Gracias a un curso-ta­ller básico de bonsái y proyecto de rein­serción del Ministerio de Justicia, 38 personas priva­das de libertad (PPL) de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú se capacitan en la técnica japonesa como nego­cio a futuro.

Indicaron que en módulo teó­rico-práctico las PPL inicia­das reciben nociones en la téc­nica milenaria del prebonsái, con un paso a paso desde la misma selección de mace­tas. Los beneficiados recibi­rán un certificado al término del curso de cuatro clases pre­senciales.

Así también, empezaron en el aprendizaje para moldear con podado de raíces, corte de ramas, fertilización, riego, cableado, transplante y man­tenimiento de las plantas adultas, con un crecimiento acelerado que facilita la rápida comercialización.

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El curso se da en el marco del proyecto Limpiando mi ciu­dad, Paraguay (LMC) desa­rrollado por la Fundación Vida Verde Internacional (Funvive) con el apoyo de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

Para el desarrollo del curso, cada estudiante PPL recibirá en donación un bonsái para su cuidado y mantenimiento, sumado a folletería, herra­mientas e insumos varios para practicar. La actividad contará con el seguimiento y la asistencia presencial men­sual del propio maestro, inge­niero agrónomo, paisajista y presidente de la Fundación Limpiando mi ciudad, Para­guay, Nobuhiko Ishiy.

“Les estaré introduciendo a un mercado poco explotado y apetecible en Paraguay, que es el de injertos de bon­sáis frutales de cítricos múlti­ples y multiflorales. Es decir, toda la belleza de un bonsái de pomelo, mandarina, limón y naranjas en un mismo árbol y, por otra parte, bonsáis de Santa Rosa de cinco tonali­dades o azaleas de distintas variedades, en una misma planta”, expresó el instruc­tor Nobuhiko Ishiy.

Aseguró que los réditos son buenos, considerando que los más económicos salen aproximadamente 300.000 guaraníes y los más cotiza­dos rondan los 3.000.000 de guaraníes.

Señalaron que la cartera de Justicia tiene por objeto pro­mover la reinserción del con­denado a una vida en libertad sin delinquir, estimulando en el mismo el respeto a su dig­nidad personal, el sentido de responsabilidad y de solidari­dad social, en armónica con­vivencia.

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