Ante el aumento de contagiados y la saturación de hospitales a consecuencia del covid-19, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) llama a practicar las buenas obras en favor de los demás; es decir, exhorta a la población a seguir los protocolos sanitarios y de bioseguridad para salvar la vida de todos y no empeorar la situación.
“Ante esta dolorosa realidad, la Iglesia, una vez más, hace un llamado a los fieles cristianos y a todas las personas de buena voluntad, y exhorta a todos a seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y a adoptar las medidas del cuidado personal y comunitario”, reza parte de la carta episcopal firmada por monseñor Adalberto Martínez, presidente de la CEP, obispo de Villarrica; administrador apostólico de las FFAA y de la Policía Nacional.
El religioso llama a la obediencia y a la conciencia para contribuir en la mitigación de los contagios y así evitar más pérdidas humanas. Asegura que en estos momentos todos estamos llamados a entender que la responsabilidad personal es un bien que se debe practicar por el bien de todos.
“Quien acepta las reglas y comportamientos necesarios para defenderse del contagio contribuye también a defender y proteger a los demás. Sería una regla de oro para observar en todas las circunstancias, en todos los niveles sociales y familiares: “no hacer a los demás lo que no quisieras que te hagan a ti” (Tobías 4,15). En la emergencia actual está claro que todos debemos ser solidarios para hacer el bien, evitando lo peor, en que la pandemia pueda dispararse con consecuencias impredecibles e incontrolables”, señala en otra parte.
Los religiosos católicos junto con el papa Francisco instan a involucrarse entre autoridades y ciudadanos en un esfuerzo común, en favor de la salud y la vida de las personas. “La vida es primero”, dice el Sumo Pontífice.
En el documento se expresa también el aliento, reconocimiento y gratitud a los profesionales médicos, enfermeros y enfermeras que se encuentran en la primera línea de batalla, así como también a todo el personal que brinda servicio en los centros asistenciales y prometen orar por ellos para que el Señor les otorgue el premio de la vida eterna por la dedicación y práctica de las buenas obras con el prójimo.