Prosiguiendo con el nuevo ciclo de “Expresso” dedicado a los maestros en sus respectivos oficios, en su programa del canal GEN-Nación Media, Augusto dos Santos conversa con el periodista deportivo Pedrito García, quien entre divertidas anécdotas habla sobre sus inicios, su trayectoria, su presente y desde su mirada veterana deja una lección para las nuevas generaciones.

Fotos: Nadia Monges

–ADS: ¿En qué momento Pedrito García se aproxima a la radio?

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

–PG: Yo diría que yo no llegué a la radio, sino que la radio vino a mí porque en mi casa funcionaba el programa de Corporación Deportiva Fénix. Se transmitían tres boletines diarios. Todo eso se irradiaba desde casa por línea microfónica. Las emisoras en donde fue recalando sucesivamente en un largo e interminable peregrinar Corporación Deportiva Fénix. Entonces yo estaba ahí en ese ambiente creciendo. Mientras mi papá y sus compañeros hacían micrófono, yo andaba correteando por ahí.

–¿Tu primer micrófono fue un hecho programado o fue un hecho fortuito?

–Fue fortuito también porque fue la última fecha de un campeonato de básquetbol masculino en donde se jugaban cinco partidos simultáneos. Mi papá transmitía el principal, Tito Frings hacía el segundo partido y había conexiones en dos canchas, pero faltaba una, que era un local que por suerte tenía teléfono, el Deportivo Sajonia. Entonces mi papá me dice “mirá, mi hijo, esta noche hay este problema, vos te animás a llamar a la cantina del Deportivo, pedir el resultado y pasarme cuando termina el preliminar, final del primer tiempo y final del partido”. Sí, le dije, yo ya hacía producción en la radio teniendo 14 años, atendía el teléfono, redactaba informes, pero no salía al aire.

–¿Es cierto que te decepcionó un comentario que te hicieron después en la escuela?

–Fue real y fue en esa ocasión, yo tenía 14 años ya, debuto, paso el resultado de Deportivo Sajonia con la voz totalmente aflautada, fina. Al día siguiente, era vacaciones del colegio, yo estudiaba inglés en el Centro Cultural Paraguayo Americano y un compañero me dice “anoche una pendeja habló en la radio con tu papá, ¿vos le conocés? ¿Cómo es la pendeja?” ¿Qué? Le dije. “No, te habrás equivocado”. Es que mentí porque yo sabía que era yo. Entonces yo me hice una suerte de autocensura en complicidad con mi papá y bueno, esperé un año más. Esto pasó en 1962. El año pasado en diciembre se cumplieron 60 años. En el 63 hubo un campeonato nacional.

LONGEVIDAD PROFESIONAL

–Hace 60 años estás militando en el periodismo deportivo.

–Sí.

–Cuidar la voz es el secreto, ¿no?

–Sí, yo trato en lo posible de cuidar la garganta. Un gran relator ecuatoriano, muy amigo, lamentablemente ya fallecido, Jacinto Landazuri Soto un día me dijo “tené cuidado con el sol”. Si vas a hacer radio, vas a cantar, vas a usar la garganta, no hagas playa, no te expongas a los rayos solares. Esa fue una recomendación y me dijo también lo que ya conocía, por lo menos lo del hielo, no tomar bebidas heladas, no ingerir alcohol en lo posible. Y trato de cuidarme, la guayaba es mi gran aliada, que tiene propiedades antibióticas, funge como un antibiótico.

–¿Por qué esta bella obstinación de tu organización deportiva por acompañar a los deportes amateurs que muchos medios desestiman?

–Es un legado también de mi papá. Yo recuerdo que mi papá me llevaba a la cancha, por supuesto lo que más se transmitía era fútbol, pero él siempre tuvo un cuidado muy especial por otros deportes, como el básquetbol, por ejemplo, como el boxeo, como incluso las bochas, el tenis de mesa, el voleibol. Cuando había espectáculos que ameritaba, Corporación Deportiva Fénix transmitía esos espectáculos. Entonces fue una herencia prácticamente, una línea trazada que yo enfaticé.

COBERTURAS MEMORABLES

–¿Cuáles fueron dos o tres momentos memorables del boxeo que transmitiste?

–El más importante para mí fue el triunfo de Juan Carlos Giménez acá, porque a mí no me tocó ir a peleas de título del mundo que hizo Giménez en Europa, donde dos veces le acompañó Gaspar Aníbal Noguera, mi querido compañero. Fue el título sudamericano de medio pesado cuando ganó por knockout en el primer round en el entonces Coliseo Galaxia, que después fue Palacio de los Deportes, frente al Botánico. En un round liquidó la pelea el Toro. Esa pelea fue en el año 1983 y después me tocó un knockdown que no fue knockout, cuando lo tumbó a mano de piedra Durán en Miami, pero lamentablemente no fue por toda la cuenta, se repuso Durán y terminó ganándole al Toro por puntos.

–Esa sí que hubiera sido una victoria memorable.

–Sin duda. Mano de piedra estaba ya con problemas graves económicos, por lo cual volvió a boxear después de haberse retirado. Estaba en la escalera hacia una pelea de recuperación del título, cosa que lo logró finalmente.

–¿A Pascualito te tocó acompañar?

–Sí, me tocó también. Con Pascualito tengo una anécdota, como dicen los chicos ahora, una pelada mía. Yo empezaba a ver boxeo, fue lo último a lo que me llevó mi papá, porque me decía “vos sos muy chico todavía para ir al boxeo”. Me llevaba al básquetbol, al fútbol, al vóley, pero no había caso de que me llevara al boxeo. Bueno, y empiezo a ir y todavía como hincha, no era ni siquiera comunicador aún, tenía 12, 13 años, y me toca ver el primer knockout. Pascualito le tumba a un boliviano con un gancho tremendo, le hizo volar literalmente y cayó estrepitosamente sobre el cuadrilátero, sobre el ring, sobre la alfombra, el boxeador boliviano. Y en ese momento yo al costado del puesto de transmisión de mi papá a la vera del ring, pego un salto y grito ¡gooool! Todo el ringside explotó en una carcajada después de la exclamación de alegría por el desenlace. Y yo no sabía dónde meterme porque fue un bochorno total, porque fue, como dicen los chicos de hoy, una gran pelada la que hice.

PRÓCERES

–Si tuvieras que escoger nombres o duplas de relatores, comentaristas, ¿a cuáles nos citarías como inolvidables en tu vida?

–Número uno primerísimo, pero sin duda alguna, sin pestañeo, Carlos Alberto Gómez. Es excepcional, no solamente como relator, sino como organizador, como director de equipo, como persona. Ejerció una influencia muy grande no solamente en mí, sino en la Corporación. Ocho años trabajamos juntos. Aprendí muchísimo de él, te puedo decir que Corporación Deportiva Fénix sigue viva gracias a él.

Cuando mi padre estuvo muy grave, y antes de lo que fue un segundo episodio delicado de salud, surge una oferta para mí para ir a Radio Primero de Marzo como coordinador. Era entrar como coordinador dentro del equipo de Deporte Total comandado por Carlos Alberto Gómez y Julio del Puerto. En ese momento era una audiencia superlativa la que tenían. Era una oferta en donde yo tenía que ir y dejar Corporación Deportiva Fénix. Yo no quería eso. Mi padre en su lecho de enfermo me dice, “hijo, dejá Corporación, aceptá la oferta, ahí está tu futuro”. Entonces yo me voy y le digo a Carlos la recomendación de mi papá, porque Carlos fue el que hizo los trámites conmigo. Después yo hablé ya con Alcides Rivero, pero él fue el impulsor de la idea. Entonces yo le dije “yo no puedo permitir que un esfuerzo de tantos años de mi padre se termine y que sea yo el que ocasione ese fin”. Y Carlos me entendió, me dijo “esperame, déjame ver algo”. Fue, habló con los directores de Primero de Marzo, les convenció, porque en esa época en la radio no se podía hacer radio en otro medio, requería exclusividad. Y Carlos consiguió que yo pueda entrar como coordinador, pero mantener el programa de Corporación Deportiva Fénix en otro medio.

–Me detuve en la memoria de Carlitos Gómez porque su sepelio fue digno de un héroe de guerra.

–Sí. 37 años tenía. Y no solamente su sepelio fue algo extraordinario y convocó multitudes, no solamente en la Recoleta, sino en el velatorio en el Defensores del Chaco, en el camino hacia radio Primero de Marzo, donde se le veló también, de ahí hasta el cementerio fue algo impresionante.

–¿Y algunas otras figuras del periodismo deportivo?

–Fui un bendecido de tener maestros como Néstor Romero Valdovinos, mi primer jefe de deportes; José Antonio Bianchi, Fernando Cazenave, extraordinarios periodistas, figuras de enorme talento.

ANÉCDOTAS

–¿Recordás alguna anécdota de la redacción?

–Sí, un día escribo una crónica y le entrego a Fernando Cazenave y me dice: “Pendejo te felicito, tenés condiciones para director del diario”. Gracias, Fernando, yo todo inflado como sapo. ¿Por qué te gustó tanto mi artículo? Pero qué me va a gustar, un disparate escribiste porque no leés el diario. Vos no leés el diario, igual que el director, tenés cualidades para director de diario. Lo que pensé que era un elogio terminó siendo una reprimenda, pero no me olvido, porque él lo decía con tanta frescura, con tanta franqueza.

–Las redacciones eran una biblioteca ambulante en ese tiempo.

–Sí, Romero Valdovinos, por ejemplo, hablaba mucho de la lectura así como Alcibiades González Delvalle. Hacía mucho hincapié en eso. ¿Y qué tenemos que leer? Todo, desde el “Quijote” hasta “El almanaque Bristol”, nos decía Romero. El Almanaque Bristol era un librito que todo lo que tenía era la fase de la luna y el santoral, nada más.

–En tu trayectoria acompañaste algunos deportes emblemáticos como por ejemplo el básquetbol. Y acompañaste proezas como algún campeonato de Paraguay en países lejanos.

–El más importante resultado que como hincha viví me dio Edith Nunes con el básquetbol. Yo era hincha todavía, tenía 13 años, 1962, mayo. Yo empecé con ese episodio de la voz finita en diciembre y nunca vi una cosa igual. Un partido que se estaba perdiendo todo el desarrollo completo hasta faltando tres segundos. Y Edith Nunes marca el doble, Paraguay gana por un simple y sale campeón invicto sudamericano. Esa fue mi máxima alegría como hincha.

Y como periodista, el transmitir a más de 20 mil kilómetros de distancia un título mundial de Paraguay, que fue cuando la selección paraguaya de fútbol de salón le ganó 2 a 1 a Brasil. Coloso Brasil, venía invicto de años. Nunca había perdido frente a Paraguay ni frente a nadie en los campeonatos mundiales. Ni en los torneos internacionales, salvo una copa Intercontinental que se jugó en el año 80. Por eso la racha brasileña era de ocho años sin perder. Y Paraguay también le había ganado en la Copa Intercontinental en Belo Horizonte en 1980, donde me cupo la suerte también de estar al lado de Gaspar Aníbal Noguera y de otros colegas que hoy ya no están como Edmundo Ramírez, que fue presidente de nuestro círculo de periodistas deportivos del Paraguay, y Juan Pablo Rojo, que fuimos los cuatro periodistas que estuvimos ahí. En Australia estuve solo. Y una anécdota, al lado mío, Ennio Rodrigues, de Radio Bandeirantes, que transmitía o quiso transmitir la final. No salió la transmisión ni un segundo de la radio brasileña.

REFERENTES INTERNACIONALES

–¿Quiénes son tus dos o tres ídolos internacionales?

José Carlos Araújo. Tiene 80 años y sigue siendo el número uno del relato futbolístico en Río de Janeiro. Un fenómeno. Le presentan, desde luego, como el fenómeno de la comunicación deportiva. Él es netamente radialista. Por eso es que en la televisión no ha llegado a tener el vuelo que tuvo Luciano Duvale, por ejemplo.

–¿En Argentina?

–Y Víctor Hugo Morales, un poeta del relato. Me gustaba mucho en los primeros tiempos Bernardino Veiga, que transmitía la campaña de Boca. Fioravanti, por su decir, un decir muy culto.

–¿Fue balsámico para tu vida, para tu historia personal, el transmitir, estar ahí adentro de la transmisión de los Juegos Odesur en Paraguay?

–Sí, totalmente. Fue algo que parecía que no se iba a dar, hasta que de repente mi señora hizo un comentario en un programa de Chony Calderón en Radio Nacional. Ese comentario subió a las redes y generó una ola de reclamos de la gente amiga. Lo que yo mucho agradezco fue que para un evento como Odesur, Paraguay, absolutamente primerizo, nunca había tenido un evento de esa naturaleza, por lo que tuvo que apelar a la contratación de mucha gente de afuera, que de repente no estaba muy interiorizada de ciertas peculiaridades que tiene cada actividad. No digo yo la periodística solamente. Entonces, eso fue lo que ocurrió, no hubo ninguna mala intención de nadie hacia mi persona.

–¿Alguna anécdota especialmente divertida que recuerdes?

–Una vez me pasó a mí con un árbitro, que ya me echó el ojo porque yo gritaba de repente en un partido de tenis. Era un partido en que jugaba Pecci de Copa Davis en el Yatch. Y me tomó el punto y me llamó la atención. “Por favor el locutor, silencio”. Entonces, cuando hubo una pausa y se estaba por reiniciar el juego, empiezan los ju’i a hacer ruido. El famoso ruido de las ranitas entre el atardecer y el anochecer cerca del río. Y el árbitro me mira así. Entonces… “No soy yo, le dije”. Y bien fuerte para que me escuche yo dije: “Silencio, batracios, que va a sacar Pecci” (risas).

FENÓMENOS

–¿Qué representó en la vida deportiva paraguaya un fenómeno como Pecci?

–Yo quiero usar una expresión de todo un maestro del tenis, que fue Daniel Lugo Llamosas. En una ocasión se hizo una compulsa de opiniones sobre quién tenía que ser el deportista del Bicentenario. Y terminó siendo Pecci, para mí con toda justicia, porque para mí fue el deportista paraguayo del siglo XX. Y hasta hoy no encontré otra figura que haya tenido tanto impacto, no solamente en un deporte, sino que haya transformado un deporte elitista en popular. Que haya logrado lo que él alcanzó como atleta y después como entrenador. Además, clubes como Olimpia, por ejemplo, de fútbol reservaron un espacio en sus instalaciones para el tenis. Se crearon innumerables academias locales para práctica de tenis. Un club nació, el Club Internacional de Tenis, porque ya en el Deportivo Sajonia no había más sitio. Y el tenis se expandió al interior del país, donde hay muchos muy buenos escenarios, inclusive la Copa de Davis ya se fue al interior.

–Estoy pensando en otros imprescindibles y es imposible no recordar a Carlos Franco en golf.

–A imagen y semejanza, exactamente, Carlos Franco en golf; Esteban Casarino en squash y así hay varios referentes muy importantes en el mismo golf femenino. Julieta Granada fue la primera mujer que ganó un millón de dólares en un torneo o que ganó un torneo de un millón de dólares. Fue campeona del mundo con Celeste Troche en la copa realizada en Sun City, Sudáfrica. Todos esos han sido deportistas muy meritorios, pero insisto en Pecci en el tema de que no solamente fue una figura preponderante como atleta, sino que trascendió después en la docencia. Él formó el primer grupo de mujeres tenistas que sale a competir al exterior, que insertan en el mapa internacional a Paraguay en la Fed Cup, que es la Copa Davis de las mujeres. Después Rosana de los Ríos encaminada por él llega a ser número uno del mundo júnior.

Hasta hoy Víctor Pecci sigue trabajando porque fue una acertadísima decisión de la Asociación Paraguaya de Tenis el confiarle la orientación de chicos que nos están empezando a dar resultados a una nueva camada. Una nena de 13 años, Catalina Delmás Schaerer, hija de la histórica Larissa Schaerer, a quien dirigió también Víctor Pecci, acaba de ganar dos títulos, singles y dobles; en Colombia la semana anterior Álvaro Santino Núñez Vera. O sea que la vigencia de Pecci trasciende incluso a la dirigencia. Fue el mejor ministro de Deportes que tuvimos.

–¿Por época quién fue tu mejor jugador y tu jugador más pintoresco, aquel que brillaba por su carácter y estilo?

–A mí me impactó mucho Eulogio Martínez, para mi padre el mejor jugador paraguayo de todos los tiempos después de Erico. Era un virtuoso, fue autor del primer gol en el Camp Nou. Ese material está en Youtube. Fue en la inauguración. Fue jugador de Libertad del 55, un equipo excepcional. Fue considerado el equipo paraguayo del siglo XX. Fue campeón varias fechas antes, un equipazo. Eulogio Martínez era el centro delantero goleador, un hombre que tenía una gran capacidad de dribbling, una ubicación excepcional en el área, un cabezazo fenomenal. Más adelante, Cristóbal Maldonado y últimamente el mágico Juan Samudio, que hasta físicamente tenía cierto aire de Eulogio Martínez. Yo hablo mucho de Libertad porque es el club de mis amores.

–¿Y arquero?

–Raimundo Aguilera, dos series de más de mil minutos con el arco en blanco. Estadio Maracaná, partido récord mundial de asistencia, irrepetible porque nunca más se va a poder dar.

–¿Qué partido?

–Jugando en la selección. Brasil-Paraguay, eliminatoria del Mundial México 70. Fue un candado frente a Brasil, una actuación excepcional. Solamente un genio de la calidad de Pelé pudo vulnerarlo. Brasil ganó 1 a 0, pero hasta el último minuto de ese partido Paraguay le estaba dando lucha. Ambos habían ganado todos los partidos previos.

PERIODISMO ACTUAL

–¿Cómo estás viendo hoy el mundo del periodismo deportivo?

–Me pone muy feliz ver que hay muchos talentos. Yo estoy como docente en el Círculo de Periodistas Deportivos del Paraguay en una tecnicatura que cada año forma periodistas técnicos en periodismo deportivo para lanzarlos al mercado. Y muchos de esos jóvenes ya están haciendo muy buena carrera. Por supuesto, muchos también formados en otras instituciones o en la rama del periodismo en general. Juan Ángel Gómez fue un gran aporte transformador tanto para el Círculo como para lo que fue su, lamentablemente hoy ya inexistente, IPET (Instituto Paraguayo de Enseñanza Periodística). Formó a muchos de los mejores profesionales que tenemos hoy día. Y eso alienta porque hay materia prima.

Lo que sí siempre es motivo de preocupación es la desvalorización de la historia. Pareciera que una nueva epidemia que no es ni el covid, ni el dengue, ni la chikungunya, sino que yo le llamo presentitis, el afán extremadamente exagerado de priorizar lo actual o lo presente ningunea la historia. Y eso es muy peligroso. Lo advierte Mosiah Garvey, un gran pensador jamaiquino, que advierte que el pueblo que no conoce ni valora su historia está condenado a ser como un árbol que no tiene raíces, condenado a morir. Y eso es muy preocupante y eso se apreció justamente en los Juegos Odesur, que podía ser una oportunidad brillante para resaltar a figuras que han merecido una consideración.

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