Silvio Díaz, desde hace casi 16 años vive en Queens, el condado más golpeado por el coronavirus en Nueva York, Estados Unidos. “Me encuentro bien, encerrado, resguardado. Pero, en general la situación no es buena aquí”, comienza contando.
“Creo que el gobierno, a pesar de que tenía noción de lo que se avecinaba, viendo lo que ocurría en China, Italia y España, no tomó las medidas a su debido tiempo, ni le dio la importancia que requería. Comenzando por el presidente Donald Trump, que minimizó al coronavirus en todo momento. Imaginen que Nueva York ahora es el centro de la pandemia aquí en Estados Unidos”, relata.
“Apenas dos semanas atrás, el 22 de marzo, se decidió la cuarentena. Una que no es total, porque el sistema de transporte público nunca dejó de trabajar. Lo que considero un error, ya que el metro, con trenes que mueven diariamente a millones de personas en NY, puede seguir siendo la mayor fuente de contagios. Están abiertos los supermercados, las farmacias, locales de comida para llevar y algunos que otros negocios que las autoridades consideran esenciales”, expone.
La cuestión económica es un elemento que preocupa, por eso resalta que el gobierno aprobó “una ayuda multimillonaria para paliar la grave situación económica en la que se encuentra el país. Una economía que cada día que pasa está más al borde del colapso. Se trata de cheques que serán distribuidos a la gran mayoría de los contribuyentes de la nación. No así, a millones de inmigrantes indocumentados que, lastimosamente, se encuentran a la deriva en medio de esta crisis. El trabajo es la mayor incertidumbre para cuando termine todo esto. Actualmente, se estima que hay más de 16 millones de desempleados, lo que equivale al 10% de la fuerza laboral de los EEUU y podrían ser 25 millones. Trump quiere volver a la normalidad el 1 de mayo. Desea que el país comience a revivir ya. Veo un panorama negro que no vaticina nada bueno”.
Hay dolor y angustia entre los compatriotas: “NY está triste. Con los paraguayos que he hablado se muestran igualmente tocados por el miedo, la angustia, la tristeza de una ciudad que hasta hace poco no dormía y tenía actividad las 24 horas. Hoy ya no es así. Aunque la comunidad paraguaya tiene la esperanza de que esta pesadilla termine pronto. Retornar a los trabajos y seguir ayudando a las familias que quedaron en Paraguay es el gran anhelo. Remesas que significan mucho para una economía endeble como la paraguaya”.
“NY continúa en pausa, Times Square, en el corazón de Manhattan, está vacío, como si se tratara de una película. Como en una película apocalíptica, porque las morgues no dan abasto, las fosas comunes siguen siendo cavadas y los hospitales rebosan de contagiados. Así el panorama. La capital del mundo está abatida. De rodillas. Pero no se rinde”, cuenta con un dejo de nostalgia.
–¿PENSÁS VOLVER?
–En cada brindis de año nuevo digo que es hora de retornar y nunca cumplo... pero todo esto me hizo meditar mucho y pensar más en la familia, que es lo más importante. Y toda mi familia está allí en Trinidad, Asunción.
“Vivimos tranquilos y precavidos”
Con muchos años de residencia en Hannover, Alemania, Irma Villamayor cuenta cómo transcurre la vida en la zona donde vive, en estos tiempos de la pandemia.
“Nosotros no tenemos prohibición de salir de las casas, pero eso ocurre porque los alemanes son obedientes y respetuosos, aún así, los policías rondan constantemente las calles y realizan los controles. Por ejemplo, yo salí a caminar esta mañana, lo hice durante una hora cuarenta, en el parque del bosque. De regreso a casa me crucé con ellos y les pregunté por qué hay mucha gente caminando en el bosque. Uno de ellos me explicó que la naturaleza facilita mucho que la gente se sienta más libre, pero cada uno sabe que debe mantener la distancia de dos metros al caminar, nadie lo hace pegado al otro. Solo las parejas pueden ir juntas”.
Agrega que lo mismo ocurre en los supermercados, “Para entrar se forma una fila, cada persona ya entra con un changuito. Luego, a la hora de pagar, en los pasillos para ir a las cajas están pintadas una rayas amarillas, con una leyenda que dice “Por favor (Bitte), mantén la distancia. Hay que respetar para ser respetado”.
En mi ciudad hay pocos muertos, todos los días escuchamos al director del Instituto Koch para estar informados. Hace una semana que baja el número de contagios y hay un alto porcentaje de los que se recuperan del coronavirus. Eso hace que baje la tasa de contagios y nos da mayor tranquilidad.
Pero no nos privamos de salir de nuestras casas, eso sí, la policía insta a no estar reunidos más de tres personas. En el restaurante del bosque había una familia que se sentó a desayunar con sus tres hijos. La policía les explicó que no podían estar todos en la misma mesa, entonces se separaron en dos. Igual en los autos, no pueden viajar más de tres personas, y menos con niños. Pero mantenemos la libertad de salir, de pasear. Esto nos permite sentirnos libres, no tenemos presión de las autoridades sanitarias ni de la policía. Incluso, la gente no usa tapabocas por la calle. Hoy yo fui la única en el parque usándolos. Estamos tranquilos pero precavidos”, comentó.
Irma agrega que en Alemania en general está controlada la situación y tienen programas de ayuda para los extranjeros que entran al país. En total murieron más de 2.100 personas por COVID-19. En Italia, que tiene menos población, el número de fallecidos supera los 18.200.
“La familia trabaja con mucha precaución ahora”
A pesar de que muchos negocios están cerrados, la lavandería continúa funcionando.
Marisa Fretes dos Santos, también en Estados Unidos, cuenta sobre su situación. “Somos tres: mi esposo, mi hijo y yo. Mi esposo lleva 40 años aquí, mi hijo y yo 10 años. Toda mi familia está allá en Paraguay, mis padres y hermanos y sus familias”, cuenta con preocupación.
“Mi hijo estaba viviendo en la universidad, a dos horas de casa, en Amherst, Massachusetts y ahora cerraron hasta setiembre”, explicó para dar idea de la dimensión del problema. Por eso pidió a sus familiares “que se cuiden mucho, nosotros estamos bien”, dijo para tranquilizar a los suyos.
“Nosotros estamos trabajando normalmente, porque somos considerados de servicios esenciales, ya que mi marido y yo tenemos una lavandería autoservicio. Justamente por eso tomamos medidas para nuestra seguridad”, comenta. “La mayoría de los negocios están cerrados, sobre todo restaurantes, muchos desempleados, pero gracias a Dios tienen seguros de desempleo si son americanos”.
En su región no es importante la migración de connacionales. “Por acá no hay muchos paraguayos, solo conozco 5, pero esta zona está siendo bastante afectada. Hoy supimos que en un refugio tienen 67 infectados”, contó en una charla por un popular servicio de mensajería.
Contó que también allí hay déficit en las asistencias a las personas, por ejemplo ella y su marido no reciben contención. “Nosotros no, los desempleados y los enfermos, sí. Lo que hicieron, es por ejemplo, que los niños van a buscar su comida a la escuela, dispusieron ventanillas para que, sin bajarse del auto, las pudieran retirar. Muchas familias de escasos recursos cuentan en su presupuesto con la comida de la escuela. Los viernes, les dan dos comidas extra para el fin de semana”.