Una mujer de nacio­nalidad paraguaya y su pareja, un bra­sileño, fueron condenados a 47 años de prisión en el Bra­sil tras ser acusados por trata de personas, violación de una menor y por mantener a otras mujeres, todas de nacionali­dad paraguaya, en condicio­nes similares a la esclavitud.

La compatriota, procesada por la Justicia brasileña, fue identificada como Mercedes López Sosa, ya que habría captado a mujeres jóvenes del interior del país con la pro­mesa de que irían a trabajar en una guardería, que funcio­naba en su vivienda. Ya una vez en Río de Janeiro, no solo las obligaba a trabajar por 11 horas seguidas, sino que no recibían remuneración y, al final del día, eran abusadas sexualmente por Mercedes López, su pareja, un brasileño identificado como Rodrigo Moreira de Araújo y otras personas.

Según la denuncia de las jóve­nes, quienes fueron auxi­liadas por los padres de los niños que acudían a la guar­dería, ellas tenían prohibido salir de la casa o tomarse días libres. Las mantenían cons­tantemente realizando tra­bajos del hogar y eran abusa­das emocional y sexualmente, por lo que se trató el caso bajo el agravante de privación de libertad.

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Las investigaciones y datos recolectados en el marco del caso en cuestión demos­traron que este esquema de trata de personas estaría funcionando desde el 2015 y que, inclusive, existe una víctima que fue obligada a interrumpir su embarazo, producto de una de las violaciones que habría sufrido en la vivienda de la pareja, ahora condenada.

Las víctimas rescatadas serían jóvenes de diferentes puntos del interior del país que necesitaban una salida laboral rápida y que habrían sido contactadas por Mer­cedes López, quien les pro­metió una excelente opor­tunidad laboral, con buena remuneración. Además de un lugar donde quedarse en Brasil, por lo que las jóvenes rápidamente aceptaron.

La fiscala Karina Sánchez, en conversación con la 1020 AM, destacó que normal­mente los esquemas delin­cuenciales como estos cuen­tan con tentáculos en el Paraguay y otros países. Esto son reclutadores los que le prometen a las víctimas tra­bajo y alojamiento, no solo en el Brasil, sino que en otros países vecinos, como Argen­tina y Chile.

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