El presidente de la República, Santiago Peña, se reunió con empresarios e inversores del sector agroindustrial del estado de Paraná, Brasil. En el encuentro en la ciudad de Curitiba, el primer mandatario mostró ante tan influyente grupo de personas una agenda de trabajo de modo de incentivar el conocimiento y reconocimiento de nuestro país como lugar propicio para el comercio y la inversión.
La reunión ordinaria de la Organización de Cooperativistas del Paraná (Ocepar) no pudo ser más oportuna. Ahí se reúnen personas y representantes de empresas de alta categoría ansiosos de expandirse y de crecer. Buscan que la rentabilidad esperada se convierta en ganancias, de modo de que el retorno del capital no se vea afectado o directamente dañado por la inseguridad, la inflación, los excesivos y engorrosos trámites e impuestos.
Ante este escenario el presidente Peña expuso ante tan prestigiosa organización del hermano país del Brasil, diciendo que en nuestro país encontrarán el ambiente favorable, agregando algunas reflexiones para atraer inversiones y crear puestos de trabajo en los países.
Afirmó el primer mandatario que para él –además de ofrecer nuestro país las condiciones necesarias para las proyecciones de crecimiento de los propietarios, gerentes y empresas ahí presentes– lo relevante consiste en producir, invertir y crecer juntos. Esta aseveración es para tomar nota. Es una línea de pensamiento relacionada de cómo Paraguay debe presentarse ante el concierto de las relaciones internacionales.
En efecto, es preciso tomar atención a que las naciones como partes actuantes en un mundo cada vez más competitivo finalmente obtengan beneficios mutuos, esto es el win–win, ganar–ganar. Esta es una secuencia a la que bien podríamos adjetivar como virtuosa desde la inversión, luego la producción hasta dar como resultado el crecimiento de las economías que conlleva puestos de trabajo y mejores salarios.
Esta forma de relacionamiento en el ámbito internacional da buenos resultados. Los países y las personas salen ganando recíprocamente sin necesidad de hacer valer aquello de que una parte gana y la otra pierde. Y no interesa si una de las partes es de menor porte, sea en territorio, población o en el mismo producto interno bruto: cuando los países compiten en un marco de cooperación mutua, el beneficio recae sobre la población.
El win–win trae provecho recíproco. Cada uno de acuerdo a sus propias realidades y de manera conjunta agregan cadenas de valor. Las oportunidades de desarrollo están ahí y se consolidan mientras sepamos valorar lo que tenemos y la otra parte tomará en cuenta porque también sabe que le conviene.
De ahí que la integración y la prosperidad compartida, tal como cree el presidente Peña a tenor de sus expresiones, se convierten en una oportunidad que no puede desaprovecharse, que no se puede esperar que suceda por sí solo porque caso contrario se pierde y hasta podría no volver a darse. Estas son las razones de fondo por las que el presidente Peña aboga en sus viajes al exterior.
De manera que no se trata solo de viajar, se trata de ser vistos y oídos en los mejores lugares, ahí donde se encuentran personas y empresas con poder de decisión. La mejor estrategia país, por tanto, consiste en hacerse notar como jugador titular y no solo de suplente. Esta visión estimula oportunidades únicas a darse en todos los lugares donde sea posible.
Es la manera en que nos tomen en cuenta en un mundo complejo que, sin duda, cada vez más requiere de energía limpia y renovable, conexión bioceánica, seguridad, baja inflación, bajo riesgo país, bajos impuestos y proyecciones de crecimiento; exactamente lo que ofrecemos como país.
Este enfoque del win–win proveniente de la mirada positiva del primer mandatario para que juntos los países se beneficien entre sí, va más allá del personalismo o de viajar para darse el gusto (afirmación esta última que denota ignorancia y resentimiento del que espera que todo le caiga de arriba sin hacer su parte).
La estrategia de hacernos notar ante el mundo como nación heroica así como también laboriosa y productiva en el relacionamiento con los demás países está en que las partes ganan, win–win, y es más que una cuestión de negociación; es una cuestión de autoestima y de confianza puesta hacia nuestra población.