Detrás de cada niña embarazada está toda una sociedad frenando su desarrollo. En nuestro país aún son débiles los esfuerzos para erradicar el abuso sexual y prevenir la violencia contras las mujeres.

En todo el mundo, millones de féminas saldrán a las calles hoy para conmemorar el día de la eliminación de la violencia contra la mujer. En nuestro país, las mujeres también marcharán para abogar por acciones y políticas públicas que pongan fin a las agresiones que sufren a diario, reflejadas en los cientos de casos de violencia intrafamiliar, de abuso sexual y de feminicidio divulgados casi a diario.

Una de las muestras más claras de violencia contra la mujer son los embarazos adolescentes. Los casos de niñas de 10, 12 y 14 años que tienen como pareja a adultos mayores deben considerarse un abuso. Según el Ministerio de Salud, en el 2018, en los hospitales públicos, se atendieron 12.544 partos de adolescentes de entre 10 y 19 años, del total, 380 correspondieron a adolescentes de entre 10 y 14 años.

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A decir de Lida Sosa, del Ministerio de Salud, es necesario empezar por desnaturalizar el embarazo adolescente y las relaciones disparejas de niñas con adultos mayores, pues son situaciones que cronifican y agudizan la violencia y la pobreza en nuestro país.

“Hay personas que ven el embarazo adolescente como algo natural, no como un problema, es algo que siempre sucede y siempre va a suceder. Otros lo ven como un problema individual de las madres y sus familias. Hay quienes se solidarizan y otros que lo toman como un problema de derecho o un problema social que requiere intervenciones del Estado”, explica Federico Tobar, asesor regional del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Sistemas de Salud y Aseguramiento de insumos de Salud Reproductiva.

Para la ministra de la Niñez y la Adolescencia, Teresa Martínez, todavía falta mucho por hacer en materia de prevención del embarazo adolescente y la erradicación del abuso sexual y la violencia en Paraguay.

INCIDENCIA ECONÓMICA

De acuerdo a Tobar, el fracaso para aumentar la prevención y evitar así el embarazo adolescente, en parte, está relacionado con que lo seguimos mirando como un problema individual. Para el especialista debemos considerar que “detrás de cada niña que se embaraza no está solo ella y su hijo, sino toda una sociedad frenando su desarrollo social y económico”; es decir, que el embarazo adolescente también debe ser visto como un problema económico para el país.

Según el estudio Milena 1.0 del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que estima las consecuencias socioeconómicas del embarazo adolescente en Paraguay, el embarazo de niñas y adolescentes es el rostro de la desigualdad en Paraguay. En el país la maternidad temprana impacta en las vidas de niñas y adolescentes, en sus familias y en las futuras generaciones, y contribuye a sedimentar las inequidades sociales, de género, sanitarias y económicas.

“La pobreza se reproduce al igual que la violencia”, expresó Martínez, y agregó que para hacer frente a esta realidad llevan adelante la campaña “Todos somos responsables”, que apunta a desnaturalizar los abusos y las relaciones tempranas de niñas con adultos mayores.

Mirtha Rivarola, oficial a cargo de la UNFPA Paraguay, manifestó que el 5% de las adolescentes de 15 a 19 años que viven en situación de pobreza ya tuvieron al menos un hijo antes de los 15 años. Este porcentaje se duplica en adolescentes indígenas. En contrapartida, el porcentaje es cero en adolescentes del quintil más favorecido, lo que habla del estrecho vínculo entre la problemática y la desigualdad social.

Dicho esto, Paraguay y los demás países de América Latina son tierra fértil para los embarazos adolescentes. No obstante, y si bien hubo avances en cuanto a derechos sexuales y reproductivos en nuestro país y en la región, según la especialista los países del Cono Sur aún ostentan la segunda tasa de fecundidad adolescente más alta del mundo con 2 de cada 3 nacimientos, y Paraguay tiene la tasa de fecundidad adolescente más alta de la subregión con 72 nacimientos de 1.000 mujeres entre 15 y 19 años.

IMPACTO A CORTO Y LARGO PLAZOS

El embarazo adolescente y la maternidad temprana tienen consecuencias adversas en la salud, en el desarrollo humano y en las posibilidades de progreso económico y social, tanto para la adolescente y su hijo, como para el país.

Un embarazo a edades tempranas limita el desarrollo educativo de las adolescentes y afecta su posterior inserción en el mercado laboral. Además, reduce su posibilidad de acumular el capital humano necesario para obtener en el futuro mejores ingresos. Estas consecuencias pueden extenderse al hijo o hija, al padre e incluso a la familia materna o paterna, aumentando la posibilidad de caer en un círculo de vulnerabilidad y en la transmisión generacional de la pobreza.

“El nivel de ingreso de las mujeres depende de su nivel educativo, el ingreso de las mujeres con formación a nivel posgrado resulta 4,3 veces mayor que el de aquellas que cuentan con educación primaria, estas últimas reciben como ingreso solo el 63% de lo que perciben las mujeres con educación secundaria”, dijo Tobar.

El abandono y el rezago educativo, vinculados al embarazo adolescente y a la maternidad temprana, representan para el país un costo o pérdida anual estimado en US$ 96 millones.

INGRESOS

El ingreso laboral anual femenino por nivel educativo es de G. 12 millones para estudiantes primarios, G. 19 millones para estudiantes secundarios, G. 27 millones para estudiantes terciarios (universitarios) y G. 52 millones para estudiantes terciarios (posgrado).

“Entonces, debido al menor nivel educativo, inactividad laboral por cuidado del hogar y desempleo por embarazo, se obtiene un impacto económico total en la actividad productiva del país de US$ 125 millones, también el fisco se ve afectado y deja de percibir US$ 4,8 millones en concepto de impuestos y por último se dan más gastos en salud, ya que se destina US$ 6,7 millones para atender a embarazadas y partos de adolescentes. En total, el embarazo adolescente representa un costo total de US$ 136,5 millones”, explicó Tobar.

ASPECTO PSICOLÓGICO

Manuela Bogarín, psicóloga clínica, jurídica y forense, manifestó que una adolescente no está preparada psíquica ni emocionalmente para criar un hijo. “Su etapa psicoevolutiva no la predispone socialmente ni económicamente para criar y mantener un hijo, estos factores influyen en el aspecto psicológico (ansiedad, depresión, incluso trastornos mentales y de personalidad). La adolescente aún no cuenta con los recursos y habilidades cognitivas y emocionales para afrontar un embarazo”, indicó.

La especialista agregó que muchos jóvenes no utilizan métodos anticonceptivos, ya sea por falta de educación sexual, por no querer invertir económicamente en la prevención, por poca capacidad de planificación y otros, en el caso de las mujeres, por la creencia de que los anticonceptivos engordan y otros. No obstante, es esencial insistir en estos métodos como forma de prevención.

MARCHA 25 N

Hoy las mujeres se movilizan contra la impunidad en los casos de violencia. Además, exigen que el Estado y el Poder Judicial cumplan con sus funciones de proteger y de garantizar justicia. “Nos convocamos en la Plaza de las Mujeres (Plaza Italia) a las 17:00 ¡La injusticia nos mata, oñondive jejahei’ÿre!”, mencionan desde la organización Paro Internacional de Mujeres – Paraguay, que invita a toda la sociedad a participar.

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