Dos padres. Dos héroes. Uno, en un enfrentamiento titánico contra las fuertes correntadas de los raudales para salvar a un niño extraño pensando en sus propios hijos. Conmovido por el peligro a que estaba expuesto el pequeño de nueve años aferrado a un árbol, puso en riesgo su propia vida para rescatar otra vida. El otro, luchando desesperadamente contra la indiferencia –el más cruel de los desafectos– de las autoridades para tratar de mantener con vida a su hijo de un año y dos meses.
De nada valieron las súplicas ni su infernal vía crucis por las instituciones del Estado donde solo encontró el silencio devastador de la insensibilidad ante el dolor humano. Froilán Benegas, utilizando una manguera, pudo llegar hasta Renato y consiguió salvarlo. Aníbal Rojas, el miércoles 2 de febrero, anunció el fallecimiento de su querido Axel. Padecía de Atrofia Muscular Espinal (AME) tipo 1. Murió aguardando que el Gobierno le proveyera el medicamento Zolgensma, cuyo costo la familia no podía solventar.
Froilán Benegas, con su heroico acto, nos interpeló como sociedad donde lo que suele abundar es el egoísmo individualista y escasea la generosidad de extender la mano al necesitado. Aníbal Rojas fue más allá, interpeló al Gobierno en pleno acto realizado en su Coronel Oviedo natal, que estaba siendo presidido por el jefe de Estado, Mario Abdo Benítez. Interrumpió al director de Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos, oriundo de la misma ciudad, mientras estaba “alardeando de las inversiones en salud y otras obras realizadas por la actual administración”, según una crónica periodística que no fue la nuestra. El imprevisto orador, alejado de la pomposidad de los discursos oficiales, reconoció el esfuerzo del equipo humano del Hospital Regional de la capital del departamento de Caaguazú, pero lamentó que “no tengamos un respirador neonatal pediátrico, no hay una sola unidad de cuidados intensivos para niños” espetó a quienes estaban sentados en el escenario de las máximas autoridades de la República.
Aníbal Rojas sacudió a su pueblo con su justificada desesperación. Logró juntar 93 millones de guaraníes mediante “polladas, partido kure, sorteos y pude comprar un respirador con capacidad neonatal y pediátrico”. Con la voz entrecortada por el llanto remató con una cachetada histórica para quienes se estaban pavoneando de sus “logros”: “Como agradecimiento al pueblo ovetense, departamento de Caaguazú y (todo) el Paraguay, vamos a hacer la donación (del respirador) para que haya por lo menos uno, porque médicos tenemos”.
Las autoridades gubernamentales fácilmente suelen divagar en su ideal mundo de grandes obras, ignorando sus gigantescos déficits. Pero el señor Rojas les abofeteó con la realidad. La más cruda de todas las realidades: la insensibilidad de quienes escucharon impávidos sus ruegos y aquellos que ni siquiera le abrieron sus puertas. “Yo fui a implorarle por medicación –le enrostró al ministro de Salud, Julio Borba– por poco no me puse de rodillas, le mostró a mi hijo y saben qué me respondió: Mirá, señor, el deseo de un padre para mí no es nada, a mí me interesa un criterio médico”. Con las lágrimas atragantadas en la garganta y en medio del cerrado aplauso de los participantes del acto siguió embistiendo contra la hipocresía: “Dejémonos na de joda ministro, esa medicación que ustedes ofrecen a los niños con AME no es nada –y continuó en guaraní–, es como un remedio para dolor de cabeza”. La rabia que fluía de la impotencia no perdonó ni a su compueblano Duarte Frutos: “Fui a Yacyretá a pedir el respirador y el director ni siquiera me recibió. Nunca me dieron”.
La realidad que quiere mostrarnos el Gobierno nunca es la realidad. Aníbal Rojas les bajó de su mirador con orejeras y le mostró al pueblo lo que pueblo tiene que ver. Y conocer. Dos héroes en un breve lapso nos llenan de esperanza para soñar que una sociedad mejor es posible. Ya lo dijimos, pero es justo repetirlo: Nuestros héroes no usan capas. Ni antifaces.
Las autoridades gubernamentales fácilmente suelen divagar en su ideal mundo de grandes obras, ignorando sus gigantescos déficits. Pero el señor Rojas les abofeteó con la realidad.
Aníbal Rojas, el miércoles 2 de febrero, anunció el fallecimiento de su querido Axel. Padecía de Atrofia Muscular Espinal (AME) tipo 1.