El mandatario está ojeroso y demacrado. Síntomas de que no duerme bien. Tiene motivos. Se le viene la noche encima. Una noche que le quita el sueño. Su precandidato a la Presidencia de la República continúa carreteando en la pista, mientras los demás ya levantaron vuelo, bordeando los 10.000 metros de altura. Ni doña Petrona “Pajagua”, en el caso de que aún estu­viera viva, podría preparar algún payé para evitar tan devastadora derrota. Y eso que ella extraía muelas con simples oraciones. No habrá, por tanto, una cobertura polí­tica que prolongue la impuni­dad con que se maneja este gobierno. De ahí la desespera­ción del presidente. Su estado de irritación permanente y su nerviosismo cada vez más agudo. Hasta su diario vocero, corazón de “acero”, se le tiró a la yugular por su pretensión de violar el Artí­culo 237 de la Constitución Nacional, al candidatarse para disputar la titularidad de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Repu­blicana. Así como por otros “descuidos” en las licitacio­nes del Instituto de Previsión Social, preparadas para que ganen los amigos financistas de sus campañas. Prohom­bres respetados –parafra­seando a Les Luthiers– por propios y ajenos, insoborna­bles custodios de lo propio, inflexibles amigos de lo ajeno.

Y uno no puede dejar de pensar en nuestro presi­dente cuando escuchamos a este extraordinario grupo humorístico: “Porque es inca­paz de una traición, es inca­paz de una falsa promesa, es, básicamente, incapaz”. Como para montarse en la política se requiere de algunas habi­lidades mínimas, Marito se quedó en el estribo desde donde despotrica desafora­damente contra sus adversa­rios políticos. Ahora se sumó el director de Yacyretá, Nica­nor Duarte, quien, siguiendo la hilacha de su patrón de turno (aunque, en reali­dad, su único patrón es la codicia “ili­mitada”), explica que, “cuando hay pruebas empíri­cas, fehacien­tes, no se está mintiendo, ni se está insul­tando, se está informando y es una preocupación por la institucionalidad y la trasparencia, es más, que Paraguay se ha convertido en un centro del lavado de dinero ya nos advertía la emba­jada americana” hablando de “informes del Departa­mento de Estado de los años 2016 y 2017″. Que Duarte Frutos hable de trasparen­cia es el Everest del cinismo. Hasta hoy no ha respondido sobre los gastos sociales. Ni de vehículos alquilados a pre­cios millonarios. En particu­lar aquellos que responden a pedidos del Ceremonial de Estado de la Presidencia de la República. Y, segundo, olvida que desde hace cuatro años ellos son gobierno. Que manejan todos los organis­mos de control. Ni siquiera se precisan de pruebas empí­ricas para llegar a esta con­clusión tan obvia. La verbo­rragia caduca va ahogándose en su propio vómito galimá­tico. Ya no se vende ni se com­pra. Si Paraguay es hoy “cen­tro del lavado de dinero”, o las autoridades son cómpli­ces o son inútiles. El terror de que la próxima adminis­tración desnude que Yacyretá sigue siendo un monumento a la corrupción aumenta la dosis de la esquizofrenia ofi­cialista. Por eso entran en trompo. A decir verdad, para algunos ese estado es la nor­malidad.

Ya le demostró el diario con las primeras letras del abe­cedario que no se va a ente­rrar con Marito. En los tra­mos finales del mandato de su protegido, quiere recupe­rar su actitud crítica ante un gobierno que robó hasta en la pandemia. Por ello Marito necesitaba tirarle algún titu­lar de tapa para canalizar la atención hacia otro lado, pero con un efecto que se disi­pará como el humo. Porque el humo no vende por mucho tiempo. Lo que sí saldrán a luz son los negociados de aque­llas empresas ligadas al pre­sidente (y a su familia polí­tica) y al vicepresidente. Cada uno por su lado. Las sobre­facturaciones en la pasarela de ñanduti y en los servicios de seguridad y de limpieza. Las licitaciones amañadas en la construcción de puentes y rutas. Obras por las que se des­embolsaron millones y no se hicieron. La caja de Pandora de Itaipú y los grandes hechos de corrupción registrados en el Ministerio de Salud Pública durante la crisis sanitaria provocada por el covid-19. Y el putiferio, sin arreglo posi­ble, en Yacyretá. El próximo gobierno no dejará alfombra sin felpear. Saltarán ácaros de panzas hinchadas en produc­ción serial. Por eso el justifi­cado nerviosismo de Marito.

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El contexto se nutre de dife­rentes fuentes. Así, por ejem­plo, leemos en el diario insta­lado sobre la calle con nombre de prócer que a la luna de miel se la comió el ratón: “El hijo del secretario privado de Tembelo”, “Sugestivo desen­cuentro entre Mario Abdo y Hugo Velázquez” o “Mario Abdo incurre en una grosera violación, afirman constitu­cionalistas”, “Postulación del mandatario a la Junta de Gobierno de la ANR, cal­cado a Nicanor 2008″ como volanta. Y sigue: “Petropar niega datos invocando ley que permite su difusión”. En el mismo rubro: “Quieren reedi­tar el negociado con PDVSA”. Nos reservamos nuestras documentadas e irrefuta­bles denuncias –fehacien­tes– porque somos de la casa. Llegado el momento, haremos un meticuloso recuento para que no se diga que somos un periódico de frágil memoria.

A Marito se le acaba el tiempo. Lo que acelera su confusión mental que ya ni sabe quién es su precandidato a la Presi­dencia de la República. Duarte Frutos, por su lado, negó que haya “fisuras” entre el jefe de Estado y el “Toro”. El doble discurso. Todo el mundo sabe que el “Mariscal” es el que más denuesta contra Velázquez porque “no tiene discurso ni empatía”. Las denuncias de corrupción, de las nuevas y de las viejas, son apenas un periscopio. El enorme bulto sigue sumergido. Ya saldrá a luz. Poco a poco. Por eso el presidente anda nervioso. Demasiado, que ya descarri­lla a cada rato.

Su precandidato a la Presidencia de la República continúa carreteando en la pista, mientras los demás ya levantaron vuelo, bordeando los 10.000 metros de altura.

Leemos en el diario instalado sobre la calle con nombre de prócer que a la luna de miel se la comió el ratón: “El hijo del secretario privado de Tembelo”.

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