El equipo del Club de Ciencias y Tecnologías Espaciales (CCTE) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción (FIUNA) participó en el Latin American Space Challenge (LASC) en la categoría de 3.000 metros con combustible sólido.

Los estudiantes recibieron el reconocimiento “Rick Maschek a la innovación en ingeniería” por el excelente desempeño durante la recuperación y la transmisión de datos. El evento es la segunda competencia más grande de cohetes y satélites experimentales del mundo y se llevó a cabo en Cabo Canavial, área de Tatuí, Brasil. La FIUNA recibió G. 38.400.000 por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) a través del Programa Prociencia con apoyo del FEEI.

EXPERIENCIA DE LOS JÓVENES

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Según destacó José Ávalos, presidente del Club de Ciencias y Tecnologías Espaciales de la FIUNA, gracias a la preparación y entrega de los compañeros y al apoyo de las autoridades de la facultad lograron traer un reconocimiento a la innovación en ingeniería al Paraguay.

“Debutamos en la competencia con un vuelo exitoso en la máxima categoría del desafío. Contra todo pronóstico demostramos que la constancia y preparación son sumamente importantes. Ahora apuntamos al certamen de Estados Unidos, en donde queremos participar y traer otro premio al país”, resaltó Ávalos.

Por su parte, la estudiante Kattia Areco comentó que a medida que surgían algunos inconvenientes ellos veían la forma de solucionarlo lo más rápido posible y de la mejor manera. “Trabajé en la parte de fundición, aprendí a hacer los moldes, lo que nos salvó porque surgió un problema, un acople que era en impresión 3D no iba a soportar, por lo que debíamos cambiarlo. Entonces comenzamos a hacer la fundición del molde de aluminio con los compañeros a las tres de la mañana para poder cambiarlo”, refirió. Además, la estudiante también se especializó en la utilización de fibra de vidrio.

De su lado, Kevin Amante agradeció a sus compañeros por la responsabilidad y el compromiso que asumieron todos. Además, comentó que uno de los organizadores luego de ver todo lo que lograron hacer en una noche les dijo: “Ustedes vienen a ganar un premio”. Escuchar esto ya fue un reconocimiento al esfuerzo que realizaron, expresó.

Mientras que Anderson Barrientos comentó que la mejor lección que aprendió es que la unidad entre los compañeros es fundamental para lograr los objetivos. “Necesitamos muchas personas para este trabajo, nos organizamos y repartimos las actividades, cada uno colaboró desde el área en el que estaba. Estiramos todos el mismo carro en la misma dirección y eso nos valió este reconocimiento”, mencionó Barrientos.

Así también, Nicolás Lezcano resaltó que recibieron mucha ayuda de las empresas, que mostraron interés por apoyarles en el proyecto y que eso es muy bueno, ya que se ve cómo el sector privado se va interesando por la ciencia. “Comencé a contactar con las empresas, que nos apoyaron bastante con materiales, es muy interesante cómo mostraron interés por el proyecto, esperemos que el sector privado impulse más la ciencia”, indicó.

Todos los estudiantes coincidieron en que lo más emocionante fue ver despegar al cohete, ya que todo el trabajo que realizaron durante el tiempo de preparación para competir valió la pena cuando contemplaron cómo el artefacto se elevaba por los cielos. Además, destacaron la experiencia de ver cómo los demás participantes resolvían los mismos problemas con metodologías diferentes.

Momento del despegue del cohete Urutaú-I

TRABAJO EN EQUIPO

El Ing. José Cano, director de Extensión de la FIUNA, agregó que es un orgullo para todo el plantel docente ver que los estudiantes hayan logrado un reconocimiento tan importante. “Estos jóvenes estuvieron trabajando día y noche para terminar el cohete. El día del lanzamiento por las condiciones meteorológicas adversas no todos los equipos pudieron hacer despegar sus cohetes en la categoría; sin embargo, nuestros estudiantes pudieron conseguir que Urutaú-I despegue. Eso nos llena de orgullo a todos los docentes de la FIUNA”, afirmó.

A su turno, el Ing. Jorge Hiroshi Kurita Nagasawa, tutor oficial de los jóvenes, explicó que el trabajo que realizaron los estudiantes tiene un gran significado, ya que debieron dejar de lado muchas cosas para dedicarse al proyecto Urutaú-I.

“Dedicarse a esto es muy difícil, es más fácil desistir por el camino; sin embargo, ellos se comprometieron con el proyecto y dejaron en alto a nuestro país. Esta participación no solo trajo conocimiento para los estudiantes, sino visibilidad al país, porque es lo que necesitamos. Estoy orgulloso de estos jóvenes que dieron todo de sí y lograron una importante mención que nos hace conocidos a nivel internacional”, concluyó.

CONSTRUYENDO EL URUTAÚ-1

El Urutaú-1 es un cohete de combustión de tipo sólido que tenía la misión de alcanzar una altura de unos 3.000 metros con la mayor precisión posible, así como desplegar una submisión encargada de la medición del flujo de muones sobre la superficie terrestre.

Los miembros del club se dividieron las actividades para cubrir todas las áreas que conlleva un proyecto de esta envergadura como propulsión, combustible, aviónica, recuperación, telemetría, entre otros. Es destacable que casi todo el aluminio usado en la estructura del cohete fue fundido por el propio equipo reciclando todo tipo de elementos de aluminio en desuso.

Antes del lanzamiento, los organizadores someten a los cohetes a rigurosas pruebas a fin de garantizar al máximo la seguridad de los participantes y espectadores. El equipo paraguayo tuvo una dificultad en esta revisión con la sujeción de las aletas, pero con ingenio pudieron modificar y adecuar el soporte a las exigencias y el domingo 27 de agosto por la tarde, tras horas y horas de mucho trabajo y luego de esperar que las condiciones meteorológicas mejoren, pusieron el cohete en marcha.

Los equipos competidores del desafío deben diseñar y construir sus cohetes con un objetivo de 500, 1.000 o 3.000 metros sobre el nivel del mar, llevando un satélite o una carga genérica.

EL DATO DESTACADO DE LA SEMANA

El Conacyt ha contribuido a la formación de 220 profesionales otorgándoles un apoyo económico a través de becas para su dedicación exclusiva a maestrías y doctorados nacionales con una inversión total de 3,5 millones de dólares.

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