• Por Josías Enciso Romero

La República está en deuda con el Tribu­nal Electoral del Par­tido Colorado (TEP). La sociedad, en general, ensi­mismada en las urgencias por sobrevivir, de poner un plato de comida sobre la mesa, ni se dio por enterada de ese invaluable servicio a favor de la paz. Algunos se percataron del hecho, pero prefirieron obviarlo, como si nada, por egoístas y envi­diosos. Otros, muy pocos, como es nuestro caso, no podemos dejar pasar por alto un conflicto que pudo haber terminado en tra­gedia. En una revolución. En una guerra doblemente fratricida: por paraguayos y exclusivamente entre colo­rados. Pudo haber habido unos cuantos infiltrados. Uno nunca sabe. Los ñekua, como jagua salida, nunca faltan. Si no creen, pregún­tenle a Marito Abdo, quien en pleno discurso fue inte­rrumpido por dos perros que se trenzaron a dentelladas. Metáfora que le dicen. Feliz­mente, el órgano juzgador de la Asociación Nacional Republicana resolvió que Arnoldo Wiens inscribiera su precandidatura fuera de los plazos del cronograma electoral, para suplantar al renunciante Hugo Veláz­quez. Y la violencia que anunciaba el invicto “maris­cal de la derrota”, Nicanor Duarte Frutos, no encon­tró terreno para el sembra­dío. Anuncio que ya venía acompañado, por si acaso, de fertilizantes en bolsas de disparates, delirios y para­logismos. Claro, todo expli­cado en tono señorial, como quien está fuertemente tranquilizado.

Supongamos que el Tribu­nal Electoral Partidario haya resuelto en contrario. Rechazando la inscripción del ex ministro “pasarela”, un adefesio en homenaje a la corrupción. Nos imaginamos a las huestes arma­das de Fuerza Republicana arengadas por el “maris­cal” desde su habitual lugar de combate: debajo de la cama. Ahí estuvo en el glorioso “Marzo Para­guayo”. De ahí no se movió en marzo del 2017. Eso sí, impecablemente enfun­dado en su “para para’i” o ropa de camuflaje, con la que solía viajar a su estancia del Chaco, según sus acompa­ñantes, y con la boina que le regaló Fidel (Castro), según sus primeras decla­raciones, porque después dijo que el propio Chávez (Hugo) se sacó de su cabeza (no la cabeza) y le puso sobre la suya. Con el tiempo, los nombres del o la donante de la boina fueron cambiando de acuerdo con su estado de ánimo y el nivel de los invi­tados.­

No queremos ni pensar lo que hubiera ocurrido si se cumplían las predicciones del virrey de Yacyretá: “Los que pretenden mutilar la participación política esta­rían sembrando las semillas de la violencia”. Ya estamos viendo a los tiradores apos­tados en las azoteas, en la “Pasarela de Oro”, detrás de las columnas y agazapados sobre el césped de las plazas y parques con fuego cruzado entre ambos bandos. Como aquel fatídico 2 de julio de 1908, cuando el coronel Albino Jara arremete con­tra el presidente de la Repú­blica, Benigno Ferreira, y a quien, finalmente logra derrocar después de tres días de combate. Los muer­tos se amontonaban en las calles, hinchándose bajo el sol y despidiendo un fétido olor, pero nadie se animaba a recogerlos por temor a recibir un balazo. El intré­pido intelectual español, Rafael Barrett, desengan­chó un carro que estaba atado a un caballo muerto (según otros historiadores, el animal era un antepasado de Marito) y se puso a apilo­nar los cadáveres en la carreta que él iba estirando. Por suerte, el Tribunal Elec­toral Partidario evitó que el dantesco vaticinio de “Nicadrón” se hiciera rea­lidad.

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Lo raro es que “el maris­cal” Duarte Frutos hable de “mutilar la participa­ción”, cuando que aquel 15 de enero del 2011 envió (él no apareció, como de cos­tumbre) a su turba para tratar de impedir que el estatuto partidario fuera modificado y así disminuir los años de antigüedad para candidatarse a cualquier cargo electoral en representación de la ANR. A toda costa pretendía evitar que el líder del movimiento Honor Colorado, Horacio Cartes, pudiera competir. Mediante eso, los colora­dos volvieron al poder en cinco años. Claro, una vez en el Gobierno, el primer beneficiado fue el “maris­cal”, nombrado embajador en Buenos Aires, donde justificó plenamente su máxima graduación de “mariscal alambique”. Experto en “mutilaciones” al no poder llevar la represa de Yacyretá a su casa, deci­dió repartirla entre fami­liares directos, parientes políticos, amigos y compin­ches. A cada uno, un peda­cito de concreto.

Para el diario que forjó su imperio bajo la sombra de una siniestra dictadura, “el tribunal electoral car­tista decide hoy la postu­lación de Arnoldo Wiens” (18 de setiembre del 2022). Naturalmente, como es costumbre, el periódico de la “Faraona”, cuando se resolvió la inscripción del ex ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, ya no con­tinuó con el hilo de la publi­cación. Lo lógico hubiera sido un título similar: “Tri­bunal electoral cartista admitió la inscripción de Arnoldo Wiens”. Es más, la grosera sobrefacturación de la “Pasarela Wiens”, denun­ciada durante meses por Abc Color, ya quedó sepultada en el más senil olvido. Ser can­didato del oficialismo es la llave que abre las puertas de la impunidad para las cadenas Zuccolillo-Vierci. Y de las grandes y memora­bles entrevistas, como las que disfrutamos este fin de semana y que, de ser posible, reproduciremos en capítu­los. ¡Imperdible!

Ahora que Marito y el “mariscal pastelito”, al pare­cer, visitarán el Vaticano, sería interesante que el papa Francisco ordenara a sus guardias suizos estar más atentos que nunca. En cual­quier momento estos bárba­ros podrían mutilar hasta “La Pietà” de Miguel Ángel con tal de traer un trozo de mármol de recuerdo. Será difícil abandonar la clepto­cracia. Así se avizora.

Nos imaginamos a las huestes armadas de Fuerza Republicana arengadas por el “mariscal” desde su habitual lugar de combate: debajo de la cama.

La grosera sobrefacturación de la “Pasarela Wiens”, denunciada durante meses por Abc Color, ya quedó sepultada en el más senil olvido.

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