Suena la campanita, similar a las que se ven en un ring de boxeo. En un humeante ambiente, el inspector rompe el ticket del único pasajero. Es el último tren que va de Asunción a Miami. Sale este y ninguno más hará esta ruta. El camino será largo, en soledad y bastante oscuro, en casi todo el tramo. Eso sí, el único pasajero no mirará atrás. Llegó donde llegó por azares del destino y fue mucho más de lo que alguna vez tan siquiera soñó.
Ayer se oficializó lo que en este espacio dábamos por hecho hace rato, el presidente de la República es candidato a presidir el Partido Colorado. Firmó su candidatura 24 horas antes de que se cierre el plazo de inscripción, lo hace teniendo en cuenta varios factores. Uno de ellos es, que en el movimiento oficialista no hay otra persona que pueda enfrentar a Horacio Cartes. Lo dicen las encuestas publicadas y sobre todo las no publicadas (usualmente las más confiables).
En todo este tiempo no han podido y menos sabido construir liderazgos con proyección nacional, a pesar de tener varios que podrían considerarse con cierto volumen electoral en sus respectivos estancos, segmento de votantes o en sus municipios o departamentos. Pero a nivel país, la verdad es que no tienen, ni siquiera su propio precandidato a presidente de la República, Hugo Velázquez. Esto último también lo dicen las encuestas y el propio desarrollo de la campaña.
Otro de los factores es el económico. Subirlo al carro de la campaña en el protagónico papel de candidato a presidir el Partido Colorado, es el reaseguro de que los recursos del Estado llegarán a los candidatos. A los de mayor peso e importancia se les asignará alguna que otra licitación y a los de menor arrastre les tocará alguno que otro contratito por 6 meses. Además, el hecho de tenerlo en la cancha habilita a todos los demás que a la par de ser ministros o secretarios del Ejecutivo también son candidatos y poder continuar en sus cargos con todo lo que eso implica en lo concerniente a empobrecer cada vez más la de por sí ya escuálida gestión y el uso indiscriminado de los recursos que deben administrar en sus instituciones y dilapidarlos en el electoralismo de una interna que encima tiene el peor de los escenarios para el oficialismo. Pero ese será un problema de los que se queden acá, el único pasajero del último tren a Miami tiene su boleto asegurado. Y es solo de ida.
Subirlo al carro de la campaña en el protagónico papel de candidato a presidir el Partido Colorado, es el reaseguro de que los recursos del Estado llegarán a los candidatos.
Eso sí, el único pasajero no mirará atrás. Llegó donde llegó por azares del destino y fue mucho más de lo que alguna vez tan siquiera soñó.