Las campañas no se ganan con entrevistas amigables en medios amigos, conveniente y generosamente pautados para el efecto. Tampoco se ganan con videítos hiperactuados colgados en redes sociales. Las campañas electorales se ganan con ciencia y estrategia. Con frialdad en el análisis, desapasionado para minimizar márgenes de error. Donde sí se debe ser apasionado es en la ejecución de ideales, de las convicciones y por supuesto en la movilización organizada mediante el llamado a las emociones, aquellas que solo los sueños y aspiraciones pueden lograr.
Unas elecciones se ganan anteponiendo elegir un lugar en la historia del país, en la vida del pueblo. No se ganan eligiendo ser una simple foto en el diario de mañana, o con dos minutos en televisión, mucho menos consiguiendo retuits o votos en una encuestita con bots comprados a call centers de Vietnam y Senegal.
El gobierno y sus candidatos han caído en un profundo pozo de desesperación y angustia. Las más nuevas mediciones muestran que los candidatos de Honor Colorado llegan a cuadruplicar a los del oficialismo a nivel nacional. Si se toman las encuestas departamentales las proporciones se mantienen inalterables desde octubre del año pasado. ¿Cómo respuesta? Ha desatado una campaña de relaciones públicas y marketing absolutamente vaciada de contenido y profundidad. A eso hay que sumarle el hecho de que el precandidato a presidente de la República y actual vicepresidente tiene menos simpatía que factura de último aviso de la Ande. Un Ejecutivo maniatado en sus intereses proselitistas que paradójicamente ha dado la espalda a la población dejando que la históricamente admirada estabilidad económica se vaya por los caños. Hasta los carritos callejeros se han visto obligados a subir el precio del lomito. Cada uno hace lo que puede, ante un gobierno que tiene la cabeza solamente en como repartir contratitos a los pequeños punteros y grandes licitaciones y ministerios a los pocos “amigos” que aún quedan en el barco.
En estas elecciones se puede estar en amigables entrevistas en “Vive la vida”, en viva la tarde , viva la noche y la madrugada también, no van faltar recursos del Estado para eso. Pero no les va alcanzar para lograr cambiar la altísima percepción de derrota que rodea a cada acto de campaña. Ni hablar de la comunicación no verbal, aquella que no miente, que evidencia que ya están de salida. Y siempre son válidos los ejemplos, acá van dos, hace dos noches el gobierno organizó un acto en el populoso barrio de Roberto L. Petit de Asunción, los asistentes apenas lograban pasar de 100 personas. Literalmente había más carteles de Carla Bacigalupo que vecinos de la jurisdicción de la seccional 35. Por eso es que el 90% de las tomas de videos y fotos apuntan al escenario con los candidatos, es lo único que está lleno. El otro ejemplo es un breve discurso del presidente de la República en un acto de campaña en la ciudad de Guarambaré, realizado en la tarde de ayer. Un abatido Mario Abdo Benítez decía lo siguiente: “Me tengo que retirar, me tengo que poner traje y ser presidente de la República otra vez. Ya quiero ser presidente del Partido Colorado nomás ya, ya no de la República…”. Luego de esto, y en honor a la verdad, ya no hay mucho más que decir. No hay “Vive la tarde” que alcance.
Un Ejecutivo maniatado en sus intereses proselitistas que paradójicamente ha dado la espalda a la población dejando que la históricamente admirada estabilidad económica se vaya por los caños.
Luego de esto, y en honor a la verdad, ya no hay mucho más que decir. No hay “Vive la tarde” que alcance.