Este lunes se realizó un acto de recordación de la gesta del 2 y 3 de febrero de 1989, que se concretó con la caída de la dictadura en el país. Alfredo Stroessner estuvo en el poder durante 35 años.
El general de división (SR), Evelio Benítez, recordó aquel día y destacó que fueron varios días de planificación para lograr la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner. “Estuve en la primera división de Infantería, fui jefe de operaciones”, dijo en entrevista con Universo 970 AM.
Alfredo Stroessner Matiauda fue presidente de la República del Paraguay desde 1954 hasta 1989. El descontento generalizado en el entorno del dictador, en la Iglesia y en la ciudadanía, fueron condimentos para el golpe de Estado del 2 y 3 de febrero de 1989.
En los últimos meses se han identificado a varias víctimas desaparecidas en aquella época, gracias al trabajo de un equipo multidisciplinario de antropología forense, del que forma parte el doctor Rogelio Goiburu, hijo de uno de los desaparecidos.
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A 71 años del golpe de Estado que derrocó a Chaves y coronó a Stroessner en Paraguay
Lourdes Torres (lourdes.torres@nacionmedia.com)
Este domingo 4 de mayo se conmemora una de las fechas que ha quedado marcada a fuego en la historia paraguaya: el inicio del gobierno autoritario más prolongado de todo el periodo independiente de la República del Paraguay.
El 4 de mayo de 1954 se llevó a cabo un operativo militar relámpago, encabezado por el joven general de artillería Alfredo Stroessner, quien entonces ejercía el cargo de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, nombrado por el entonces jefe de Estado, Federico Chaves.
Chavez fue derrocado por el golpe militar y en su lugar asumió Tomás Romero Pereira, quien luego entregó el poder a Stroessner.
Para conocer el trasfondo de este capítulo histórico, La Nación/Nación Media recurrió al historiador Fabián Chamorro y al analista colorado José Ocampos, quienes brindaron su visión de lo ocurrido.
Ambos coincidieron en que con este golpe de Estado se remató una sucesión de hechos desencadenados tras la guerra civil de 1947, que devolvió al poder al Partido Colorado; pero en medio de un ambiente sumamente convulsionado por la inestabilidad política.
En el corto periodo de 6 años (1948 a 1954) se sucedieron 5 gobiernos colorados, que fueron cambiando por constantes golpes de Estado, durando menos de un año en el poder.
Salvo el gobierno de Federico Chaves, que alcanzó casi 5 años en el poder (del 11 de septiembre de 1949 al 4 de mayo de 1954), primero como presidente provisorio y luego como presidente constitucional (a partir del 15 de agosto de 1953).
Fabián Chamorro destacó que Chaves logró mayor estabilidad en su gobierno gracias a que tenía mayor ascendencia en el Partido Colorado. Indicó además que su principal contrincante, que era Natalicio González, prácticamente estaba exiliado.
“Este marco de inestabilidad política en el país coincidió con la situación geopolítica, se ingresó en el clima de la Guerra Fría, que se dio luego de la finalización de la II Guerra Mundial. El mundo prácticamente se dividió en dos; los que estaban influenciados por la Unión Soviética, el bloque comunista, y los que estaban influenciado por Occidente”, comentó José Ocampos.
Mencionó que en medio de este escenario se dieron varios intentos guerrilleros que tenían como objetivo estallar una nueva revolución social, teniendo en cuenta las condiciones sociales en Paraguay con los Mensú.
“Estados Unidos estaba buscando gobiernos más fuertes, especialmente ante el peligro de que el comunismo pudiera instalarse en la región. Este es un factor importante a evaluar en el periodo de Chávez”, acotó Chamorro por su parte.
Descontento en la ANR
Los historiadores señalaron que el golpe de Estado se dio porque ya había un descontento dentro del partido de gobierno, la Asociación Nacional Republicana.
“Desde 1947 en adelante, el Partido Colorado se había convertido en un cuerpo elector. Es decir, la Junta de Gobierno decidía quién era el presidente y prácticamente se decidía entre sus miembros, no es que habían elecciones populares. En medio de esto, la figura política de Chaves comenzó a deteriorarse, sumado a la situación económica complicada y a los militares que pedían cada vez más espacio de poder”, comentó Chamorro.
Tanto Chamorro como Ocampos coincidieron en que en esta coyuntura surgió la figura del joven general Stroessner, que no solo tenía un fuerte poder en las fuerzas militares, sino que además contó con el apoyo de Estados Unidos.
“Los sectores más conservadores del Partido Colorado, sobre todo de Natalicio González y del Guion Rojo, tuvieron fe en depositar la confianza en el general más joven, que fue excombatiente de la Guerra del Chaco, condecorado y gozaba de un prestigio enorme. El Gobierno norteamericano también entendió que el único que podría repeler el avance del comunismo en el país y que merecía su apoyo era este joven militar paraguayo”, acotó Ocampos.
La victoria de la Revolución cubana con Fidel Castro y del “Ché” Guevara motivaron a que se expanda el comunismo en Latinoamérica, con “Sendero Luminoso” en Perú, y otros movimientos guerrilleros en Argentina, Uruguay y toda América.
La noche del golpe
A las 20:00 aproximadamente, un grupo comando del histórico Batallón 40 de las Fuerzas Armadas paraguayas atacó el Cuartel de la Policía, en Asunción.
En el cruce del tiroteo intenso que se dio, hirieron de muerte al joven y brillante dirigente colorado Roberto L. Petit, entre varios otros jefes y oficiales asesinados durante el ataque, marcando el derrocamiento de Chaves.
El periodista e historiador Bernardo Neri Fariña narra en su libro “El golpe del 4 de mayo de 1954″ que el todavía presidente Federico Chaves buscó refugio en el Colegio Militar (actual sede del Congreso Nacional) y solicitó apoyo a su director, el general Marcial Samaniego; sin embargo, éste ya respondía a su camarada y amigo, el general Stroessner, e inmediatamente lo puso bajo arresto.
De acuerdo al relato de Fariña, cuando el mandatario quiso hacer prevalecer ante Samaniego su condición natural de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, cargo que previamente ya había delegado en el general Stroessner, el entonces capitán de Infantería, Isaías Barreto, le respondió a Chaves: “Su excelencia, usted está preso”.
Gobierno provisorio
Al día siguiente, la Junta de Gobierno de la ANR instaló una sesión oficial en la que exigió a Federico Chaves presentar su renuncia a la presidencia de la República.
En esta misma sesión se resolvió designar al general Alfredo Stroessner como candidato del partido para el periodo constitucional restante (1953-1958), estableciendo como fecha de los comicios el 11 de agosto de ese año y el 15 de agosto como fecha para que asuma el cargo.
Se resolvió también designar como presidente provisional del Paraguay al arquitecto Tomás Romero Pereira, quien debía hacer la convocatoria a elecciones y luego entregar el cargo a Stroessner.
Es así que el joven militar victorioso del golpe de Estado se convertiría luego en presidente constitucional, de quien no se esperaba que durara en el mando, como recordó el historiador Chamorro; sin embargo, logró perdurar imponiendo una dictadura militar por 35 largos años.
“Justamente, los norteamericanos le brindaron todo su apoyo, porque pensaban que era una figura que no buscaría perpetuarse en el poder. Este pensamiento falló, porque Stroessner se mantuvo en el poder prácticamente inamovible”, concluyó Chamorro.
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Gamarra cuestiona discurso opositor: “Cuando ocurre algo que no les gusta, dicen que es dictadura”
El diputado Rodrigo Gamarra emitió su opinión respecto al discurso que sostienen varios referentes del sector opositor, quienes constantemente buscan instalar la versión de que en Paraguay rige la “dictadura”, sin embargo, este afirmación solo es sostenida cuando algo no les gusta o no les favorece, pero guardan silencio cuando ellos son los protagonistas de los atropellos.
“Ya no sé a qué le llaman dictadura y a qué democracia, cada vez que que ocurre una situación que a ellos no les gusta o no les favorece, ya sea desde una elección democrática a través de las urnas, una elección de los pares en ambas Cámaras para ocupar cargos legislativos y extrapoder, para ellos es dictadura y copamiento, ahora si ellos son elegidos, es democracia”, señaló.
En comunicación con La Nación/Nación Media, el parlamentario colorado se refirió a los hechos que tuvieron lugar días atrás, donde varios integrantes del sector opositor lideraron una violenta movilización que derivó en una posterior denuncia por parte de la Policía Nacional por perturbación a la paz pública.
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“Lo que ocurrió en el Palacio de Justicia es un caso sin precedentes, la Policía Nacional, que tiene la atribución constitucional de reprimir en casos de atropellos a las instituciones públicas, de disturbios, tal y como ocurre en los estadios de fútbol cuando las personas desubicadas ponen en peligro la vida de la gente. Este no era un caso distinto”, aseveró.
Medios de prensa, videos y fotos que se publicaron en redes fueron testigos de que legisladores opositores, protagonizaron un “atropello”, según indicó Gamarra, a las fuerzas del orden. Para el diputado es claro que los mismos violentaron a los agentes de la Policía, en modo de provocación y tratando de generar una reacción de los mismos.
“Hay una foto en la que el senador Rafael Filizzola le está escupiendo prácticamente a un policía, gritando de manera violenta, empujándole para que el policía reaccione, pero los policías dieron un ejemplo de civismo yendo a presentar una denuncia, por eso me parece digno de felicitar, porque incluso les da la oportunidad a que esa gente se defienda y diga por qué se fueron a atropellar ese lugar”, indicó.
Opositores sin autocrítica
A esto añadió, “pero eso no les vuelve a gustar y dicen que es dictadura, acaso los policías no tienen derecho civiles y no pueden denunciar si son agredidos”. El diputado cuestionó que los opositores hablen de dictadura cuando a menudo sus actuaciones recaen en atropellos a instituciones y autoridades , pero no haya autocrítica para reconocer esos hechos que representan un atropello a la democracia.
“En dictadura no hubiesen podido movilizarse, no hubiesen podido lanzar acusaciones temerarias contra el presidente, hacia miembros del Congreso y otras autoridades, ellos violentan derechos de terceros, pero alegan que hay dictadura, es ilógico e irracional lo que plantean. Paraguay goza de extremas libertades, incluso es reconocido por colegas diputados y senadores de otros países, la libertad que gozamos es plena y no existe ningún indicio de dictadura en ningún aspecto”, concluyó.
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Argentina desclasifica documentos sobre la dictadura
- Buenos Aires, Argentina. AFP.
El gobierno del presidente argentino Javier Milei anunció la desclasificación de documentos de inteligencia referidos a la última dictadura militar al cumplirse ayer lunes el 49 aniversario del golpe de Estado de 1976. “El presidente instruyó la desclasificación total de toda la información y documentación vinculada con el accionar de las Fuerzas Armadas durante el período de 1976 a 1983. Así como toda otra documentación producida en otro período, pero relacionada con el accionar de las fuerzas”, anunció el vocero presidencial, Manuel Adorni.
Según explicó, la medida implica el “traspaso absolutamente de estos archivos de la Secretaría de Inteligencia del Estado a la órbita del Archivo General de la Nación, organismo encargado de la conservación y consulta de documentos históricos”. El anuncio se oficializó en coincidencia con la conmemoración este lunes del Día Nacional de la Memoria que recuerda el inicio de la última dictadura militar que dejó unos 30.000 desaparecidos, según organismos defensores de los derechos humanos.
La decisión obedece a un decreto de 2010 (durante la presidencia de Cristina Kirchner) que “si bien se dictó hace 15 años, nunca que cumplió completamente”, señaló el portavoz. El gobierno de Milei pregona lo que denomina la “memoria completa” de lo sucedido durante la última dictadura al equiparar los crímenes de las fuerzas armadas con los de la guerrilla, algo que fue rechazado por los organismos de derechos humanos.
“Lo que ocurrió en el pasado debe estar en los archivos de la memoria, no en los archivos de inteligencia”, dijo Adorni. “Los archivos pasarán ahora a estar al servicio de la memoria y no de la manipulación política”, agregó. Como cada año, los organismos de derechos humanos marcharán este lunes a Plaza de Mayo con el apoyo de sindicatos y partidos opositores en conmemoración del Día de la Memoria.
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Multitudinaria marcha
Decenas de miles de personas marcharon este lunes en Buenos Aires junto a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo bajo la consigna “Memoria, verdad y justicia” a 49 años del golpe de Estado que dio lugar a la última dictadura militar (1976-1983). En el Día de la Memoria, organismos defensores de los derechos humanos, partidos políticos opositores, sindicatos y movimientos sociales y de estudiantes convocaron a la marcha que bloqueó el centro de Buenos Aires en un día feriado en Argentina.
Al grito “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza” las columnas saludaron el paso de integrantes de esa organización que todavía buscan a sus hijos desaparecidos. Organismos de derechos humanos cifran en 30.000 los desaparecidos, en tanto Abuelas de Plaza de Mayo buscan a unos 400 niños que fueron robados al nacer durante el cautiverio clandestino de sus madres.
“En esta larga lucha llevamos 139 casos resueltos. Hace apenas dos meses restituyeron la identidad de un nieto y una nieta que nunca habían sospechado de su origen. Necesitamos de toda la sociedad para encontrarlos a todos, nunca es tarde”, dijo Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, una de las oradoras del acto.
“El Estado debe garantizar la restitución de nietas y nietos”, agregó. “La apropiación es una desaparición forzada y hasta tanto no se cononozca la verdadera identidad, se sigue cometiendo”. Entre la multitud abundaron carteles “contra el negacionismo del gobierno” de derecha de Javier Milei, cuyo férreo ajuste económico diezmó decenas de empleos en la secretaría de Derechos Humanos y en los sitios de memoria donde funcionaron cárceles y centros de tortura.
“Milei, basura, vos sos la dictadura”, corearon los manifestantes con banderas argentinas y pañuelos con la leyenda “Nunca más”. “Hoy siento que tenemos que estar acá más que nunca para que no se pierda la memoria del horror que vivió Argentina, no se puede negar la historia”, dijo a la AFP María Eva Gómez, empleada de comercio de 57 años que marchó con su marido y sus tres hijos adolescentes.
“Hay gente que dio su sangre inocentemente por hacer reclamos y nosotros estamos en una democracia que nos costó mucha sangre inocente, la única forma de mantenerla es teniéndolo presente”, agregó. La marcha se desarrolló en forma pacífica y sin la intervención de la policía, que se abstuvo de aplicar un polémico protocolo de seguridad cuyo despliegue en una protesta de jubilados semanas atrás causó graves incidentes y dejo a fotorreporteo con fractura de cráneo por un disparo policial de gas lacrimógeno.
“Todavía hay desaparecidos que no los encontramos (...) por eso la convocatoria fue tan masiva”, dijo Elías Pérez, un médico jubilado de 68 años. El gobierno anunció este lunes la desclasificación de archivos de inteligencia sobre el accionar de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983, al ampliar un decreto de 2010.
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Concierto interrumpido
El autor de este relato recrea los hechos que rodearon a un mítico concierto que fue frustrado por el levantamiento militar que depuso al gobierno de Federico Chaves y allanó el camino del acceso al poder a Alfredo Stroessner.
- Por Óscar Bogado
- Fotos Gentileza
El jefe de la Policía estaba inusualmente inquieto. Debía ir a su despacho a firmar unos cheques para el pago de los salarios del personal, ya ansioso por percibir sus haberes. Aunque magros, por lo menos eran seguros en el ambiente de crisis que azotaba al país y que alentaba a muchos compatriotas a emprender ese otro exilio, el económico.
Roberto L. Petit estaba por cumplir cuatro meses en el cargo y, también, a punto de enfrentar una prueba de fuego. El presidente Federico Chaves lo había designado en ese puesto, siempre polémico y difícil, inapropiado para él, porque necesitaba contar con gente de confianza en ese sitio clave. Petit lo había aceptado con protestas y lo ejerció con estoicismo. Era joven y sentía que el futuro todavía estaba lejos.
El frío acudió puntual ese mayo y con él, las calles del centro de la capital se llenaban de silencio apenas se extendía la oscuridad, salvo esa noche. La apertura de la cuarta temporada de la orquesta sinfónica de la Asociación de Músicos del Paraguay despertó el entusiasmo y la curiosidad de mucha gente en la Asunción de mitad del siglo pasado, privada de la riqueza cultural de otras ciudades más cosmopolitas.
Carlos Lara Bareiro regresó del Brasil a inicios de 1951. Fue a estudiar composición y dirección orquestal. Apenas llegó, se ocupó de la reactivación de la orquesta de la asociación, esta vez con una estructura sinfónica y ya ese mismo año dio sus primeros conciertos. En un país con las arcas públicas exhaustas no sería fácil impulsar un proyecto semejante.
Luego de haber agotado sin éxito varias instancias oficiales, lejos de decepcionarse y abandonar el proyecto, lo llevó adelante con la asociación, que aglutinaba a muy buenos intérpretes.
AMBICIOSO PROGRAMA
La orquesta era una realidad y el día en el que transcurre esta historia se iniciaba una nueva temporada con la presentación de un ambicioso programa, dedicado al homenaje de la independencia del Paraguay, que incluía a la “Heroica”, la tercera sinfonía de Beethoven, la que había revolucionado la creación musical apenas iniciado el siglo de Napoleón y de Darwin, cerrando el periodo clásico. Como había sentenciado el austriaco Joseph Haydn, “nada sería igual desde entonces”. Esta obra disruptiva fue la elegida para iniciar una nueva y difícil temporada de conciertos, en el mejor escenario de Asunción, el Teatro Municipal. El concierto se inició puntualmente. La puntualidad no tendría que ser algo destacable, pero en Paraguay es inusual. El concierto comenzó a las 21:15 cuando la orquesta hizo sonar, como golpes, los dos primeros acordes del primer movimiento de la “Heroica”, una pieza estruendosa que llenó el auditorio de entusiasmo y sorpresa.
Apenas comenzó el movimiento inicial, con un cautivante allegro con brío, se escucharon fuertes detonaciones y el traqueteo de metrallas en las espaldas de la orquesta. Parecía que estaban atacando el teatro. El maestro Lara Bareiro pensó que las detonaciones eran petardos lanzados por algún saboteador, pues el incipiente movimiento sinfónico paraguayo tenía sus detractores.
Por ello, trató de ignorarlos; pero en los énfasis que marcaba en la ejecución de la sinfonía se notaba su nerviosismo, era evidente que algo no andaba bien. Las distorsiones rítmicas y disonancias del primer movimiento quedaron en un segundo plano ante la persistencia de los evidentes disparos. El público comenzó a salir. El concierto siguió, surreal, hasta los primeros compases de la segunda parte de la obra: “La marcha fúnebre”. Más de uno asoció la marcha con lo que se venía: otro episodio sangriento que arrastraría a inocentes y enlutaría hogares. Otros no repararon en ese detalle, solo querían salir de la sala.
UNA ALDEA
La ciudad de Asunción, en esa época, era un poco más que una aldea. Al ser pequeña, permitía a los vecinos conocerse, tratarse y, digámoslo también, controlarse. El centro hacía honor a su nombre y reunía toda la actividad política, administrativa, comercial y hasta cultural y recreativa de la comunidad e inclusive del país. Todo quedaba cerca.
Por eso no era raro que aquel martes en el bar Odeón, que estaba ubicado próximo al Teatro Municipal y en las inmediaciones del Cuartel Policial, se congregaran funcionarios del Gobierno, políticos de diversas corrientes, bohemios, periodistas, músicos de la orquesta y hasta el jefe de Policía quien, haciendo un alto en su camino, pasó a saludar a sus amigos, habitualmente reunidos en el bar.
Minutos antes del concierto, se incrementó la concurrencia en el Odeón. Entre copas y el humo que se espesaba, la función que estaba por comenzar era uno de los temas dominantes de la mesa más concurrida; era toda una proeza sostener una sinfónica y presentar un repertorio digno de cualquier escenario europeo y, lo mejor, incluyendo composiciones paraguayas.
Pero de lo que más se hablaba, sin duda, era de la situación política. El gobierno de Chaves se había deteriorado con la inercia normal del ejercicio del poder y la insatisfacción que genera no poder cumplir con todas las ambiciones como resolver los problemas de la recesión económica que parecía proverbial en el Paraguay.
Apenas iniciado el año se había dado un quiebre con importantes líderes del partido oficialista, encabezados por Epifanio Méndez Fleitas, quienes, afianzados como estaban en el arte de la conspiración, se embarcaron en ese puerto, buscando aliados entre los militares para tumbar al gobierno, vicio que se había vuelto recurrente desde la posguerra del Chaco.
PUGNA
Lo que no sabían era que Alfredo Stroessner, en ejercicio de la Comandancia del Ejército, no se dejaría utilizar, sino todo lo contrario. La pugna estaba entre dos sectores, entre los partidarios de Chaves y los de Méndez Fleitas. Terminaría ganando un tercero, un militar hasta entonces subestimado.
Había malestar en los cuarteles por ciertas movidas que se dieron en la víspera, buscando consolidar lealtades y prevenir insurrecciones. Una de las reglas no escritas del manejo del poder era que todo gobierno debía contar con la adhesión de la Caballería para sostenerse; lo mismo se aplicaba para quienes pretendan derrocarlo.
En esa inteligencia, el presidente Chaves tenía en Campo Grande a uno de sus principales aliados, el coronel Néstor Ferreira.
También había fortalecido a la Policía, dotándole de armamento bélico para tener mayor resguardo, bajo la conducción de uno de sus hombres más confiables e íntegros. Lo cierto es que, aun con estas precauciones, se avecinaba un golpe de Estado.
Petit restó importancia a los rumores. Sin embargo, su intranquilidad evidenciaba una preocupación incómoda. Sus compañeros de mesa volvieron a insistirle en que deje la Comandancia de la Policía, que aquello no era para él, que se estaba postergando; aunque más de uno destacó que era mejor tenerlo ahí, en ese estamento, con su rectitud y civismo, y no a otro, que no dudaría en reprimir a cualquier ciudadano por motivos fundados o no, como ocurría antes y se repetiría después.
MOVIDAS
Ingenuamente, el coronel Néstor Ferreira se presentó ante Stroessner, en la comandancia del Ejército. Le debía una explicación sobre las movidas de la víspera que afectaron al mayor Virgilio Candia, partidario suyo. Y lo que es peor, le advirtió que, si él no regresaba a su división antes de las diez de la noche, la Caballería tenía instrucciones de movilizarse. Por supuesto, ante estos condicionantes, Stroessner no dudó en apresar a Ferreira y acelerar el alzamiento militar que ya tenía resuelto ejecutar.
La insurrección se inició cerca de las veintiún horas del 4 de mayo de 1954, cuando el Batallón 40, un cuerpo de élite del Ejército, atacó el Cuartel de Policía, bajo la conducción del teniente coronel Mario Ortega. Un centenar de soldados se apostó sobre la calle El Paraguayo Independiente, frente a la Policía, y otros más la rodearon, desplegándose por la calle Nuestra Señora de la Asunción. La Caballería, acéfala en esas horas decisivas, dudó en entrar en combate y perdió la mano.
Los enfrentamientos se dieron exclusivamente en el centro de la capital, especialmente en los alrededores del Cuartel de Policía, es decir, en las adyacencias del Teatro Municipal, justo cuando el primer movimiento de la “Heroica” estaba atrapando la atención del público que colmaba la sala, arrancándole al director de la orquesta del éxtasis al que lo había llevado la intensidad creativa de Beethoven y lo anhelado de ese momento, del sabor especial que confieren los logros antecedidos por incontables dificultades. Aun con la confusión reinante, el maestro Carlos Lara Bareiro quiso seguir con el espectáculo y dispuso que la orquesta inicie “La marcha fúnebre”, hasta que el griterío y la irrupción de los militares los obligó a interrumpir el concierto y abandonar el teatro.
Simultáneamente, en uno de los pasillos del cuartel, Roberto L. Petit era alcanzado por una de las balas enemigas y, aunque fue auxiliado por sus atacantes por orden del comandante del Batallón 40, quien así lo dispuso apenas se enteró del hecho, llegó al hospital ya sin vida.
Las circunstancias que rodearon a la muerte de Petit, una herida pequeña, el vehículo que se averió en el camino, el tiempo perdido y la falta de cuidados de emergencia en el trayecto le confieren a este episodio un tono aún más trágico. Con frecuencia, en las insurrecciones se omiten los recaudos de primeros auxilios y, en más de una ocasión, se han lamentado víctimas que podían salvarse. Este fue uno de esos casos. Se puede concluir, no obstante, que el destino se empeñó en cumplir sus designios sin que la acción humana pudiera impedirlo.
PRONTA DERROTA
Las fuerzas gubernistas no tardaron en ser derrotadas, algunos combatientes leales huyeron hacia los bajos del antiguo Cabildo; otros se dispersaron por las inmediaciones. Una veintena de bajas quedó como saldo de los enfrentamientos. Poco se sabe de estos muertos casi anónimos. El presidente Chaves estaba detenido en el Colegio Militar, donde fue a buscar refugio. La suerte estaba echada y todo había acabado para él.
El maestro Lara Bareiro, lejos de huir o guarecerse, deambuló por el centro, donde todavía se daban algunos enfrentamientos. Parecía en otra dimensión. Decepcionado por no poder concluir el concierto al que tanto tiempo y esfuerzo dedicó, el futuro de la orquesta se volvía aún más incierto.
Entendía perfectamente quiénes estaban detrás del golpe y lo que podía esperar de ellos. Caminaba sin rumbo aparente mientras daba rienda suelta a sus ideas, invisible ante los retenes que fueron improvisándose. Todavía persistían algunos disparos, cada vez más lejanos. Miró las paredes carcomidas por la furia de los proyectiles sediciosos, pero no pudo identificar si esos rastros eran recientes o formaban parte de las huellas de rebeliones anteriores.
De repente se sobresaltó y volvió al presente al encontrar en la intersección de las calles 25 de Mayo y Yegros el Ford Mercury de Roberto L. Petit, averiado por algún disparo que alcanzó el motor, abandonado con rastros de sangre. El resto de la historia pudo construirla sin mayor esfuerzo. Adivinó la muerte que muchos quisieron evitar y tantos lo lamentarían. El país perdía un buen hombre, un hombre decente. El frustrado director de orquesta miró al cielo y dijo: “Esto no es el fin, Roberto, es apenas el comienzo”.