La destitución del entonces ministro de Obras Públicas Efraín Alegre en junio del 2011, cuyo “agujero negro” en el MOPC se describe en la serie de notas que viene publicando este medio, no solo provocó un problema de desprestigio por corrupción al gobierno de Fernando Lugo, sino que –junto con el despido de Rafael Filizzola, entonces ministro del Interior- arrancó el contexto conspiraticio al interior del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) en una primera etapa y que un año después, exactamente, concretaría la caída de Lugo del poder, ya aliados con la Asociación Nacional Republicana (ANR).

Con frecuencia se cita como un episodio relevante de “la traición” de Efraín Alegre contra Fernando Lugo el voto a voz de cuello “¡por la condena!” en el juicio político contra el exobispo; sin embargo, ese fue solo el final de un proceso que se había iniciado un año antes, cuando informado sobre diversas irregularidades en la gestión de Alegre, el presidente había resuelto destituirlo. Políticamente, la salida conjunta de Alegre y Filizzola se explicó igualmente como un desacuerdo de Lugo con la prematura acción proselitista y el uso de bienes del Estado para tales fines, de ambas figuras caídas del gabinete.

El dato irrefutable es que ambos, Alegre y Filizzola, se refugiaran a partir de entonces en las carpas de la conspiración contra Fernando Lugo, que en una primera etapa compromete a la dirigencia del PLRA, alrededor del propio vicepresidente Federico Franco y más tarde, ya en el segundo semestre de ese mismo año, empezarían los contactos con referentes del Partido Colorado. Estos terminarán manejando los tiempos dentro de lo funcional que pudiera ser el juicio político para la vuelta al poder de este sector.

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Por lo tanto, la conspiración de Alegre y Filizzola contra el expresidente Fernando Lugo no solo desembocó en la caída de esta primera experiencia de gobierno no colorado de la transición, sino además fue el elemento altamente facilitador para el retorno de la ANR a las riendas del poder en Paraguay.

Un rotundo hecho de corrupción denunciado desde la propia auditoría de la Presidencia de la República, cuyo resultado publicamos en estos días (37 millones de dólares de “agujero” en el MOPC) unos tres meses después de la salida de Alegre, agravó el contexto y pese a que el informe fue “cajoneado” en la Presidencia, el riesgo de una denuncia ante Contraloría o Fiscalía habría sido también otro hecho detonante de un aceleramiento del plan de conspiración.

El resto de la historia es conocida, el contubernio entre sectores liberales, la conspiración con los colorados y el juicio político contra Fernando Lugo en junio del 2012. La gestión de un año del gobierno liberal plagada de denuncias de corrupción supuso una alfombra roja (nunca mejor expresada) para el regreso de la ANR al poder.

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