El candidato a la Presidencia de la República por el movimiento La Nueva República, Euclides Acevedo, durante su participación en el programa “Expresso”, destacó cuál es su visión de gobierno y por sobre todo su plan de trabajo como candidato a ocupar el Poder Ejecutivo.
El mismo comentó su idea de un gobierno tricolor en pos del desarrollo y en beneficio de todos los paraguayos, de manera de que así el país pueda salir de la crisis en la cual se encuentra. “Yo apuesto por la gobernabilidad que es el diálogo, la negociación y el pacto”, indicó Acevedo al tiempo de garantizar que se mantendrá siempre abierto a todas las propuestas políticas.
Euclides Acevedo mencionó además que trabajará primeramente en las urgencias con las que cuenta en la actualidad el Paraguay y posteriormente se enfocará en las cosas importantes, subrayando lo fundamental, que será en su gobierno la planificación estratégica de todas las decisiones a ser tomadas para que las mismas sean afectivas.
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Ante la consulta de cuál será el primer foco de trabajo de llegar a la Presidencia de la República, Acevedo respondió de manera tajante: “Lo primero que hay que hacer es recuperar la gratuidad de la salud pública, los paraguayos tienen derecho a la salud pública, eso es una urgencia”, así el presidenciable tomará partido primeramente por el área sanitaria para pasar posteriormente a trabajar por la restauración de la seguridad y el trabajo.
“La seguridad no es solamente el orden público, sino también la seguridad jurídica, y eso significa saneamiento del Poder Judicial y del Ministerio Público”, remarcó Acevedo respecto de su enfoque en cuanto a seguridad y cómo garantizar que la misma se desarrolle de mara integral.
En cuanto al ámbito del trabajo, el mismo enfatizó que se trabajará muy estrechamente con la industrialización, que es lo que según el mismo crea mano de obra y con el acceso a un puesto laboral es la única manera de que se dé la justicia social y la dignificación de las personas.
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“La escritura es mi manera de comunicarme con el mundo”
- Fotos: Matías Amarilla
En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a la escritora y pintora Carla Guillén Balmelli, quien el próximo 28 de abril presentará su último libro. En esta amena charla, Guillén habla sobre el proceso creativo, la relación entre la literatura y la pintura, así como sobre la vida y la realidad como insumos de la producción artística.
–Escribir y dibujar son caminos muy bien matrimoniados. ¿Cómo empezó esta historia contigo?, ¿con escribir o con pintar?
–Yo creo que lo mío con los libros viene ya de la infancia. Yo tuve más libros que juguetes. Y era verle a mi papá, que era un escritor y filósofo, siempre rodeado de libros. Entonces, ese fue mi universo infantil. Y después siguió el camino de la pasión por escribir, combinando un poco también con pintura, porque son todas manifestaciones que me permiten a mí expresar sentimientos. Yo no soy una persona que tenga muy buena memoria, pero soy una persona increíblemente memoriosa para la parte de emociones. Entonces, esas emociones que yo voy recordando de situaciones que fui viviendo son las que después yo voy plasmando en mis escritos o en mis pinturas.
–Hablaste de un tema que me parece fundamental, que es el núcleo familiar como cuna de una vocación que uno habrá de tener.
–Sí y además hay un tema. Yo soy una persona muy introspectiva, muy tímida, muy introvertida, entonces para mí la escritura es mi voz. La forma en que yo entiendo que el mundo puede escucharme o puede entender o conocer mis pensamientos es a través de la palabra y de la palabra escrita. Es más, yo suelo ser en reuniones una persona muy callada porque me gusta muchísimo observar. Observar para poder después transmitir en palabras.
–¿Y recordás cuál de los caminos tomaste primero?
–La escritura. Si yo tuviera que elegir, siempre me quedaría con la escritura. Es más, tuve que hacer una opción porque me di cuenta de que la pintura me desviaba mucho de mi camino de escritora. Fijate que mi última publicación fue en 2020, en plena pandemia, “Muero por un café”, una novela, y recién ahora estoy publicando otra vez otra novela que empecé en 2019, que tiene todo un proceso. Hay otra cosa. Los personajes de mis historias siempre son personajes reales. Entonces, a mí me gusta más tratar con esas realidades. Me identifico mucho más como escritora que como artista plástica, lo que no quiere decir que de repente no haga lo otro. Si tuviera que elegir, siempre escribir.
AUTORREPRESENTACIÓN
–¿Vos percibís diferencias entre lo que transmitís escribiendo y lo que transmitís pintando?
–Totalmente. Yo creo que en la escritura estoy reflejada y yo aparezco en todas mis obras. Lo que suelo utilizar a veces, por ejemplo, en esta novela que presento el 28 de abril en El Cabildo, “Un letescopio llamado Aníbal”. El personaje principal es un niño. Entonces, ¿qué le pasa a este niño? Al niño le permiten que digan verdades y no es castigado. Si yo de grande te digo algo a vos, te puede caer mal, pero si un niño te dice lo mismo, te llega diferente. Entonces, este niño dice muchas cosas, mucho de lo que yo pienso está reflejado en el libro. Entonces, para mí siempre la escritura porque es de verdad mi manera de comunicarme con el mundo más que la pintura.
–¿Vos creés mucho en el relato de lo cotidiano, Carla?
–Sí. A mí me gusta mucho esa cercanía a la realidad. Yo soy una persona muy observadora, muy visual y a mí las imágenes visuales me llegan de una manera determinada. Y entonces, con base en esa imagen, yo puedo ficcionar después la realidad. Pero yo creo que tengo una cierta empatía para captar lo que esa imagen me transmite. Me gusta mucho ser la voz de a lo mejor alguien que no tiene voz o me gusta mucho que mis personajes tengan muchas capas, que vos veas la superficialidad, pero que tenga un interior mucho más profundo, que el lector tenga que descubrir.
–¿Cuál es el rol que juega el lector en términos de qué juego le sometés desde tu literatura?
–Pues yo pongo en práctica lo que no quiero que hagan conmigo. Yo no quiero que un escritor me engañe, que me engañe con falsas pistas. Para mí todo lo que está en escena tiene que estar justificado. Si puse la galletita, tenemos que comer la galletita. Entonces, yo no quiero que el escritor me engañe y el asesino aparezca en el penúltimo capítulo. Claro que me va a sorprender si nunca apareció. Entonces, trato de mantener esa misma honestidad cuando escribo.
INSPIRACIÓN Y DISCIPLINA
–¿Cómo sos en el arte de escribir?, ¿sos una persona que tiene sus ritos?, ¿sos una persona espontánea?
–Yo tuve una transformación en ese sentido. Cuando había escrito cuentos con mi hermana, era una cosa así más un hobby. Pero yo opté ahora por la escritura como un oficio. Entonces, soy muy disciplinada. Esta novela que voy a publicar escribí en dos meses, porque me puse una disciplina, cada día tantas páginas y me sentía feliz cuando podía superar esas páginas. Y lo de la inspiración es cierto, tenés que estar trabajando para que la inspiración aparezca. Claro que hay momentos que de repente sucede algo. Yo soy muy de observar lo que sucede en la calle. Me gusta mucho irme a cafeterías y ver lo que la gente hace. Y tomo nota incluso en una servilleta si no tengo en qué escribir. Pero después soy una persona de ponerse a trabajar.
–”Un lentescopio llamado Aníbal”… Hablame de ese libro, por favor.
–Esta historia empieza en España, en Madrid. Yo estuve en El Rastro, que es un antiquario callejero, y descubrí un telescopio que me pareció maravilloso. Yo compro cosas que a mí me transmiten algo. Yo no compro porque es lindo, porque va a quedar bien en mi casa. Si queda bien, genial. Pero me tiene que transmitir algo especial. Vi ese telescopio y dije “ese telescopio tiene futuro”. Ahí hay mucha historia. Y era una historia, yo había iniciado con una historia, pero dejé de lado y luego uní a un personaje. Como te digo, yo siempre escribo sobre personajes reales. Este está inspirado en un sobrino mío, que es un sobrino muy particular, que es un sobrino que tiene mucha genialidad y una manera muy particular de ser, que no siempre es comprendido en el colegio o en el ámbito de los amigos.
El que se sale un poquitito de lo normalmente aceptado siempre es visto con un poquito de miedo, recelo. Entonces, uní ambos universos, el de ese niño y el del telescopio. Pero necesitaba un elemento que les conecte. Entonces, aparece Aníbal. Y el libro se llama Aníbal en honor a Aníbal Saucedo. ¿Por qué? Porque yo miro la imagen, yo necesitaba un abuelito para mi historia, que no hace papel de abuelito
Miro una foto de Aníbal con sus nietos. Y dije yo “este es mi Aníbal. Acá está mi niño, mi letescopio y Aníbal”. Y le escribo y le pido permiso y me dice “Carla, sin problemas”. Lo que yo usé fue su imagen, porque en realidad él es otra cosa en la historia que no quiero spoilear. Y entonces se da esa conexión. Lo que pasa es que este niño, dentro de su genialidad, había palabras que no sabía decir, entonces una de ellas era letescopio.
TRAMA
–¿Se puede contar la línea argumental sin adelantar todo?
–El libro trata de ese niño y esas dificultades y esos miedos que él tiene en el colegio. Sus padres están pasando una situación especial, que también contribuye a lo mejor que su mamá está superando una enfermedad. Entonces, esta señora le conoce a Aníbal porque es una arquitecta que va a solucionar un problema estructural de la casa, pero ahí descubre que este señor es algo más. Entonces, ella le comenta sobre su hijo y él le quiere conocer. Entonces, se genera una relación entre ellos, pero una relación que es muy simpática porque cuando el nene se va a conocerle es como que encuentra este universo y dice, “uy, acá todo esto yo quiero llevar a mi casa, pero a mí este viejito no me interesa para nada, ¿qué me va a contar este viejito?”. Tenía planeado llevarse las cosas del viejito a su casa, pero después se va generando un diálogo entre ellos, una relación tan estrecha que al nene dejan de importarle los objetos y empieza a relacionarse con el señor. Y ahí aparece el telescopio, que es muy metafórico, porque el telescopio puede ser los miedos que tenemos que sacar, las cosas que tenemos que superar, el cariño que ese señor puso para que él supere una serie de cosas. Yo creo que a cada lector ese telescopio le va a significar algo diferente.
–Hay como mucho énfasis en las relaciones interpersonales, ¿verdad?
–Y después la mamá también, que es una persona muy genial, porque fíjate que ella es la que le escribe a ellos sus libros de cuentos que leen a la noche. Entonces, ella inventa los cuentos, ella pinta esos libros. Yo te digo que en ese libro hay mucho de mí y de mi relación con mis hijos.
EXPERIMENTACIÓN
–¿Nunca te figuraste la posibilidad de escribir cuentos para niños?
–Me planteé, pero yo creo que no me llegó todavía el momento. Yo no me cierro a nada, yo escribo teatro, escribo poesía, cuentos, novelas. Me gusta mucho experimentar y mezclar. Cuando me dicen “Carla, esto no puedes mezclar con esto” es lo peor que me pueden decir porque ahí más quiero mezclar las cosas. Es más, yo tenía concebido que “Un letescopio llamado Aníbal” era solo para niños, pero salvando la distancia es una especie de “El Principito”, porque cuando leés de chiquitito entendés una cosa y te llega un mensaje, pero leés de grande y la parte de aventura a lo mejor te parece menos importante que el mensaje que transmite. Yo creo que con el “Lestescopio” es lo mismo, es un libro para la familia, que se puede leer en el colegio porque es para niños.
–Además, los adultos tienen tantas cosas que redescubrir de los niños.
–Sí. La persona que hizo el prólogo hace justamente esa salvedad diciendo que es una manera de volver a descubrirnos y de volver a descubrir un poco ese niño que tenemos, que no deberíamos perder nunca porque tiene tanto de riqueza un niño en su ingeniería mental y en su ingeniería de ver las cosas. Hay un capítulo que se llama “¿Por qué nos enseñaron a ser malos?”. El niño naturalmente no es malo, entonces un poco eso.
–¿Qué podés contarnos de tu tarea como artista plástica?
–Yo creo que trato de transmitir lo mismo que con los libros en las pinturas. Por ejemplo, saqué una serie que tengo ahí que se llama “Los niños de la basura”. Yo había pintado un cartón reciclado todas las escenas de niños en basurales. Entonces, siempre es también un acercamiento no a denuncias sociales, pero sí a todo lo que a mí me conmueve. Y también darle un valor de lo que es la basura para mucha gente, porque hay mucha gente que vive de la basura. Entonces, siempre hay ahí un doble mensaje, un doble juego, no quiero pintar por pintar flores, yo siempre quiero pintar lo que impacta a la persona que ve la imagen. Y ahí me genera un conflicto el tema de la pintura más que con la escritura. Tengo una hermana arquitecta que me dice “esto no es lo que vende hoy, Carla. Tiene que ser lo abstracto”. Pero yo muchas veces en lo abstracto no logro encontrar mi mensaje. A lo mejor hay gente que sí lo logra, yo tengo que ser honesta, yo no. En un círculo, en una raya no veo el sentimiento que quiero transmitir y yo quiero ser una persona muy auténtica en mis manifestaciones.
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“Conexión Sur”, catalizador para la integración regional
El ministro de Economía y Finanzas, Carlos Fernández Valdovinos, participó del diálogo de alto nivel denominado “Conexión Sur”, un programa que busca transformar la conectividad y el desarrollo económico en América del Sur a través de la integración.
En el marco de las Reuniones Anuales de las Asambleas de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y BID Invest, el titular de la cartera de Economía y Finanzas de Paraguay, Carlos Fernández Valdovinos, participó del encuentro “Conexión Sur”, iniciativa tiene como objetivo impulsar el crecimiento sostenible y la integración a través del desarrollo de una red de corredores de desarrollo.
Durante su intervención, Fernández Valdovinos enfatizó la necesidad urgente de fortalecer la integración en la región, poniendo en contexto las grandes distancias que aún existen entre los países sudamericanos, así como los obstáculos que representa la falta de conectividad.
“Tenemos que ser cazadores de utopías, tenemos que llegar a la integración que necesitamos. El mundo es volátil, y la solución no está lejos, está cerca acá en nuestro continente. Sin conexión no vamos a llegar a nada”, declaró. Al mismo tiempo, mencionó que a pesar de ser un continente rico, la falta de infraestructura adecuada limita el progreso.
El programa “Conexión Sur” se estructura en tres pilares fundamentales como la Conectividad; en busca de la mejora de carreteras, puertos, hidrovías, redes eléctricas y digitales. En segundo lugar, las Cadenas de valor regionales y globales, con el impulso al comercio y la producción local, facilitando la integración en mercados internacionales.
Y en tercer lugar, el Fortalecimiento institucional, mediante el apoyo a acuerdos comerciales, marcos normativos e instituciones a todos los niveles. Es así que con la firme determinación de “cazar la utopía”, el programa Conexión Sur promete ser un catalizador para la integración más profunda y beneficiosa para los países de América del Sur, creando oportunidades de desarrollo y cooperación para el continente.
Durante el evento, el representante de la cartera económica local, junto con otros líderes de la región, suscribieron una declaración de apoyo al Programa Temático Regional Conexión Sur, reafirmando el compromiso del país con la integración sudamericana.
La iniciativa respaldada por gobernadores del BID y representantes de alto nivel de países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia, busca abordar desafíos transfronterizos a través de un enfoque regional pragmático. Asimismo, se acordó la elaboración de un plan de acción con prioridades claras y plazos definidos para su implementación.
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Lo mejor de la comunicación en 3 minutos
Rocío Pont
Directora Operativa de ROW Comms
Pensá en esos momentos en los que una simple conversación cambió tu perspectiva, o en los que una historia, te hizo reflexionar. La comunicación va más allá de transmitir mensajes; es la herramienta que nos permite conectar con otras personas, negociar y resolver problemas. En las empresas, facilita el diálogo, alinea objetivos estratégicos y fortalece la reputación. Para mí, hay tres aspectos que hacen que trabajar en comunicación sea tan especial tanto a nivel personal como profesional.
1. Las personas
Este camino me permitió conectar con numerosos líderes de distintos sectores, desde la construcción hasta la tecnología, cada uno con trayectorias y visiones que admiro. Ya sea en una conversación casual o en una sesión de planificación, siempre hay una oportunidad para aprender sobre sus desafíos, tanto personales como de negocio, identificar cómo la comunicación puede aportar valor y, sobre todo, construir relaciones con personas excepcionales.
Estas experiencias me reafirman que en Paraguay no solo hay un gran potencial, sino que muchas empresas hacen las cosas bien desde hace bastante tiempo y a un nivel muy competitivo. Ser testigo de eso y, además, poder contar estas historias para darles el protagonismo que merecen es, sin duda, de lo más gratificante.
2. El storytelling
“Enseño la magia del storytelling”, decía Carlos Salas, un profesor de Máster con el que tuve el privilegio de coincidir y a quien sigo desde entonces. En sus clases aprendí algo que hoy aplico todos los días: no solo importa lo que decimos sino, sobre todo, cómo lo decimos.
El formato varía: puede ser un artículo, un discurso, una presentación para potenciales clientes, un correo a colaboradores o incluso un video. Pero hay un elemento trasversal y constante: cada acción necesita de esa magia que enseña Carlos, una que disfruto redescubrir y poner en práctica cada día.
Construir historias que impacten tanto verbal como visualmente es un reto. La forma en que contamos lo que sucede determina si el mensaje llega, si genera conexión y si influye en la percepción de nuestro público. Al final, el cómo marca la diferencia entre un mensaje que se olvida y uno que deja huella.
3. La conexión
A menudo se percibe el pensamiento analítico y la creatividad como habilidades opuestas: por un lado, lo metódico y estructurado; por otro, lo intuitivo y espontáneo. Incluso existe la idea de que no todos pueden ser creativos, o que los creativos no pueden ser analíticos. Sin embargo, ambas habilidades están conectadas y se nutren mutuamente.
Robert Greene dice que la creatividad no es un don místico ni un estado de inspiración repentina, sino el resultado de la experimentación y la capacidad de conectar conocimientos de diversas áreas. En otras palabras, la creatividad no surge de la nada: nace de observar con atención, analizar con profundidad y establecer vínculos entre ideas que parecen inconexas. La creatividad está presente en nuestro día a día, pero en comunicación la entrenamos de una forma más constante.
Al final, todo se trata de las personas detrás de las empresas y sus historias; ninguna es igual a otra. Es esa diversidad y dinamismo lo que hace que la comunicación sea un mundo tan interesante y, para mí, tan apasionante.
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Las secuelas que dejó la pandemia en las sociedades
- Fotos: Emilio Bazán
En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al sociólogo Carlos Peris y al filósofo José Manuel Silvero para reflexionar sobre los cinco años de la irrupción de la pandemia del coronavirus en el mundo. Además del saldo de muertes y pérdidas económicas, los catedráticos advierten que la emergencia sanitaria generó una ola de desinformación que ha persistido, además de un miedo que ha socavado la confianza y polarizado a las sociedades.
–¿Cómo podrían describir lo que nos pasó como sociedad con la pandemia?
–CP: Ya pasaron cinco años y me parece que podríamos decir que la pandemia nos vino a mostrar las debilidades de nuestra sociedad en el sentido de que muchas veces vemos a nuestras sociedades como un todo armónico, racional, hiperconectado y de repente vino un virus que nadie sabe bien en dónde apareció y nos metió a todos en nuestras casas. Y lo segundo es que vino a acelerar un montón de procesos que ya estaban presentes, pero que con la pandemia se aceleraron como, por ejemplo, las noticias falsas, la sociedad que se divide en dos partes dicotómicas, irreconciliables. Las sociedades están más fanáticas, cada vez se dialoga menos. Eso no es evolucionar hacia tiempos mejores.
–JMS: La pandemia vino a demostrarnos la fragilidad de ciertos sistemas que, en función a ciertos relatos, eran casi indestructibles. Desde el relato podemos decir que todo está bien y luego cuando un hecho como una pandemia te confronta ahí te das cuenta cómo los relatos van cayendo. Y a mí especialmente me interesa reflexionar sobre el impacto que la pandemia pudo haber tenido o tuvo en cierta franja etaria, especialmente en los niños, que tuvieron que quedar confinados y el proceso de socialización, que es fundamental en cierta edad, se interrumpió y todo el sistema escolar a nivel mundial en gran medida tuvo que sostenerse gracias a la solidaridad, entre comillas, de grandes empresas tecnológicas.
Es decir, los Estados no estaban preparados para enfrentar esta pandemia. Estoy hablando de la educación, podemos trasladar luego a los sistemas sanitarios, pero en cuanto a la educación se impusieron ciertos criterios tecnológicos, tuvimos que aprender a convivir con ciertas lógicas que no eran propias de la didáctica y de las teorías que veníamos discutiendo y en un momento dado de la noche a la mañana todo cambió. Evidentemente no hemos podido construir una autonomía digital y en un momento dado nos dimos cuenta de que efectivamente ciertos desarrollos tecnológicos son indispensables.
RUPTURA DEL PACTO SOCIAL
–Esta pandemia ocurrió en un momento de máximo orgullo científico en el mundo médico, en el que prácticamente ya hay pocas enfermedades irreversibles. ¿Hubo una cuestión de frustración que fue muy marcante en este proceso?
–CP: Yo creo que fue volver a la realidad. Es cierto que ya había ciertos aires de la posverdad y quizá se pensó que se podía controlar y que iban a volver los discursos racionales, que otra vez iban a volver ciertas perspectivas de confianza en la ciencia. Después vino la pandemia y cuando se impone el discurso sanitario los propios médicos te decían “nosotros tampoco sabemos qué hacer, nosotros tampoco sabemos cómo actuar”. Es más, se estaban desarrollando múltiples vacunas y esas múltiples vacunas otra vez se iban a acelerar los pasos para que estén lo antes posible. Es decir, todo ese discurso que se tenía de la ciencia, del progreso, de cómo le vas a discutir a la ciencia, también vino la pandemia y de un hachazo cortó. Y volvimos a discutir absolutamente todo. Antes nunca habíamos discutido el censo, pero ahora tanto discutimos absolutamente todo que aparecen los discursos que dijeron que el censista se va a ir a tu casa a sacarte información personal para que utilicen las empresas de (George) Soros. Es decir, esos pactos sociales que nunca se discutieron, de creer que algunas políticas públicas tienen que llevarse sí o sí, ahora todo se discute. Eso tiene su origen en la pandemia. Es decir, la pandemia fue una vuelta a la realidad.
–Si tan solo fuera debate o discusión, estaría genial, pero estamos hablando de la polarización que hubo entre nada menos que entre creencia y razón, que es un problema.
–CP: Pero también nos viene a mostrar la pandemia cuánto cambiaron los medios de comunicación y los referentes de opinión en la sociedad. ¿Por qué? Porque probablemente si ocurría la pandemia hace 20 años, cuando no existían las redes sociales, cuando no existían los influencers, cuando no existían las plataformas que en un día te pueden llegar a tener 200 millones de vistas, entonces aparecían esos referentes de opinión en los medios de comunicación y en gran medida ellos imponían una visión que después bajaba a la opinión pública. Ahora el conspiranoico, el que duda de todo, el que tiene esa posición extrema, ya tiene su canal en Youtube, ya tiene su canal en Facebook, ya tiene su canal en un montón de plataformas, tiene un alcance global, tiene un alcance mucho más rápido, puede interactuar al instante y efectivamente que es un discurso que se expande mucho más rápido y que a lo mejor tiene más efecto que los medios tradicionales.
SHOW DEL YO
–Pero vamos al asunto de la comunidad mundial orgullosa versus el sopapo de la pandemia.
–JMS: La vacuna en gran medida nos ayudó a protegernos contra una enfermedad, pero la situación que hemos vivido de alguna forma ha multiplicado un verdadero ejército de idiotas y voy a ir al término. “Idiotes” en griego significa el que se ocupa únicamente de sus cosas y se desentiende de las cuestiones sociales y de las cuestiones políticas. Yo llegué a ver profesionales que te hablaban de que podías beber lejía para enfrentar la enfermedad y un montón de barbaridades. Y muchas veces esa actitud irracional, oscurantista, retrógrada si se quiere, violenta al mismo tiempo, está muy ceñida, muy ligada al show del yo, en función a esa necesidad de generar contenido de manera constante.
–¿Podés explicarnos cómo actúa esto?
–JMS: Hay una urgencia de que el yo esté constantemente en una especie de escenario siempre vigente. No se desarma ese escenario. En ese sentido, a mí me parece preocupante que la academia haya perdido fuerza. Que la comunidad de científicos, de todos esos profesionales que investigan, que trabajan y que han ayudado a que la vacuna se desarrollara, eso se vio confrontado por un verdadero ejército de charlatanes, de idiotas, que se ocupan solamente de sus cosas, que al mismo tiempo ganaron adeptos a una velocidad impensable en otros tiempos. Y en poquísimo tiempo empezamos a tener un grupo grande de jóvenes y adultos que se resistían a la fuerza de la ciencia, a la fuerza del conocimiento, a la fuerza de la razón, que históricamente ha sido motivo de orgullo de la humanidad. Por otro lado, yo creo que la pandemia también vino a acelerar ese proceso de adopción de ciertas tecnologías que rápidamente se convirtieron en hegemónicas y globales. No nos preparamos, eso significa que en el cálculo prospectivo hemos fallado, de que tenemos que insistir en imaginar escenarios. Necesitamos imaginarnos cómo sería la reacción de los Estados de aquí a diez años si vuelve otra pandemia. Pero esa imaginación tiene que empujarnos a prepararnos.
VIVENCIA DE LA MUERTE
–Hablemos del fenómeno de la muerte y cómo golpeó como fenómeno comunitario.
–CP: Hay un autor extremadamente interesante, Norbert Elias, que escribió un pequeño ensayo que se llama “La soledad de los moribundos”. Y él dice que el hecho de morir no es solamente el estar en los minutos finales de la vida, sino que es además también cómo le tratamos a los ancianos, es decir, el proceso de envejecimiento y luego el proceso final. Todo eso implica el hecho de morir. Él dice que las sociedades más desarrolladas están más lejos de la idea de la muerte, porque la muerte deja de ser cotidiana. En definitiva, si estás enfermo tenés un mejor sistema de salud, tenés más sistema de contención social, tenés más posibilidades de otros tipos de terapias y en el caso de que no se pueda los cuidados paliativos son más grandes. Ahora, en los países menos desarrollados se mueren los más jóvenes, se mueren los niños, se mueren los adolescentes, se mueren los presentes, pero en definitiva en las sociedades menos desarrolladas cualquiera se puede morir. Entonces, la muerte se vuelve más cotidiana y uno en definitiva se puede morir por cualquier cosa, por dengue, por agua en mal estado, etc.
En la pandemia no hubo ni sociedad desarrollada ni sociedad no desarrollada, porque trajo consigo una gran cantidad de muertes, les niveló a todos porque todos los sistemas de salud colapsaron y en todo el mundo la muerte se hizo cotidiana. En el punto más álgido de la pandemia fue noticia de todos los medios de comunicación el mostrar durante toda una mañana el lugar donde se iban a incinerar a los muertos. Esa es una escena que ni en guerra hay. Entonces, vino la muerte, se volvió cotidiana y nos niveló a todos.
–¿Y qué representa hablar de lo que no se habla en una sociedad humana?
–JMS: Tabú. La muerte en gran medida es un finiquito incómodo. La pandemia vino a mostrar nuestra fragilidad. La condición humana sigue siendo una condición de fragilidad. Ahora bien, desde hace más o menos 30 años hay un movimiento muy importante transhumanista que habla de la posibilidad de que el ser humano pueda vencerle a la muerte. Y es un movimiento que algunos consideran extremadamente fantasioso y otros sí lo están agarrando muy en serio. Tan en serio que hay un laboratorio dentro del conglomerado de Alphabet donde están investigando cómo prolongar la vida. Calico se llama el laboratorio y están invirtiendo mucho dinero. Estamos en una época en la que hay grupos de investigadores que creen firmemente que de aquí a 50, 100 años y ahora con la inteligencia artificial vamos a tener novedades con respecto a la muerte.
ESCENARIO FUTURO
–¿Y qué pasaría si en ese periodo enfrentamos otra pandemia?
–JMS: Yo no sé si ahí por el medio aparece otra pandemia cómo vamos a reaccionar, pero nos estamos entusiasmando con la posibilidad de que los seres humanos le podemos vencer a la muerte. La pandemia nos demostró de manera fehaciente los frágiles que somos. ¿Cuál fue la respuesta? Por un lado, investigadores trabajando en superlaboratorios y, por el otro lado, charlatanes que te vuelven a inundar de relatos donde el exitismo está en el orden del día. La fiesta ha subido el consumo de alcohol de manera considerable y la enorme cantidad de jóvenes y de niños incluso que se aferran a las ideas de youtoubers, influencers como grandes referentes de una sociedad y de una comunidad que está tratando de reencantarse. Después de tanta muerte, después de tanto sufrimiento, hay que reencantar el mundo. ¿Cómo lo estamos haciendo? A fuerza del show del yo, por un lado, por el otro lado invirtiendo más en tecnología en ciertos lugares del mundo, mientras que en otros lugares del mundo se están retirando los fondos para la investigación.