La Dirección General del Registro del Estado Civil en Paraguay celebró un total de 742 casamientos de chicas menores de edad en el 2018. Entre ellas figuran 3 quinceañeras, 335 adolescentes de 16 años y 404 jóvenes de 17 años. A los registros se suman 26 varones adolescentes que contrajeron nupcias: 13 chicos de 16 años y 23 jóvenes de 17 años, totalizando 778.
En el 2019, de enero a junio ya se anotaron 225 casamientos de menores, adolescentes de entre 16 y 17 años que se casaron este año. Los departamentos donde más bodas se dan son San Pedro, Itapúa, Alto Paraná y Canindeyú.
La problemática de la unión temprana afecta mayormente a las chicas, lo que hace notar la vulnerabilidad de las menores ante las situaciones de la pobreza, violencia o abuso que sufren en sus hogares.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en América Latina, entre las razones para un matrimonio temprano –en especial de las chicas– está la necesidad o intento de escapar del abuso y la violencia en sus casas. Otra causa sería que los padres, o ellas mismas utilizan la unión como estrategia para escapar de la pobreza.
El oficial de Registro, Juan Vega, expresó que ninguna persona puede casarse antes de los 16 años en Paraguay. De hecho, la Ley de la Reforma del Código Civil exige contar con 18 años de edad como mínimo. Caso contrario debe tener el consentimiento de los padres.
Sin embargo, según las inscripciones del Registro Civil se detectaron 3 casos de quinceañeras que se casaron en los departamentos de Paraguarí, Alto Paraná y Central, sin más exigencias o requisitos que la autorización de los padres, tanto para el matrimonio entre menores o con una persona mayor de edad.
“De 16 a 18 años únicamente se necesita el consentimiento de los padres o la venia judicial. Para los oficiales de Registro Civil es complicado detectar los casos en los que las niñas se casan por presión de sus padres para mantener a la familia o para huir de hogares violentos”, dijo el funcionario y agregó que es probable que las bodas sean por esa naturaleza, pero que no hay seguridad de ello, ya que no existe un estudio para determinar si las nupcias de menores se hace con confianza y conciencia.
Según la ONU, la consecuencia de las uniones tempranas –en especial de las chicas– es que a menudo terminan enfrentándose a la violencia, al abuso y control de sus parejas. Estos no les permiten trabajar, estudiar o salir solas, una situación que muchas veces es aceptada socialmente y no reportada a las autoridades.
La doble moral sexual y el control de la sexualidad también derivan en las uniones tempranas. Muchos padres que temen que sus hijas sean sexualmente activas responden limitándoles la movilidad y las interacciones con el sexo opuesto. Como consecuencia, las chicas idealizan el amor romántico, por lo que carecen de autonomía para decidir cuándo y bajo qué circunstancias mantener relaciones sexuales.
La psicóloga clínica y jurídica Manuela Bogarín explicó que a menor edad se posee mayor dificultad en el vínculo matrimonial, ya que ni física ni psicológicamente tanto las chicas como los muchachos se encuentran capacitados para el rol.
“Pueden presentar depresión, ansiedad y consumir estupefacientes, aunque hay mujeres que se adaptan al estilo de vida al que recurrieron como una tabla de salvación”, lamentó al indicar que muchas menores solicitan al juez una venia para huir de sus hogares disfuncionales. Sin embargo, lo ideal para estos casos es darle una morada alternativa dentro del vínculo familiar.