“Pudimos haber metido un golazo si visua­lizábamos la precariedad de Salud Pública. Fui inocente pensando que con la pande­mia todos iban a cambiar el chip”, dijo la médica Belén Ramírez, experta en salud familiar, quien anunció que vuelve a los EEUU tras toparse con las barreras de la buro­cracia que no le permitieron implementar un verdadero trabajo en situación de emer­gencia. Cuestionó además el amiguismo, el conformismo y el chip de la dictadura.

Belén Ramírez, médica para­guaya, miembro de la orga­nización Médicos sin Fron­teras, llegó al país en abril de este año, pero ayer anun­ció que vuelve a California, Estados Unidos, donde está actualmente su marido. En una entrevista con radio Monumental 1080 AM contó que vino sin saber cuál iba a ser su función específica en la lucha contra el coronavi­rus, pero quería ayudar con su experiencia. “Vine y me encontré con un sistema muy difícil. Me hubiera gustado hacer más. En vez de organi­zar en dos días un protocolo, acá me tomaba un mes. Costó adaptarse a esta urgencia. Es difícil así”, sostuvo. “Me hubiera gustado quedarme más pero es también por mi salud mental”, agregó.

La médica valoró amplia­mente el trabajo de la Direc­ción de Vigilancia de la Salud, de la mano de su colega Gui­llermo Sequera. “Él es mi her­mano, un amigo, es un buen tipo, es muy inteligente, muy crítico, tiene un buen cora­zón, es humano”, lo calificó.

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Recordó que uno de los momentos más difícil fue el caso del empresario Karin Salum, quien fue a su domi­cilio a hacer la cuarentena tras retornar de EEUU y ella fue nombrada como la res­ponsable de ese traslado. La entrevistada dijo que fue la encargada de abogar por los vulnerables para que guar­den aislamiento domici­liario, para velar y garanti­zar los derechos humanos y requisitos mínimos en los albergues.

“Un día lloré por la rabia, por mi ego. Estaban tocando mi nombre y entonces que­ría proteger mi imagen. Luego de eso di un paso más al costado, sin tanto protagonismo, pero siem­pre batallando”, rememoró. Si bien resaltó que la estra­tegia de albergues marcó la baja propagación del virus, nadie analizó desde el lado de los derechos humanos. “Me llamó la atención que nadie cuestionó que sea lle­vado a un albergue, o que no permitan volver a los para­guayos. Retrocedimos 30 años, estamos aún en una dictadura”, refirió.

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