunión quiero ver la cara de los ministros. Ellos están por el Partido Colorado en sus cargos. No es porque ellos sean técnicos, no es porque ellos sean lo máximo. No es así, señores”. Y, para ser sinceros, muchos de estos altos funcionarios pertenecen al Partido Democrático Progresista (PDP), mediante un tácito acuerdo entre el presidente y la senadora consorte del poder político, Desirée Masi. Un acuerdo tácito de impunidad, pues ocupan puestos clave en la estructura de control de los actos del Poder Ejecutivo. Hasta hoy no hubo una sola denuncia. Como dirían los cuadernos de los policías yma: “Sin novedad”.

Y esto que van a leer es real, tan real como el video de donde extrajimos este discurso: “Ellos tienen que estar al lado de Arnoldo, porque Arnoldo es nuestro representante, Arnoldo está representando a Mario Abdo Benítez, y tienen (los ministros) que poner su cara, salir a ayudar, y no tienen que estar aquí arriba (en el escenario), tienen que estar entre ustedes, lo mitã, porque ellos son secretarios de Estado, secretarios del Partido Colorado”. La absoluta incapacidad de pensar lógicamente le hace decir al “senador mil pesos” que los ministros deben estar mezclados entre la multitud, pero que ellos, los precandidatos a cargos de representación, deben estar arriba, como seres superiores. Y como si fuera poca tanta estulticia, escuchamos esto: “Ellos son secretarios del Partido Colorado”. Hemos esperado prudencialmente que los opositores, especialmente la propietaria del PDP, se pronunciaran al respecto. Pero como existe un guiño traidor por parte del oficialismo para empujar al Partido Colorado a la llanura, nadie dice nada. Me refiero a los akã guasu de la Concertación Nacional. El más entusiasta es Óscar “Nicadrón” Duarte “Bruto”, quien sueña con tener un compañero en el podio de “mariscal de la derrota”. El crimen que se organizó dentro del propio Gobierno pudrió todo. Y el pueblo es consciente de eso. Se viene un cha-cha de aquellos el próximo 18 de diciembre.

El pastoso aliento de los inescrupulosos los une. Cuadrados de toda cuadratura oscilan entre la ignorancia y la perversidad. Son de los políticos que deshonran la política.

Pero como existe un guiño traidor por parte del oficialismo para empujar al Partido Colorado a la llanura, nadie dice nada. Me refiero a los akã guasu de la Concertación Nacional.

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