Los ex Añetete debe­rán definir este mes de marzo quién será el candidato para disputar por la titularidad de la Junta de Gobierno de la Asocia­ción Nacional Republicana (ANR). Partido político al que los diputados velazquis­tas traicionaron reciente­mente en la Cámara Baja en un intento agónico por mar­tillar remaches en la destar­talada campaña electoral del que quiere saltar al Palacio de López desde su oficina de vicepresidente: Hugo Veláz­quez.

La pobreza en el Paraguay galopa sobre el 30% de la población, incrementándose por segundo año consecu­tivo, lo que en cifras repre­senta más de 1.900.000 per­sonas. Hubo miles de nuevos desempleados y el precio del combustible ya aumentó tres veces en las últimas semanas, que hasta los analistas econó­micos vaticinan que podría alcanzar 12.000 guaraníes por litro. La canasta familiar se vio afectada seriamente por una avasallante inflación al punto tal que algunos de sus componentes ya fueron descartados para su consumo diario. El índice de crimina­lidad alcanza números ate­rradores. Y no se percibe un atisbo de plan de contingen­cia para garantizar mayor seguridad a la ciudadanía. Al final, marzo no resultó un mes divertido. Más bien es para llorar.

En el limbo de las extra­vagancias y extravíos, algu­nos funciona­rios superiores reproducen, como en una grabadora con casete, un discurso monó­tono, aburrido, insulso y tan divorciado de la realidad que uno no puede dejar de pre­guntarse si a qué altura de la tierra tienen sus pies. Y si hacemos alusión a la graba­dora con casete no es simple­mente para graficar una ale­goría, sino porque hay días en que parece que la máquina “muerde” la cinta y el dis­curso se torna un balbuceo gutural (no cultural), inin­teligible. Más aún cuando las aguas turbias avanzan hacia el sector gubernamental tan arrasadoramente que ya se llevaron dos ministros y un diputado del movimiento Añetete, y tienen entre sus correntadas al ministro de la Unidad Interinstitucional para la Prevención, Combate y Represión del Contrabando, Emilio Fúster, y al coman­dante de la Marina, almi­rante Carlos Dionisio Veláz­quez Moreno, hermano del precandidato a la jefatura de Estado, Hugo Velázquez Moreno. Empresarios repre­sentantes de diversos secto­res ya han puesto a disposi­ción del Gobierno el invento del doctor Guillotín. Es que la ecuación es muy simple, de fácil comprensión: a mayor contrabando, menor empleo.

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Con sus protegidos políticos contra las cuerdas, el libelo de la calle que lleva nom­bre de un prócer de mayo da manotazos al aire. Infama, difama, calumnia, arre­mete sin compasión contra la verdad y rinde tributo a la mentira deliberada. Mien­tras oculta, ignora y mini­miza las denuncias en con­tra de sus amigos en el poder. Y presiona en nombre de su burbuja: la opinión pública que “destroza en las redes” a sus adversarios. En el len­guaje del periodismo clásico a esta técnica llamábamos con el profano sobrenombre de “autobombo”. Ahora, el diario de marras quiere uti­lizar la convención del Par­tido Liberal Radical Autén­tico (PLRA) como maza en contra de aquellos diputados de un sector del liberalismo que no acompañan el juicio político a la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez. “Podrían ser sancionados” restallan en sus páginas “los dueños de la verdad”, cuando conocen perfectamente que de acuerdo con la Constitu­ción Nacional los represen­tantes del Congreso Nacional no pueden recibir mandatos imperativos.

La oposición amarillista se volvió sorda, ciega y muda para denunciar los grandes actos de corrupción en las últimas semanas. El voto de los diputados oficialis­tas para acompañar al jui­cio político a la fiscala gene­ral utiliza como emoliente para ablandar sus “duros corazones” y “apiadarse” con su silencio cómplices de las autoridades denuncia­das y refrescar sus “secos bolsillos” para ubicar a sus aliados en cargos públicos. Somos un país divino, diría el recordado Sotero Ledesma.

La pobreza en el Paraguay galopa sobre el 30% de la población, incrementándose por segundo año consecutivo, lo que en cifras representa más de 1.900.000 personas.

Con sus protegidos políticos contra las cuerdas, el libelo de la calle que lleva nombre de un prócer de mayo da manotazos al aire.

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