“Yo había encomendado aTupãsy (madre de Jesús) la salud de toda mi familia y la de mis animales, estos están sanos y tranquilos gracias a Dios y a la Virgen. Entonces, debo cumplir mi promesa e ir en mi carreta cada año, ella a cambio me da salud y trabajo”, expresa don Feliciano Ayala Bordón en compañía de su señora e hijas, quienes se preparan para peregrinar a Caacupé en su carreta tirada por bueyes.
En la compañía Curupayty de Yaguarón vive don Ayala, quien desde hace 25 años peregrina de forma continua con su familia y vecinos hasta Caacupé.
“En nuestra peregrinación no hay caras largas, silencios, tristeza ni cansancio, todo el día y toda la noche, durante nuestra peregrinación, compartimos, nos reímos y disfrutamos la experiencia porque nos conocemos todos, la mayoría somos vecinos, amigos y parientes”, dijo.
Los peregrinantes saldrán de Yaguarón el 4 de diciembre de madrugada y volverán a sus hogares el día 7, víspera de la festividad. “Vamos tres familias en cuatro carretas. No nos quedamos para el 8 porque los camiones asustan a nuestros bueyes, nosotros cumplimos la promesa con la participación de la misa del día 7”, afirmó.
Manifestó que deben cumplir 7 leguas desde Yaguarón hasta Caacupé y que se tarda un total de 12 horas. Los promeseros descansan al menos tres veces en ese camino: primero en Tatarê, luego al subir el cerro y también al bajar del mismo.
PREPARACIÓN
Desde varios días antes, don Ayala manda a realizar el mantenimiento de la carreta. “Ahora está en el taller porque le faltan algunos ajustes, siempre le hacemos un mantenimiento completo para ir tranquilamente. Aparte, hay que colocarle un techo en forma de arco y encima de eso una carpa”, comenta.
Por otra parte, para mantenerse satisfechos, dijo que llevan comida para compartir. “El desayuno es a veces milanesa, empanadas, chipa o chipa guasu y para el almuerzo, si hay, llevamos carnes, pollo y el resto es para la cena”.Concluyó diciendo que se quedarán a la orilla del arroyo, donde estacionan las carretas, sueltan a los animales, los alimentan y después queda uno de guardia mientras el resto va a la Basílica.