Primero fue la serie de ataques verbales del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, contra una periodista a cargo de la cobertura presidencial e igualmente contra periodistas de este grupo de medios que cubren el Congreso.

Este miércoles, se sumó “Marito” al endilgar a la redacción de este diario la condición de “pocilga” por criticar su actitud entreguista al remitir gasoil a mejores precios a los camioneros de Bolivia y negarlo a los paraguayos.

El presidente Mario Abdo Benítez, hijo de un jerarca de la dictadura, heredero de la fama y la fortuna de los que robaron, torturaron y mataron a cuenta del régimen autoritario de Alfredo Stroessner, reinvindicó una herramienta muy usual en aquellos tiempos, como cuando el íntimo aliado de su padre y exministro del Interior, Sabino Montanaro, descalificaba a medios por su crítica al poder.

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La crítica a los medios es una condición indispensable para el fortalecimiento del sistema de la libertad de prensa, pero cuando ella deviene de un funcionario, peor aún en condición de ser presidente de la República, y se origina en la intención de evitar que se lo critique por un hecho lamentable como lo sucedido en Petropar, es a todas luces un ataque a la libertad de expresión.

Abdo Benítez, que bebió del biberón de la dictatura, reaccionó en esta línea, atacando a un grupo de medios por la crítica a la gestión gubernamental, como lo hacía su venerado dictador.

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