La celebración del tedeum por la Independencia Nacional se llevó a cabo ayer a puertas cerradas en la Catedral de Asunción y estuvo a cargo del arzobispo metropolitano Edmundo Valenzuela, que invitó a unirse espiritualmente en una jornada de oración, ayuno y obras de caridad, para ayudar a la humanidad a superar la pandemia del Covid-19.

“Sería bueno que los políticos y patriotas asuman la urgente reforma del Estado, que debe ser orientada bajo la luz de la verdad, cuyo fin debe ser la justicia y su fuerza motivadora, el amor a Dios y al prójimo, bajo la base sólida de la Constitución Nacional y el Estado de derecho que debe velar por la distribución justa y equitativa de los bienes públicos”, dijo en el apartado central de la homilía.

El mensaje general se centró en que la actual crisis puede ser tomada como una oportunidad para renacer y replantear el estilo de vida de todos.

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Este año, teniendo en cuenta la pandemia, el presidente Mario Abdo Benítez, y otras autoridades decidieron no asistir al tedeum para evitar la aglomeración de personas. Benítez siguió la celebración vía televisiva.

Antes de comenzar la homilía, se leyó el mensaje del papa Francisco, dirigido a Abdo Benítez en ocasión a la fiesta aniversario del país. En él envió un cordial saludo y elevó sus plegarias al todopoderoso por intersección de la Virgen de Caacupé, para que sostenga y bendiga a los hijos de este país, en este momento difícil que está atravesando toda la humanidad.

Valenzuela exhortó a todos los feligreses: “Fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa”, dando gracias a Dios Padre: “Paraguay es un pueblo que surgió en la libertad y soberanía bajo el símbolo de la cruz de Cristo, la patria siempre fue acompañada por sus fieles y pastores. El clero ha estado al lado de su pueblo para enfrentar todas las circunstancias prósperas y adversas”, expresó.

Por otro lado, señaló que la crisis sanitaria puede ser una oportunidad para renacer, para replantearnos la vida agitada, el consumismo, la destrucción de la naturaleza, las amenazas de las ideologías contra la vida, el matrimonio, la sexualidad; las desigualdades sociales, la pobreza y la marginación de gran sector de las familias paraguayas carentes de lo básico para su vida digna, con educación y salud muy precarias, con viviendas endebles.

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