La política tiene como una de sus caracte­rísticas principa­les la de ser una inacabable fuente emisora de sentidos, sensaciones, metamensajes y, sobre todo, de símbolos y señales procesuales que hacen a una liturgia. Negar esto es intentar minimizar a la política y sus profundas implicancias en la vida dia­ria de la gente. Y aunque en muchísimas oportunidades los políticos no se ponen a la altura que la política merece, en el caso que nos toca a con­tinuación estamos ante una de las mejores escenificacio­nes que se han logrado. Hay que admitirlo. Es de estricta justicia, teniendo en cuenta que en este espacio se suelen remarcar más errores que aciertos.

En la jornada de ayer, la agenda presidencial marcaba una jornada de gobierno del Poder Ejecu­tivo en el Chaco. De hecho, el traslado hasta la zona ya se dio el día jueves, incluso en la noche con una reunión política. Se viene haciendo costumbre la práctica de hacer coincidir la agenda ofi­cial con la agenda de cam­paña electoral del movi­miento oficialista; será cuestión de optimización de recursos y tiempo. Una de las actividades marcadas en la agenda oficial era una inauguración de pavimento asfáltico. Asfaltado, una de las banderas de esta admi­nistración, si no la única. En ese acto público se die­ron dos anuncios importan­tes. Por un lado, lo que ya se venía dando en este espacio desde hace rato, la oficializa­ción de la candidatura a pre­sidente de la ANR del presi­dente de la República. Fue más que nada dar el necesa­rio paso de la formalización de lo que era una decisión tomada hace semanas.

Ahora bien, tal vez lo más sustancioso fue que en el mismo discurso del Presi­dente también se refirió al ingeniero Luis Pettengill, quien estaba presente en el acto. Hasta ese detalle cuidaron en esta ocasión. Recordemos que el nom­bre del ingeniero empezó a ganar notoriedad pública con un video que se hizo viral donde en tono y modo presidencial su eje discur­sivo giró en torno a la impor­tancia de la libertad y los peligros de la izquierda y los constantes cierres de rutas.

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Posteriormente, el mismo hizo una serie de aparicio­nes en medios de comu­nicación alertando sobre la preocupación suya y de un grupo de empresarios al respecto del tono que se viene elevando en las inter­nas coloradas, de cómo eso podría significar una bre­cha importante y que él eventualmente podría ser un candidato de consenso. Como toda buena puesta en escena, ayer se concretó el tercer acto: el ungimiento. En su discurso, Mario Abdo le dio la bienvenida a la polí­tica y no conforme con eso dio un paso más, uno que podía haber obviado si es que no había seguridad al respecto, se ofreció como jefe de campaña de Petten­gill si es que llegase a ganar la interna y adjudicarse la chapa de la ANR.

Tembladeral político. Un desencajado Hugo Veláz­quez salió a intentar explicar y traducir lo que el pre­sidente de la República había querido decir. Que no dijo lo que todos los que lo entre­vistaron habían entendido, que había sido el ungimiento de Pettengill como un even­tual nuevo candidato ofi­cial ante la ya hartamente conocida y a estas alturas preocupante situación de la candidatura del Vicepre­sidente. Alterado, sin una línea clara de respuesta, a la defensiva a la hora de res­ponder y extremadamente impaciente e incómodo con cada planteamiento perio­dístico. Chocaba de frente con la actitud que intentó demostrar de que para él no era una novedad el mensaje del Presidente y las palabras de elogio para Pettengill. Y conste que fueron los medios que normalmente son más amables con él, consecuen­cia natural de solo hablar con quien te alaba, se pierde la práctica de aprender a reci­bir preguntas incómodas.

En todas las circunstancias, Luis Pettengill es una exce­lente alternativa para el ofi­cialismo, si se la compara con la actual ni hablar. Quedó en evidencia el afecto, con­fianza y cercanía que tiene con el presidente de la Repú­blica. Quedó evidenciado que Mario Abdo ve con sumo agrado el perfil del ingeniero y que lo considera una muy buena opción. Y esto para nada es criticable; al con­trario, es absolutamente entendible. En la política uno busca que el candidato por el cual está apostando al menos tenga la lejana posibi­lidad de, sino ganar, al menos no perder por goleada y eso Hugo Velázquez no está en condiciones de ofrecerle.

Quedó evidenciado que Mario Abdo ve con sumo agrado el perfil del ingeniero y que lo considera una muy buena opción.

Un desencajado Hugo Velázquez salió a intentar explicar y traducir lo que el presidente de la República había querido decir.

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