La conservación del cerebro de Chiqui­tunga a pesar del paso de los años y sin haber sido sometido a ningún proceso químico es un hecho que sor­prende al mundo de la ciencia.

Elio Marín, neurocirujano que estuvo a cargo del análi­sis, comentó detalles de este llamativo hallazgo durante el programa “Mina en casa”, emitido ayer en el canal La Tele, donde varios invitados participaron de un debate que giró en torno a la figura de María Felicia de Jesús Sacra­mentado, más conocida como Chiquitunga.

El embajador paraguayo en Italia, Roberto Melgarejo, explicó que en abril del 2018 los restos de la carmelita descalza fueron enviados a Roma para ser sometidos a un minucioso proceso de restau­ración. Al momento de hacer la revisión del cráneo, descu­brieron que el cerebro –cuyo tamaño se redujo por estar deshidratado– permanecía muy bien conservado. “Es algo increíble que para noso­tros que venimos de la ciencia es difícil de explicar”, refirió.

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Por su parte, el doctor Elio Marín, neurocirujano que estuvo a cargo del análisis del cerebro, dijo que los res­tos de Chiquitunga habían sido puestos en una urna de acrílico y permanecieron así durante un tiempo en el con­vento de las Carmelitas Des­calzas.

Al atravesar por el proceso de descomposición, decidieron hacer el traslado a una urna de madera. Fue en medio de ese trabajo cuando se perca­taron de que había algo raro dentro del cráneo y decidie­ron convocar a Marín, quien comprobó que se trataba del cerebro de la joven religiosa.

El mismo contó durante el programa que generalmente el cerebro es el primer órgano que se deteriora tras el falleci­miento de una persona, dado que está compuesto por una gran cantidad de lípidos y se deshidrata con rapidez. Por ello, este caso en particular llama mucho la atención de los expertos.

Marín explicó que, a diferen­cia de cuerpos o restos huma­nos que permanecen perfec­tamente conservados pese al paso de los años, ya sea por un proceso químico o por las bajas temperaturas, este es un caso totalmente distinto, ya que transcurrieron casi 60 años de la muerte de Chiqui­tunga y su cerebro se mantuvo incorrupto.

A este aspecto se le debe sumar el hecho de que la carmelita descalza murió a consecuen­cia de un cuadro infeccioso, que su cuerpo permaneció expuesto sin ser enterrado bajo tierra y que lo máximo que habrán hecho en su momento fue una formolización.

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