La tilinguería no tiene límites. Es insondable. Atractiva y seductora. Mefistofélica y anacoreta. Los que caen en sus redes ya no pueden librarse de ella. Cada vez se enredan más. Y eso que don Albert Einstein ni habrá escuchado hablar de nosotros –o tal vez, sí– cuando pronun­ció su célebre sentencia (o, al menos, le atribuyeron). “Hay dos cosas infinitas: El uni­verso y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro”. La torpeza o estulti­cia tiene la rara habilidad de reproducirse en proporción geométrica. Nunca para. Se reinventa para volverse más sandio. Gira en círculo y engorda. Si revienta en peda­zos, vuelve a juntar sus par­tes como el Terminator malo. Obstinadamente terca (valga el pleonasmo). Estólida hasta la memez. Solo nos resta acos­tumbrarnos –o resignarnos– porque sus personificaciones seguirán dando coces con­tra el aguijón. Y cabeceando murallas. O paseándose des­nudos con sus trajes de hilos de oro, que solo podían ver las personas honestas. Hasta que algún niño grite que está des­nuda la “Reina”. O la Patrona. O la Faraona. Cualquier cosa le queda bien.

Los arrebatos emocionales y las revueltas coléricas del diario hijo natural de la dic­tadura, en asociación con los engendros de este gobierno, aumentaron su grado de furor a inicios de este año. Pura casualidad que sea el año de las internas de la Asociación Nacional Republicana (ANR). Y más pura casualidad toda­vía que, a pesar de iniciar su campaña en setiembre del 2021, la precandidatura ofi­cialista para las presiden­ciales de Hugo Velázquez no prende ni con alcohol en pas­tillas. Y eso ya es mucho. En la desesperación, los minis­tros y ministras, todos poten­ciales legisladores, ya andan por su cabeza como carretilla sin frenos. Cuando el enton­ces ministro de Educación y Ciencias, Juan Manuel Bru­netti, aceptó postularse para la Vicepresidencia junto al autoproclamado “Toro”, le advertíamos desde estas mis­mas páginas que esa situa­ción iba a poner a prueba su cordura. Lastimosamente, por sus últimas declaracio­nes, el propietario de la Uni­versidad San Carlos se aplazó sin atenuantes por contagio masivo de las locuras del cír­culo áulico.

Pero, rebobinemos. Con titu­lares con pretensiones de misil, el 4 de febrero pasado el periódico con fe en los nego­cios con el Estado –por lo que es lícito presumir algunos negociados– ya no ocultó su campaña a favor del precan­didato de Fuerza Republicana, Hugo Velázquez. El enemigo a sacar de la cancha es el líder del movimiento Honor Colo­rado, Horacio Cartes. Así, de rebote, piensan tirar a la cuneta a Santiago Peña, quien, según las encuestas, va a ganar al trote las internas coloradas. El mamarracho de Arnaldo Giuzzio, en esos tiempos ministro del Interior, estrena un día antes (el 3) en la Comi­sión Permanente del Congreso su mamotreto de “red de con­trabando y lavado de dinero”. Comisión que estaba presi­dida por la senadora veleta Lilian Samaniego. El martes 8 de febrero el encargado de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos, Joseph Sala­zar, visita al presidente Mario Abdo Benítez en el Palacio de López, con el único propósito de comunicarle la llegada del nuevo embajador Marc Ost­field. ¡Ha! ¿Para qué luego? ¡Lístoma! En la edición del 9, el diario de la mentira compul­siva elucubra: “(El) Encuentro ocurre en medio de denuncias, apertura de una causa penal a Horacio Cartes y la discusión sobre un eventual juicio polí­tico a Sandra Quiñónez” (fiscal general del Estado). No vamos a repetir cómo salió Giuzzio del Ministerio del Interior y sus (presuntos) nexos con un capo del crimen organizado. Ni el estrepitoso fracaso de la intención de destituir a la máxima autoridad del Minis­terio Público.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Las locuras de la “Empera­dora” no paran. Al contrario, al disminuir la dosis la esqui­zofrenia se acelera. “Rotunda derrota de Cartes en Diputa­dos” ante el pedido de destitu­ción de Arnaldo Giuzzio por la vía del juicio político (ya saben cómo se fue luego por las tuberías); el “PLRA define hoy entre ser oposición o satélite de HC”; “Estrepitosa caída del cartismo en Dipu­tados” (el actual presidente de la Cámara Baja, Pedro Alliana, pierde ante el liberal radical Carlos María López, con votos de los velazquistas) y “Otra gobernación cartista con denuncia de tragadas”. Y por ahí, también, aparece el guapo de Marito, quien se metió debajo de la cama en tiempos críticos para acusar a “HC de comprar el silen­cio de ex jefe de antilavado”. Denuncia que se diluyó por ridícula. ¡Marche un ansio­lítico sublingual! Los miem­bros del contubernio saben de qué hablamos.

Con el crimen en Colombia del fiscal Marcelo Pecci, la perturbación mental alcanzó ribetes de delirio. “Alegre acusa a Cartes de ser el jefe del crimen organizado”. Y no se queda atrás el precan­didato florero: “La orden salió de acá”. Parecía que la sociedad, harta de tanto ensañamiento, gesticulaba como aquel famoso humo­rista de un país vecino: “De acáaaaaa”. La serie del con­trabando de cigarrillos va por la décima temporada. Nadie la ve, pero eso jamás importó. En ese lapso, de nuevo Car­tes, según Abc, quiso “meter la mano en una sucia manio­bra” para quedarse con un cupo en el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE). No hay cura.

Todavía no se apagan las rui­dosas matracas que anuncian que la recién formada Comi­sión Bicameral de Investi­gaciones enviará a los Esta­dos Unidos su informe final sobre lavado (primero, hay que investigar; luego, redac­tar y, finalmente, aprobar en el Congreso de la Nación), cuando, de repente, un avión carguero que vino a comprar cigarrillos “tiene nexos con terroristas”. Se olvidaron de un insignificante deta­lle: Que un avión precisa de autorización de las autorida­des paraguayas para descen­der en nuestro territorio. Lo que ya fue suficientemente aclarado por el administra­dor (hasta ayer, hoy ya ex) del Aeropuerto Guaraní. Hay que mantener el libreto.

Pero este conglomerado de desesperados (grupo Zucco­lillo-gobierno Marito) no se dará por vencido. No sería extraño que “descubran” que Bin Laden fingió su muerte y anda de parranda por nues­tras fronteras. Y si eso no les funciona, podrían utilizar las figuras de Karai vosa, karai pyhare o karai octubre, ánima en pena o malavisión. O, bien, se ponen todos a gritar en coro el último recurso: “¡Cháke ou kukulele!”. Hasta la tilingue­ría hay que documentar.

No vamos a repetir cómo salió Giuzzio del Ministerio del Interior y sus (presuntos) nexos con un capo del crimen organizado.

El enemigo a sacar de la cancha es Horacio Cartes. Así, de rebote, piensan tirar a la cuneta a Santiago Peña, quien, según las encuestas, va a ganar al trote las internas coloradas.

Déjanos tus comentarios en Voiz