Analistas políticos y militares participaron esta mañana de un debate en los estudios de la 970AM, durante el programa @elrepasadorpy. Estuvieron el ex ministro de Educación, Horacio Galeano Perrone y los Generales (R) Carlos Liseras y Darío Cáceres, quienes relataron como se dio la gesta libertaria del 2 y 3 de febrero de 1989, que puso fin a 35 años de dictadura de Alfredo Stroessner.
Galeano Perrone recordó algunas anécdotas del intento fallido de apresar al Gral. Andrés Rodríguez, quien lideró el golpe militar que posibilitó el derrocamiento de Stroessner. "A Stroessner le iban contando que se venía el golpe. A 20 días del golpe, le iba a mandar apresar a Andrés Rodríguez”, señaló.
“Lo de la casa de Ñata Legal se dio porque le avisaron que Stroessner vino ahí” , dijo Galeano Perrone en otro momento, al referirse a la incursión de los militares en el domicilio de la mujer que en ese entonces era pareja del dictador.
"Nadie dudaba ahí porque éramos jóvenes y nos queríamos probar en nuestra profesión; probar nuestro cuerpo en combate”, rememoró a su vez el Gral.(R) Carlos Liseras, quien formó parte del grupo de militares que propició la caída del régimen.
"Estábamos preparados por tantos años de educación militar de pensar en el objetivo y no pensar en otras cosas" , añadió.
El militar retirado habló de la incertidumbre que en ese momento había con respecto al desenlace que podría tener la incursión militar. "Uno no sabe qué va a pasar ni contra quien se va enfrentar" , indicó.
Sin embargo, el corolario fue “un jolgorio porque todo el mundo estaba con mucha adrenalina”, conforme expresó.
Liseras recordó que “todos los oficiales que caían prisioneros eran llevados y encerrados en una pieza grande”.
En su caso particular, dijo que la instrucción que tenía era “presentarse a la Caballería por cualquier cosa”. “Estábamos ahí escuchando por radio lo que pasaba”, puntualizó.
Preparativos iniciaron en octubre de 1988
El Gral. (R) Darío Cáceres habló de la forma en que se gestó el grupo de militares rebeldes. "Desde octubre del 88 ya la marina venía preparándose y entrenando" , señaló.
Finalmente entre la noche y madrugada del 2 y 3 de febrero, conocida como la “Noche de la Candelaria”, donde un grupo de las fuerzas armadas dirigidas por el general Rodríguez se sublevaron al entonces presidente y lo derribaron del poder, hasta mandarlo al exilio, donde posteriormente falleció. Los restos del dictador permanecen en Brasil y actualmente suman los detractores que no quieren que sean repatriados al Paraguay.
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“Bajo las banderas, el sol” ganó un premio en Canadá
La próxima película documental paraguaya “Bajo las banderas, el sol”, con dirección de Juanjo Pereira, obtuvo el tercer premio First Look en el Hot Docs Forum, consistente en de 5.000 dólares, el pasado 1 de mayo en Toronto (Canadá), entre 19 proyectos de 18 países. Considerado el mayor festival de cine documental de Norteamérica, Hot Docs alcanza su edición número 25.
“Recibí fondos del Inap (Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo) para el viaje al festival internacional de documentales de Canadá, HotDocs, donde obtuvimos un premio del jurado en el área de industria”, comentó Pereira en un video difundido por el Inap, el 10 de mayo, tras su visita al director de la entidad, Christian Gayoso, sobre su proyecto que se encuentra en etapa de desarrollo.
“Entonces, vine a hablar sobre la conexión entre Paraguay y Canadá, todo lo aprendido en este viaje, las conexiones que se pueden hacer entre ambos países para el futuro. Empezamos a discutir sobre el Festival Internacional de Cine Contemporáneo en Asunción (Asuficc) y su posible enlace entre el Inap, el festival y todo lo relacionado a Canadá”, agregó el joven cineasta.
Premiaciones anteriores
En marzo pasado, en el marco del Festival de Málaga (Canadá), el proyecto paraguayo recibió la Biznaga de la sección WIP (Work in Progress) Iberoamérica, que apoyará la finalización de la película en fase de posproducción y hará viable su distribución internacional. En agosto de 2022 mereció el primer premio en el II Mercado Audiovisual Entrefronteras en la ciudad de Gramado (Brasil).
En mayo de 2022 integró la selección del 18.° Encuentro de Coproducción del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (México). Además, en octubre de 2021 obtuvo el Premio RTP al Mejor Proyecto en la Fase de Edición o Primer Corte del festival DocLisboa (Portugal); ganó fondos del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec) y del IDFA Bertha Fund (2021).
Coproducido entre Maravilla Cine de Argentina (Paula Zyngierman, Leandro Listorti); y las empresas paraguaya Cine Mío (Ivana Urízar) y Sabaté Films SRL (Gabriela Sabaté), además del propio director, “Bajo las banderas, el sol” reconstruye la imagen de un país sin imagen utilizando cintas encontradas en el extranjero, debido a que la dictadura de Alfredo Stroessner y los militares destruyeron gran parte del archivo cinematográfico del país.
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Sobre el director
Juanjo Pereira es diseñador de Imagen y Sonido por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Ha enriquecido su formación en archivística participando en el seminario “Investigación y producción de archivos en el cine documental”, dentro de la maestría en Periodismo Documental de la Universidad de Tres de Febrero (Untref) de Argentina. Participó en el seminario sobre “Archivos en el cine de no ficción”, impartido por Onyeka Igwe en el University College London. Formó parte del seminario en línea; “Desafíos del patrimonio cinematográfico” organizado por el INA (Institut national de l’audiovisuel) y la FIAF (Federación Internacional de Archivos Fílmicos).
Además, participó en la Universidad de Verano de La Femis de París (Francia). Participó en la Escuela de Verano de Documentales del 72.º Festival de Cine de Locarno (Suiza). Participó en la Berlinale Talents en Buenos Aires (Argentina). Es director artístico del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de Asunción (Asuficc). Su filmografía incluye los cortometrajes “Piel sombra” (2018), “Pequeños eventos en gris medio” (2019), “El futuro imposible” (2020), y el video instalación “Testigo en tensión” (2020).
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Excomisario Eusebio Torres cumplirá arresto domiciliario
El comisario retirado Eusebio Torres Romero fue condenado ayer martes a 30 años de cárcel por torturas contra dos hermanos y la esposa de uno de ellos durante la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989) en Paraguay. El Tribunal de Sentencia de Asunción presidido por el juez Manuel Aguirre, que dictó su veredicto por unanimidad en este caso por hechos ocurridos en 1976, proclamó que “los delitos de lesa humanidad no prescriben” en Paraguay.
Sin embargo, Torres Romero, de 87 años, no irá a prisión debido a su avanzada edad y cumplirá arresto domiciliario. En el juicio oral y público que finalizó este martes “quedó probado que Eusebio Torres Romero sometió a todo tipo de torturas a los hermanos Carlos Ernesto y Luis Alberto Casco y la esposa del primero (ya fallecida) Teresa Dejesús Aguilera de Casco”, señaló el juez Aguirre a la AFP.
“Se torturaba a lo largo y ancho del país a todos aquellos que eran considerados como opositores al régimen dictatorial”, leyó el juez Aguirre. “Torres era el que dirigía los interrogatorios a los presos que estaban alojados en el Departamento de Investigaciones de la Policía. Era el único policía con título de abogado”, agregó la sentencia.
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“Las torturas tenían el objetivo de destruir a la persona al combinar las torturas físicas con las psicológicas”, añadió. Al conocer el fallo, las víctimas y sus parientes presentes en la sala de juicio oral estallaron de júbilo. “La verdad es que no esperábamos esta sentencia ejemplar. Se hizo justicia”, dijo entre sollozos Carlos Casco, uno de los dos hermanos querellantes.
Durante el juicio, uno de los testigos, Carlos Arestivo, quien lleva un ojo de cristal, recordó que Torres lo torturó con un “látigo trenzado de cuero”: “Comienza a castigarme, así con rabia, con mucha rabia, como si yo le hubiera pateado a su madre, y uno de esos latigazos se va a mi ojo y me revienta el cristalino”.
En las audiencias que comenzaron hace dos semanas, Torres -quien negó las acusaciones- asistió sin palabras a través de una computadora desde su casa debido al arresto domiciliario que cumple. Pero antes de la deliberación del tribunal, el expolicía pidió su absolución de culpa y pena.
“En 49 años que transcurrieron de aquella época que ellos sufrieron fue suficiente tiempo para confundirme, ellos están confundidos. Me confundieron con otras personas, por esa razón que yo creo que corresponde mi absolución de culpa y pena, que no afecte mi honorabilidad”, dijo Torres. La fiscal Sonia Sanguines había solicitado 15 años de prisión.
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Cachiporras, picanas, látigos
“Los agentes de Investigaciones, por orden de Eusebio Torres, utilizaban cachiporras, picanas eléctricas, látigos y otros elementos para los hechos de tortura en contra de los presos políticos”, dijo el juez, quien el viernes visitó la exsede de la policía en Asunción donde los testigos relataron los tormentos a los que eran sometidos.
“Estamos activando la memoria y al mismo tiempo el estrés del shock post traumático. Venir aquí es una forma de revictimizarnos, pero es una obligación pasar por esto”, dijo entonces Casco, de 69 años, al recorrer el lugar. Lo acompañaba su hermano Luis Casco, de 72, el otro querellante en este caso en el que comparecieron cerca de 20 testigos.
Otros testigos relataron su vivencia a periodistas durante el recorrido. “Eusebio Torres me torturó a mí y a muchos compañeros de las facultades que estábamos presos; éramos cerca de 400, 500 personas”, aseguró Raúl Monte Domecq. La dictadura de 35 años del general Stroessner dejó 59 ejecuciones extrajudiciales, 336 desaparecidos, cerca de 20.000 detenciones ilegales y casi 19.000 casos de tortura. En su informe de 2008, la Comisión Verdad y Justicia señaló que “una de cada tres personas fue torturada” en Paraguay.
Sin embargo, los procesos judiciales posteriores a la dictadura fueron pocos. Una decena de policías resultaron procesados por casos de tortura y Stroessner murió impune en 2006 a sus 93 años sin haber sido extraditado de su exilio dorado en Brasil. La defensa de Torres alegó que los delitos habían prescrito y que los actos de tortura debían recalificarse como lesiones, para reducir la pena.
Fuente: AFP.
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“Los parientes también tienen derecho a trabajar” (Ferchu)
Josías Enciso Romero
Partimos de una premisa irrefutable: los vicios del presente no pueden ser justificados con los vicios del pasado. Lo ideal es que se copien las virtudes. Hecha la aclaración pertinente, diré que indigna tanto el nepotismo en la misma dimensión que indigna la mirada selectiva de quienes lo condenan.
Las palabras repetidas –que las reglas de la buena redacción recomiendan evitarlas– son a los efectos de que la compresión sea indubitable. Fuera de toda duda. De acuerdo con el título de un diario matutino –que antes era vespertino– que recogió e interpretó las declaraciones de un historiador de moda: “La cultura stronista favorecía a leales y parientes”, añadiendo que eso se hacía mediante la adjudicación de tierras, servicios y otras prestaciones y ventajas del Estado.
Pero este señor fue un poco más atrás y se acordó de que ya don Carlos Antonio López había nombrado como jefe del Ejército a su hijo Francisco Solano, con apenas 18 años. O sea, este asunto no nació ni murió con Tembelo, sobrenombre que me enseñó mi vecino, don Cecilio, de larga vida y mayor memoria. El dictador favoreció también a los propietarios y directores de medios de comunicación a cambio del sonoro silencio de los derechos humanos violentados sistemáticamente. Así armaron el imperio que luego heredaron sus hijos y demás deudos. ¡Ah! Y Mario Abdo Benítez nombró ministro de Hacienda a su hermano de madre, Benigno López. Pero como Marito era amigo y aportante de las corporaciones mediáticas, todo estaba en perfecto orden y regla. Ni chistaron.
En ese análisis retrospectivo faltó un aporte histórico fundamental: el periodo presidencial de Fernando Lugo y su célebre frase: “Los parientes también tienen derecho a trabajar”. El contexto es esencial para que la gente pueda entender esta “cultura de premiar a familiares, amigos y leales”. Si vamos a rascar el pasado, hagámoslo bien. Entre 2008 y 2012, año que el exobispo de San Pedro fue defenestrado por la vía del juicio político, estos medios realizaron algunas esporádicas publicaciones, sin continuidad ni presión, para que renuncien los denunciados. Luego, rápidamente se olvidaron del asunto y a otra cosa. Lugo tenía la aureola de haber derrotado a los candidatos de la Asociación Nacional Republicana. Algunos periodistas-columnistas (con artículos firmados) fueron más lejos aún: los colorados no tenían derecho ni siquiera a opinar, mucho menos criticar o condenar.
El artículo más “osado” del diario con fe en los negocios con el Estado fue del 20 de febrero de 2011: “Un vergonzoso nepotismo ha instalado Fernando Lugo”. Estaba firmado por el periodista Jorge Torres Romero. La entonces ministra de la Función Pública, Lilian Soto, hizo mutis por el foro. Sepulcral silencio. El firmante de la información recordaba las promesas de Lugo: “Nepotismo y partidismo cero”. Como “Ferchu” era soltero pero con vástagos, usufructuó el Despacho de la Primera Dama su hermana Mercedes Lugo Méndez de Maidana, y a partir de ahí se extendió la lista: Lourdes Rossana Altamirano de Maidana (nuera), Blas Daniel Maidana Lugo (hijo), Ángel Pompeyo Maidana Lugo (hijo, siempre de la primera dama), Sonia Beatriz Maidana Martínez (sobrina), Mirtha Concepción Maidana Lugo (hija), Fernando Luis Lugo Martínez (sobrino del presidente), Félix Chávez Méndez (sobrino), Juan Guillermo Lugo (sobrino), Luis Paciello Lacasa (yerno) y Félix Zelaya Méndez (primo). Hasta ahí es más que suficiente, por aquello de que para muestra vale un botón. Aunque siguió la lista en el Poder Judicial, el Ministerio de Educación y Ciencias, y las entidades binacionales Itaipú y Yacyretá, respectivamente.
Pensando bien y de buena fe, es evidente que los y las periodistas de este nuevo tiempo (2023/2024) son más audaces y sagaces que los y las de quince años atrás. Salvo, repito, que Lugo haya recibido un trato más condescendiente por las razones más arriba señaladas. Buscamos y buscamos, como Sherlock Holmes con lupa, algunos cuestionamientos de quienes hoy se “rascan” la vestidura, principalmente la senadora Kattya González (la reina del TikTok). Pero, para decepción de sus admiradores, nada de nada. Es probable que no haya estado en el país, o muy ensimismada en otros temas más importantes. Lo que sea, estuvo ausente. O, quizás, estaba tomando impulso para cuando llegara este momento. Todo puede ser.
Creo que vale la pena la conjunción: mis nepos, tus nepos, los nepos. Por eso es importante el contexto, la historia contada sin colores ni exclusiones. Lo concreto es que, por lo visto, nadie se salva del legado stronista. Ni Ferchu. Lo que está mal, está mal. Antes, ahora o mañana.
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Chile: la búsqueda sin consuelo de las madres de los desaparecidos
En un pequeño bote alquilado, Luz Encina, de 94 años, lleva un puñado de flores rojas. En el mar cree que puede estar su hijo, uno de los miles de desparecidos por la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. Desde hace tres décadas, la mujer -hoy físicamente disminuida por la edad y que depende de su familia para trasladarse- viaja unos 110 kilómetros desde Santiago hasta el puerto de San Antonio, en Valparaíso, para cumplir con su ritual de agosto: arrojar claveles al mar con el deseo de que Mauricio “esté bien donde esté”.
“Los militares dijeron que tiraron varias personas al mar y ahí podría estar mi hijo”, señala Encina, una de las pocas madres aún con vida de detenidos desaparecidos. El 5 de agosto de 1974, Mauricio Jorquera cumplió 19 años. Fue la última vez que Encina vio a su hijo, un universitario militante de izquierda.
Jorquera fue capturado por la policía política de Pinochet. Su madre lo buscó sin éxito en los centros adonde eran llevados y torturados los detenidos. Ni los militares ni la justicia le dieron respuesta. Encina, con la foto de Mauricio adherida al pecho, presiente que su hijo fue arrojado al mar, quizá desde uno de los “vuelos de la muerte” organizados por el ejército para hacer desaparecer los cuerpos de los prisioneros detenidos.
El miércoles, el Estado chileno se comprometió por primera vez a asumir la búsqueda de poco más de un millar de detenidos desaparecidos, a través de un plan lanzando por el presidente Gabriel Boric en vísperas de los 50 años del golpe militar que instaló la dictadura de Pinochet (1973-1990) por casi dos décadas.
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Llanto seco
Durante décadas, la búsqueda de los desaparecidos corrió a cargo casi exclusivamente de las familias, apenas hallando los restos de 307. Todavía se desconoce el paradero de otras 1.162 víctimas. Encina fue una de las invitadas al acto que encabezó Boric. Aun con pocas esperanzas, cree que podrá recibir alguna noticia sobre su hijo.
“Tengo mucha fe, yo creo que todo va a salir bien”, señaló la mujer a la AFP tras el lanzamiento del Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia. En Santiago, Emilia Vásquez, de 87 años, camina por la calle donde vio crecer a sus cinco hijos. En el final del pasaje hay un mural con el rostro de su primogénito, Miguel Heredia, desaparecido el 26 de diciembre de 1973, cuando tenía 23 años.
Efectivos de la Fuerza Aérea lo sacaron de su lugar de trabajo y lo trasladaron a un centro de detención, adonde llegó Emilia para darle frazadas y medicamentos, pero no pudo verlo. Heredia militaba en las juventudes comunistas, de niño sufrió una enfermedad que le dañó el pulmón de por vida. Fue bombero voluntario.
Tras la detención de su hijo, los militares allanaron la casa familiar y se llevaron casi todas sus pertenencias, incluido el traje de bombero, evoca Vásquez. La mujer se enteró luego que Heredia fue entregado al Ejército y recluido en el regimiento de Tejas Verdes, en San Antonio, uno de los principales centros de detención y torturas de la dictadura.
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Hasta allá también fue su madre, pero tampoco le dieron noticias sobre la suerte de su hijo. Vásquez recuerda haber llorado amargamente frente a la sede militar. Casi cinco décadas después siente que se le secaron las lágrimas. Apenas le brillan los ojos. “Este es mi llanto, el que usted ve”, se lamenta.
Sin el hallazgo de los cuerpos, la justicia chilena comenzó a tratar el caso de los desaparecidos a la fuerza como un “secuestro permanente”, para evitar que quedaran cobijados por una Ley de Amnistía para el período 1973-1978, cuando se cometieron los crímenes más cruentos de la dictadura, que dejó más de 3.200 muertos y desaparecidos.
En 2014, seis militares en retiro fueron condenados a entre 5 y 15 años de cárcel por el secuestro de Miguel Heredia. En marzo pasado, la Corte Suprema condenó a 59 exmilitares por el “secuestro y tortura” de 16 militantes de izquierda, entre ellos Mauricio Jorquera. Sin embargo, no se pudo determinar dónde están. “Yo no tengo esperanza, porque a mi hijo lo lanzaron al mar, más no se puede hacer”, se resigna Emilia Vásquez.
Fuente: AFP.