El ingeniero Luis Alberto Pettengill Vacca anunció que descabalga de su precandidatura presidencial incluso antes de montar. Alentado por Mario Abdo Benítez insinuó que tantearía la arena política como afiliado del Partido Colorado. Pensaron que su doble condición de empresario y dirigente deportivo serían vientos favorables para embarcarse en esta aventura. Al parecer, también ya incursionó en el mundo mediático comprando una radio ubicada en Lambaré. Los rumores son el anticipo de la confirmación. Un mandatario eufórico hasta ya se había ofrecido como jefe de campaña si pasaba (el ingeniero) las internas del 18 de diciembre de este año. Solo tenía una condición: ser candidato de la unidad republicana o de consenso, aunque sea dentro del oficialismo. Era el “plan C” de Marito, quien todavía no asumió conciencia de que, al revés del Rey Midas, todo lo que toca, pudre. La otra ficha que tenía, Arnoldo Wiens, ni siquiera llegó a movilizarse. Le vacunó el vicepresidente, Hugo Velázquez, postulándose antes de tiempo. Un zoquete que el Presidente tiene hasta ahora atragantado en la garganta. Los otros, ya repartió generosamente a familiares, amigos y entorno multicolor.

Lamentó el ingeniero Pettengill Vacca que no haya podido darse esa “unión para enfrenar a la coalición (concertación) opositora”. De nuevo, ahora, el “Toro” Velázquez queda solo en el oficialismo. Solo como precandidato. Y cada vez más solo de dirigencias de base. La migración masiva al movimiento Honor Colorado ya ha provocado intensas migrañas en las filas del oficialismo. Migrañas, desquicios y desesperación desaforada. Por eso manotean con un lenguaje cargado de resentimientos, producto de la frustración por no poder construir un verdadero equipo político. Permanecen los que están atados a cargos públicos, especialmente los bien remunerados, y sus dividendos de prebendas que generan canonjías y clientela. Una clientela también diezmada porque cada vez distribuyan más mendrugos y menos bastimentos. No es posible distraer las comisiones en terceros cuando lo prioritario es recaudar para los tiempos de vacas flacas que se anuncian inexorables. Parafraseando al viejo Celauro, según la versión de José María Rivarola Matto, una frase, urbi et orbi, recorre los pasillos de ministerios, secretarías y binacionales: “¡Señores, hay que facturar!”. Trabajar es otra cosa.

Abortado naturalmente el “plan C”, Marito sigue con el “plan B”. Euclides Acevedo suele ser muy atinado y comedido, pero cuando se juega sus propios intereses, a veces, también derrapa un poco. Pero, luego, vuelve a enderezar el manubrio. Semanas atrás declaró que “tres serán los candidatos fijos para el 30 de abril del 2023″. Por supuesto, en primer lugar, el aspirante vitalicio a la Presidencia de la República, Efraín Alegre, representando a un sector del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), dentro de la concertación opositora 2023. Después viene el colorado ganador de las internas del 18 de diciembre de este año y, por último, “probablemente yo” auguró el verdolaga. Con las prevenciones del caso: “Salvo que aparezca alguien mejor”. Como diría el ganador Mourinho (José): “No soy el mejor del mundo, pero creo que no hay nadie mejor que yo”. ¡Pea hína, Euclides! A pesar de que varias veces afirmamos que no sería más que un buen lateral senador, al parecer, tiene comprometidos a dos sectores de la oposición y al oficialismo marioabdista. Donde menos se espera puede cantar el gallo.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Los que padecen de la concepción patrimonialista de la oposición (v.g. Efraín Alegre) empezarán a sacudir a los “infiltrados” que formaron parte de gobiernos colorados y, por ende, funcionales a ese partido, principalmente Euclides y la Sole. Y, muy aparte, Kattya González, quien llevó una camiseta verde de regalo al “mariscal de la derrota”, dicen que a cambio del contrato en Yacyretá de diez tercerizados. Martín Burt recibirá los buenos recuerdos de su desastroso paso por la Municipalidad de Asunción, cuyas obras más resaltantes fueron el zapato perdido en el arroyo Itay y la manguereada del Mercado 4, un día 1 de enero.

En síntesis, el ingeniero Pettengill Vacca descabalgó. Se queda el “Toro” (enamorado de la luna). La misma distancia que lo separa de quien lleva la delantera en las internas del Partido Colorado. Lo que se viene será para alquilar petacas, diría el correlí. Butacas, le corrigieron. No importa, respondió, igual se entiende.

Pensaron que su doble condición de empresario y dirigente deportivo serían vientos favorables para embarcarse en esta aventura.

El ingeniero Pettengill Vacca descabalgó. Se queda el “Toro” (enamorado de la luna). La misma distancia que lo separa de quien lleva la delantera en las internas del Partido Colorado.

Dejanos tu comentario