Miles de nombres y fotos forman parte del collage del memorial de víctimas del covid-19 montado como mural en la Catedral Metro­politana de Asunción, donde se celebró ayer de mañana la misa réquiem en homenaje a todos los muertos durante la pandemia y fue presidida por monseñor Edmundo Valen­zuela, arzobispo de Asunción.

En el marco de esta celebra­ción eucarística se tocaron las trompetas, se replica­ron las campanas y se rezó el Santo Rosario por el descanso eterno de los difuntos y por el fin de la pandemia del corona­virus. La misa fue celebrada en la modalidad automisa, las familias participaron de ella desde sus vehículos, donde colgaron banderines blan­cos y fotos de sus seres que­ridos que penosamente per­dieron la batalla contra el SARS-CoV-2.

“Celebramos esta santa misa por nuestros hermanos difuntos y también para que consuelen y fortalezcan la fe y la esperanza de sus familiares y amigos. Con esta eucaris­tía encomendamos la vida de nuestros hermanos a la mise­ricordia de Dios, y será sin duda el mejor consuelo para mitigar nuestra tristeza”, dijo monseñor Valenzuela como intención de la misa.

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Recordó también durante la homilía a aquellos sacerdotes y religiosos que perdieron la vida a consecuencia de la pan­demia. También aprovechó para agradecer al personal de blanco, que se encuentra en la primera línea de batalla con­tra el covid-19.

“Agradezco la presencia de tantas personas que hoy con este gesto tan hermoso que hicimos antes de la misa, con el rezo del rosario, con el toque de las trompetas en silencio, con las campanadas que nos recuerdan el momento en que nuestros seres queridos fue­ron llevados al cementerio. Agradezco a los organizado­res por ayudarnos a vivir esta liturgia de vida, resurrección, esperanza, de consuelo y de paz”, dijo.

Con la celebración eucarís­tica, desde el Arzobispado acompañan a todas las fami­lias que sufren la muerte de un ser querido y que por con­dicionamientos sanitarios impuestos durante la pan­demia no pudieron despe­dirse ni encomendarlo a la misericordia de Dios como se hubiese querido.

“El sentido de la familia unida para despedir a la per­sona amada se la recuerda con varios gestos de la tradición que surgen de la enseñanza de las obras de misericor­dia. Enterrar a los muertos en los velatorios y la presen­cia de los familiares son sig­nos de comunión y de amor, reconociendo la historia del ser querido y rezando jun­tos por su eterno descanso. Los pésames son palabras de consuelo y de cariño”, indicó Valenzuela.

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