Una humilde vivienda rural parecía no lla­mar demasiado la atención de los agentes espe­ciales de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) que llega­ron hasta la localidad de Kara­pã‘i, Amambay.

En el lugar encontraron algu­nas bolsas de marihuana picada y elementos de trabajo rural. Llamó la atención que desde la casa se extendía una línea de energía eléctrica que parecía perderse en medio del monte. Los antidrogas siguie­ron la misma y rápidamente notaron que existía una ver­dadera red de 4 campamentos narcos equipados con energía eléctrica, congeladores, hela­deras industriales, tanques de agua potable, mezcladoras para construcción, prensas de madera y otros elementos que eran aplicados al proce­samiento de toneladas de la hierba.

Como resultado obtenían marihuana prensada tradicio­nal, pero la principal apuesta era la marihuana marroquí o hachís, producto que requiere de mayor cuidado productivo como la refrigeración perma­nente, pero cuya cotización puede alcanzar los 1.500 dóla­res por kilo en el Brasil.

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El hachís es una droga poco habitual en territorio para­guayo. Se obtiene a partir de la resina del cannabis, se purifica a través de separación con hielo y se fuma en cigarrillos o pipas. Antes solo era consumido en zonas de Marruecos, pero fue ganando territorio en países de Europa y otros continentes. La droga congelada contiene altas cantidades de THC, el princi­pal constituyente psicoactivo del cannabis.

En total se incautaron de 2.400 kilos de marihuana picada, 119 kilos de marihuana prensada, 3 kilos y 600 gramos de hachís y 25 kilos de semillas. La mayor parte de las evidencias fue des­truida en el lugar, trasladando una parte para su resguardo por disposición fiscal. Así también, fue descubierta y destruida una hectárea de cultivo de canna­bis en etapa de crecimiento. La comitiva, acompañada por el fiscal Jorge Encina, se incautó además de 1 automóvil de la marca Volkswagen. Dos perso­nas resultaron detenidas, iden­tificadas como Marciano Silva Mallorquín, paraguayo, de 43 años, y Rodrigo Aquino Ama­rilla, paraguayo, de 30 años. El daño patrimonial ocasionado a esta estructura criminal, consi­derando la droga sacada de cir­culación y la logística anulada, supera los 250 mil dólares esta­dounidenses.

OTRA TONELADA

“Llegamos a la vivienda mediante informaciones que ya veníamos manejando y a raíz de las evidencias incauta­das se puede notar que funcio­naba como un laboratorio de procesamiento de marihuana”, explicó Hugo Grance, jefe anti­narcóticos de la sede regional de Pedro Juan Caballero.

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