• Por Josías Enciso Romero

Hoy continúa el grotesco espectáculo en la Cámara de Diputados en procura de aprobar el libelo acusatorio en contra de la máxima autoridad del Ministerio Público, Sandra Quiñónez. Un juicio exclusivamente político, sin ninguna base jurídica. Con fiscales como Kattya González, del Partido Encuentro Nacional (PEN); Celeste Amarilla, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), y el dúo Sebastián, García y Villarejo, del Partido Patria Querida (PPQ), quienes vinieron a confirmar que la mediocridad que ellos mismos endilgan con sistemática insistencia a sus colegas colorados tiene categoría universal en la Cámara Baja. Superficiales y frívolos, sus discursos no superan la medianía. Y estamos siendo generosos. Sus bancas son apenas una tarima para levantar bandera dentro de la Concertación Nacional opositora, tratando de posicionarse con miras a las elecciones generales del 30 de abril del 2023. Coinciden, no obstante, con los legisladores progubernistas en que el enemigo a destruir es Horacio Cartes. Piensan que ese es el camino para debilitar a Santiago Peña. El hombre que puede garantizar la continuidad del Partido Colorado en el poder. Entonces, ahí apuestan todas sus fichas. Y en esa componenda, el oficialismo es cómplice complaciente.

Según Luis Agüero Wagner, la Concertación Nacional tuvo la virtud de dar visibilidad al presidente del Partido Revolucionario Febrerista (PRF), Guillermo Ferreiro, quien se pasa intimando “democráticamente” a todos aquellos legisladores integrantes de la Concertación Nacional que no votan a favor del juicio político, sabiendo, como abogado, que la Constitución prohíbe el mandato imperativo a los diputados y senadores. Pero este espejismo de la fama tiene sus razones. Eso lo decimos nosotros. Es representante legal de su primo Mario Aníbal Ferreiro Sanabria, ex intendente de Asunción, quien deberá presentarse ante la Justicia el próximo mes de setiembre, con la Fiscalía como acusadora. ¡Qué oportuno sería tener unos fiscales a la medida para ese juicio oral y público que irá del 6 al 9 del mes próximo!

Fue el dramaturgo estadounidense Edward Albee quien inmortalizó a la escritora británica –cuyo valor literario la crítica puso en entredicho– con su obra, también inmortal: “¿Quién le teme a Virginia Wolf?”. El movimiento feminista mundial la tiene como una de sus más emblemáticas abanderadas. Aunque Anthony Burgess, autor de “La naranja mecánica”, la define como alguien que “convirtió a la novela en un hobby refinado para damas”, y nada más, el nombre de Virginia Wolf quedó inscrito en la historia a partir de la película del mismo nombre de Mike Nichols, quien, un año después, filmaría su clásico “El graduado”. Más que sus libros, una frase sobrevivió de ella: “Lo que una mujer necesita para escribir es dinero y un cuarto propio”. Es la mujer que puede prescindir de los trabajos domésticos para asumir su independencia de criterios y definir su propio camino.

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No sé por qué tuve un sentimiento de comparación con la actual fiscal general del Estado, Sandra Quiñónez, quien hoy es la víctima propiciatoria en el hambriento deseo, tanto del gobierno de Mario Abdo Benítez como de un amplio sector de la oposición (no todos), de empujar a la banquina a los referentes del movimiento Honor Colorado. Como van ganando por varios cuerpos, sin posibilidades de que sus adversarios internos de la Asociación Nacional Republicana (ANR) puedan acercarse siquiera al pescuezo, apelan al último recurso de la descalificación previa. Que, por otro lado, sirve para evidenciar la desastrosa campaña del oficialismo marioabdista. Fiel reflejo de la gestión, igualmente desastrosa, de quienes tienen la responsabilidad de administrar los bienes públicos.

En cuanto al título de la obra teatral, solo variaríamos el pronombre “quién” por el “por qué”. Pondríamos algo así como “¿Por qué le tienen miedo a Sandra Quiñónez?”. La respuesta es muy sencilla. Tiene dos direcciones. En primer lugar, quieren utilizar al Ministerio Público como un garrote cavernícola en contra de Horacio Cartes y, consecuentemente, contra Santiago Peña. Producto de la orfandad popular. Falta de gente, falta de credibilidad y falta de escrúpulos. Por el otro, y esto queda cada vez más claro que agua de lluvia matutina: quieren un fiscal general afín para que pueda protegerlos como paraguas cuando llegue el momento de tener que responder por sus crímenes de lesa humanidad. Dejaron morir, hasta el momento, a casi 19.300 pacientes del covid-19 por la canallada de preferir engrosar sus bolsillos, mientras faltaban camas para terapia, medicamentos, insumos y oxígeno para los enfermos. Robaron en plena pandemia, en nombre de la pandemia. No tendrán perdón de los hombres ni de Dios. Ni perdón ni olvido. El 15 de agosto del 2023 es la fecha clave para poner fin a la impunidad.

¿Por qué le temen a Sandra Quiñónez? Habría que preguntarle a Mario Abdo Benítez, a Hugo Velázquez, a Nicanor Duarte Frutos, a Mauricio Espínola y, ya que estamos en tren de preguntas, a la senadora saliente Desirée Masi, cuyo marido, Rafael Filizzola, volverá muy pronto a los estrados judiciales por algunas distracciones de grueso calibre cuando estuvo al frente del Ministerio del Interior. La Cámara de Apelaciones anuló su blanqueo y, con ello, se volvió para él negra la morcilla. Y, por lo tanto, a falta de recurso procesal viable, no existe otra estrategia política que la ya conocida “vamos a putear en contra de Horacio Cartes”. Pero muchos gatos y gatas van a seguir maullando todavía sobre el tejado de zinc cada vez más caliente. Tan caliente como el juicio a los corruptos del gobierno actual. Por ahí se responde a la pregunta: “¿Por qué le temen a Sandra Quiñónez?”.

Robaron en plena pandemia, en nombre de la pandemia. No tendrán perdón de los hombres ni de Dios. Ni perdón ni olvido. El 15 de agosto del 2023 es la fecha clave para poner fin a la impunidad.

Piensan que ese es el camino para debilitar a Santiago Peña. El hombre que puede garantizar la continuidad del Partido Colorado en el poder. Entonces, ahí apuestan todas sus fichas.

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