Se acabó el mito del cuco con que quisie­ron fantasear desde el oficialismo. Mito en su acepción de atribuirse cua­lidades de las que se carece. Se esfumó, como pelea de perros flacos, el micro­rrelato de que en el movi­miento Honor Colorado se tenía temor a la candidatura del presidente Mario Abdo Benítez para competir por la titularidad de la Junta de Gobierno de la Asocia­ción Nacional Republicana. Supuesto que parte de las observaciones de inconsti­tucionalidad (Artículo 237) sobre las que advirtieron algunos integrantes de dicha corriente interna del colo­radismo. La idea del “miedo a competir con el jefe de Estado” fue una campaña fallida del “mariscal” Nica­nor Duarte Frutos, direc­tor de Yacyretá, y repetida por el “grumete” Mauricio Espínola, parado en su aro de secretario asesor político adjunto del mandatario.

“Pareciera que el movi­miento Honor Colorado teme de Abdo Benítez”, dijo Duarte Frutos el 22 de diciembre del 2021, aun­que, inmediatamente, aña­dió entre dientes: “Pero no creo que sea así, porque a (Horacio) Cartes lo veo muy seguro”. En el país de mara­villas, el secretario apren­diz se interroga el 3 de mayo de este año: “¿Por qué les molesta tanto la candidatura del presidente de la Repú­blica, Mario Abdo Benítez, a la presidencia del Partido Colorado?”. Y se responde a sí mismo: “La oposición viene del cartismo”. Dos días después, el 5 de mayo, a raíz de unas aseveraciones del senador Silvio Ovelar, el periódico digital El Trueno, tutelado por el “mariscal” y financiado por Yacyretá, explota eufórico: “Crece el miedo en Honor Colorado”, argumentando que “‘Beto’ Ovelar también pide a Marito que no sea candidato contra Cartes”.

Al día siguiente, 6 de mayo, el senador Juan Carlos Gala­verna destroza toda la para­fernalia oficialista con su acostumbrado buen uso del idioma y peculiar léxico polí­tico: “Ojalá que se presente, para que su soberbia reciba una lección frente a la can­didatura del ex presidente Horacio Cartes”. Al mismo tiempo, los precandidatos a la Presidencia (y Vice) de la República por Honor Colo­rado, Santiago Peña y Pedro “Mangui” Alliana, dan a entender que no existe inten­ción de atacar de inconsti­tucional la candidatura de Marito. Y lo certifica con todas las letras el lunes 16 de mayo el apoderado del movi­miento, Eduardo González: “De nuestra parte no habrá ningún cuestionamiento ante el Tribunal Electoral Partidario (TEP). Dejamos al criterio del cuerpo electo­ral colorado que decida el 18 de diciembre en las urnas (…) que sea el pueblo colorado el que decida”. Fin del cuento, fin del mito, fin de los micro­rrelatos recalentados en el autocomplaciente micro­clima del poder.

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Antes del fantaseado temor a Marito, repetimos el estra­tega empírico, Duarte Fru­tos, se empecinó en plantar el desánimo en las aspiracio­nes del líder de Honor Colo­rado. Por eso dijimos entre dientes aquello de que “a Cartes lo veo muy seguro” porque hojeando periódi­cos más antiguos (de eso se trata el Contexto) encontra­mos lo que parecería ser un alter ego del “mariscal” (algo así como “El otro yo del doc­tor Merengue”): “No se va a animar (Cartes) a candida­tarse (a la Junta de Gobierno), porque no tiene los cimientos para la lucha partidaria”. Y rememorando sus gloriosos años de académico de la len­gua en que se burlaba de su propio vicepresidente, Luis Alberto Castiglioni, durante la campaña del 2007, califi­cándolo de “gallo mimói”, “pytyryry” y “kerana”, quiso hacer un remake de su actua­ción –nunca aprendió de las malas experiencias–, en alu­sión a Cartes: “No creo en su candidatura, él está ena­morado del fútbol ahora. Él nunca debió haber abando­nado el club Libertad.

Lo digo con mucha sinceri­dad”. Sinceridad es una pala­bra que no está cotizada en el diccionario de Duarte Fru­tos. Felizmente para él, Car­tes se decidió por la política y devolvió al Partido Colorado al poder después de cinco años de llanura. Felizmente, deci­mos, porque gracias a eso pudo pasear su estampa de emba­jador por las calles de Buenos Aires, ampliando su reperto­rio gastronómico por los más exquisitos restaurantes de la capital porteña. Así son los muchachos, siempre gratos.

Por lo que podemos interpre­tar de una lectura serena de las declaraciones de algunos líderes de Honor Colorado es que la candidatura del presi­dente Abdo Benítez podría presagiar el mismo sombrío escenario que dibujó Duarte Frutos cuando se dejó sedu­cir por una tentación igual. Más que conflictos internos, generó una explosión externa que ya dificultó la gobernabi­lidad. Y abrió las compuertas de la llanura para su partido. En esa materia tiene un doc­torado summa cum laude. Los naipes ya están sobre la mesa. Y la suerte, echada. El Rubicón ya fue cruzado. ¡Alea jacta est! Y si todo esto fuera poco, a la precandi­datura de Hugo Velázquez, que no pega ni despega, ahora Marito le añadirá una tone­lada de piedra bruta. Y de las bien brutas.

Antes del fantaseado temor a Marito, repetimos el estratega empírico, Duarte Frutos, se empecinó en plantar el desánimo en las aspiraciones del líder de Honor Colorado.

“Ojalá que se presente, para que su soberbia reciba una lección frente a la candidatura del ex presidente Horacio Cartes”.

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