Por Carolina Vanni, periodista, carolina.vanni@gruponacion.com.py
En Paraguay, la práctica de beber alcohol está ampliamente extendida e incluso aceptada por gran parte de la sociedad. El consumo se da en ambos sexos, en todas las edades y empieza en la adolescencia, según las encuestas. Esto lleva a que mucha gente tenga problemas con y a causa del consumo desmedido del alcohol.
A menudo, cuando escuchamos hablar de Alcohólicos Anónimos (AA), nos vienen a la mente personas que no pueden pasar un solo día sin probar al menos una copa de alcohol. Nada más alejado de la realidad, ya que no todos los que tienen problemas con la bebida consumen a diario. Esto se deja bien claro en las charlas que mantienen los más de 70 grupos de AA en todo el país, y al que asisten aproximadamente 700 personas en cada reunión.
El requisito imprescindible para asistir a los encuentros es ser alcohólico y tener ganas de superarse. El número de encuentros que se tiene en los grupos varía de acuerdo a los miembros y sobre todo al tiempo que se lleva haciendo la terapia. Algunos van a diario, otros dos o tres veces a la semana. Los más afianzados en la sobriedad acuden a las reuniones una vez a la semana, porque según comentaron el compartir con sus pares se vuelve necesario.
“SOLO POR HOY”
Según el Observatorio Paraguayo de Drogas (OPD), dependiente de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), en el 2004 un total de 5 de cada 10 personas estaban en tratamiento por consumo de alcohol, proporción que se redujo a 2 de cada 10 personas en tratamiento en el 2012 (50,2% y 23% respectivamente).
Quienes desean mantener la sobriedad acudiendo a AA deben asistir periódicamente a las reuniones. Estos encuentros ayudan a entender la filosofía de AA, cumplir con los 12 mandamientos, los 12 principios y la promesa de “solo por hoy, 24 horas sin beber”. Escuchar la experiencia del otro permite a los miembros entrar en razón sobre cuánto daño produce el alcohol, no solo en ellos mismos, sino también en el relacionamiento con sus seres queridos.
“No debemos olvidar que el alcohol es una droga”, explica María Delia Delvalle, custodia no alcohólica y presidenta de la Comisión Directiva de Alcohólicos Anónimos del Paraguay. Añade, además, que el alcoholismo es un problema de salud grave que actualmente afecta a miles de familias en Paraguay y a cientos de millones en todo el mundo.
El OPD sostiene que “existe evidencia fehaciente de que el consumo excesivo se asocia con varios problemas de salud, como complicaciones durante el embarazo, accidentes de tránsito, enfermedades hepáticas, enfermedades cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, trastornos neuropsiquiátricos, adicciones, violencia familiar y comportamiento de riesgo”.
GRUPO DE AUTOAYUDA
Un equipo de La Nación participó en una de las reuniones de AA para que la gente sepa cómo funciona un grupo de autoayuda, donde los miembros comparten un denominador común: cuando bebían, la vida era un infierno, y si bien algunos lo perdieron todo, otros lograron salir del abismo antes de tocar fondo o casi perder la vida en el intento.
Para contar las historias usaremos nombres ficticios, porque se debe seguir con el anonimato de quienes confiaron sus vivencias cuando estaban atados a esta droga que se vende en cualquier almacén del barrio.
Abusar del consumo de alcohol no solo destruye al bebedor. Su poder quebrantador va más allá de una sola persona. Rompe familias, derriba hogares, trunca trabajos y profesiones; además de robar, cada día, un poco de la dignidad humana de quienes quedan prendidos a su sabor. Muchos mueren sin recibir un tratamiento adecuado o sin reconocer que estaban enfermos.
Entre el 2010 y el 2014 se atribuyen 6.557 decesos por exceso de consumo de bebidas alcohólicas que derivaron en enfermedades agudas y crónicas, a los que también se suman las 1.708 muertes en siniestros viales, de acuerdo con el informe de la OPD, que cita como fuente a la Dirección General de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
Muy al contrario de lo que muchos creen, el problema con el alcohol no es solo de quienes cada día lo consumen, sino que también afecta a los denominados consumidores moderados o sociales, quienes bajo los efectos de la bebida actúan de forma irreconocible, irracional, haciendo cosas de las que luego se avergüenzan o no recuerdan, volviéndose agresivos y posesivos, adquiriendo conductas destructivas para con ellos mismos y con los que les rodean, principalmente, con sus seres queridos.
EL ALCOHOLISMO NO DISCRIMINA
El alcoholismo no conoce de clases sociales, sexo, ni edades, cualquiera puede caer rendido ante la seducción de la bebida. Algunos se embriagan con productos finos, otros con lo que tienen a mano.
Conforme a la Encuesta de Factores de Riesgo para Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud Pública realizada en el 2011, la prevalencia de consumo excesivo fue superior en la población masculina, en un 32,5%, mientras que en la población femenina fue de 14,2%. Esta prevalencia fue considerablemente mayor durante la adolescencia y juventud. Las diferencias por sexo desaparecieron después de los 55 años de edad, señala el último informe del OPD.
En su mayoría –y basándonos en lo que comentaron los anónimos–, el problema del alcoholismo comienza a temprana edad, por la arraigada costumbre de los padres de enviar a los hijos a comprar la birra o la caña. A esto se añade que muchas veces los padres piden a los niños o adolescentes que les sirvan o preparen la copa, comentó Walter, de 54 años, quien lleva más de una década de sobriedad gracias a la asistencia constante a las reuniones de AA.
Según la encuesta realizada por la Senad –detallada en el informe de la OPD 2017– en el año 2014, el alcohol era la sustancia más consumida entre los adolescentes escolarizados. “La edad promedio de inicio fue de 13,8 años. De cada 10 estudiantes entrevistados, 6 manifestaron haber consumido alcohol alguna vez, 4 lo hicieron en el último año y 3 en el último mes”, indica.
El informe sostiene que la prevalencia aumentó con la edad, siendo 14,3% a los 14 años y 30,4% a los 17 años, considerando el consumo durante el mes. Este estudio verificó un mayor consumo entre las mujeres adolescentes.
“El problema con el alcohol no es cuántas veces tomo, ni qué tomo. El problema es cuánto tomo las veces que lo hago”, dijo Vicente, de 40 años, quien lleva al menos 10 años sin probar una copa. Añade que el primer paso para comenzar a cambiar la vida es admitir que se tienen problemas con el alcohol, ya que mientras no exista ese reconocimiento no se puede lograr el cambio, para el enfermo da lo mismo embriagarse con sidra, cerveza, vino, whisky o caña. El resultado es el mismo: No puede controlarse ante el alcohol.
PASO FUNDAMENTAL
De acuerdo con datos de la Senad, la proporción de personas que asisten a grupos de AA aumentó con la edad, sobre todo después de los 25 años. Entre los que comentaron haber asistido a los grupos de ayuda, el 68% tenía 30 o más años, mientras que el promedio de edad de inicio fue de 16 años. En los grupos de AA, el 86% de los participantes son hombres y el 14% mujeres.
Para tratar la enfermedad, el paso fundamental es reconocer el problema con el alcohol. Para lograr la sobriedad es necesario tener voluntad para cumplir con la promesa de un día a la vez. “No importa las veces que caigas, sino las veces que volvés a levantarte. Acá nadie cuestiona ni juzga, estamos para ayudarnos”, aseguró Sergio, uno de los miembros del grupo.
Pero para mantenerse sobrio es importante asistir a las reuniones, porque es lo que ayudará a no beber en las próximas 24 horas. Las personas que fueron llevadas a la fuerza no siempre lograron el cometido, por lo tanto, siempre se destaca la voluntad de cada uno de superar la situación teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad incurable, por lo que el apoyo de sus compañeros, familiares y amigos es fundamental para lograr el objetivo.
“El pasado ya no importa, el futuro no sabemos. Nos importa el presente y lograr 24 horas de sobriedad. Ese es el objetivo que cada día nos permite avanzar. Es un día a la vez”, explicó Vicente, quien agregó que es fundamental que cada persona sea consciente de la necesidad de acudir al grupo, puesto que si un miembro va fuera de su voluntad la terapia no tiene fuerza.
Según el OPD, una de las prácticas “nocivas extendidas en el país es la alta frecuencia de consumo en lugares públicos y el hábito de beber sin acompañar con comidas”. Es por ello que desde AA, los “veteranos” recomiendan a quienes inician sus primeras armas en la sobriedad que eviten los lugares y las personas que les invitan a compartir las copas.
Los tres primeros meses son generalmente los más difíciles y, para muchos, la recaída es la prueba de la necesidad de mantenerse en el compromiso de “solo por hoy, 24 horas sin beber”, debido a que siempre hay invitaciones de amigos y familiares que conocen del apego de uno por la bebida.
La otra recomendación –aunque no providencial– es tener siempre algo en la mano, como el tereré, mate, agua, caramelos, algo con lo que se pueda entretener y no le haga pensar en la bebida, que es justamente lo que se desea dejar.
“A los tres meses que vine a AA fue mi cumpleaños. Llegué a mi casa y todo estaba cerrado. Me preocupé, pero a la vez pensé ‘hace 3 meses que no bebo, no pude haber hecho nada malo’. Pero mi familia me tenía una sorpresa, una fiesta que fue una gran prueba, porque mi compañero de tragos, mi cuñado, estaba usando la champañera que era mía y yo estaba con el termo de tereré. El me invitó y cuando le dije que ya ‘no’, abandonó la fiesta y se fue de la casa. Un año no me habló”, comentó Walter.
Los datos del OPD refieren que “el consumo nocivo se debe a la intensidad más que a la frecuencia o a la cantidad absoluta. El patrón de consumo predominante y característico en la población paraguaya es lo que se denomina consumo excesivo episódico (CEE), que se define como cinco o más tragos (copas) para hombres y cuatro o más tragos para las mujeres, por ocasión o en un período de dos horas”.
Muchas personas solo beben los fines de semana, o en ocasiones especiales como cumpleaños, encuentros, pero el resultado es siempre el mismo: la perdición con el alcohol. Para estas personas cuesta más entender el grave problema y esto les lleva a perder casi todo lo que habían construido durante años.
“Yo bebía solo los fines de semana. Perdí mi familia y en mi trabajo nunca me promovieron porque los lunes siempre tenía ‘olor a guarapo’, de tanta cerveza que consumía. Los problemas en la casa se fueron ahondando, porque me gustaba el fútbol, pero no jugaba bien. Lo que me interesaba era el tercer tiempo. Dejaba la carne en el asador y llegaba a la noche, completamente borracho a mi casa”, comentó Alfredo, de 44 años.
El OPD maneja datos de que el alcohol es una causa importante que motiva la búsqueda de tratamiento. Indica que entre el 2004 y el 2012, “la adicción al alcohol estuvo entre la primera y segunda causa de tratamiento respectivamente”.
Tras acudir a AA y lograr años de sobriedad, Alfredo incluso volvió a estudiar y ahora tiene un mejor trabajo. “No solo me sobró más dinero, sino que además estoy estudiando más. Lastimosamente perdí a mi familia, porque el daño era irreversible”, comentó.
La experiencia de Eusebio es una de las más tristes, ya que luego de 30 años de beber pudo sentirse digno nuevamente tras acudir a las reuniones de AA. Ahora lleva poco más de una década sobrio y dice que al menos pudo reconstruir parte de su vida. “Aquí recuperé mi dignidad. Vivía borracho todo el tiempo, era la burla de todos. Cuando estaba tan ebrio hasta orina llegué a beber. Cuando estás en un punto en el que ya no sabés nada, sos la burla de todos y te dan de todo. Ebrio tomás cualquier cosa”, comentó Eusebio, quien tiene más de 60 años de edad.
La enfermedad llevó a muchas personas a perder todo, pese al intento de sus familiares y seres queridos para que dejen la bebida. Es el caso de Juan, de 47 años, quien era empleado estatal y tiene cinco hijos. Lo perdió todo, trabajo y familia, porque bajo los efectos del alcohol perdía dinero, sus herramientas de trabajo y finalmente su familia lo dejó.
“Mi mamá intentó mucho. Me puso una sustancia en la almohada que me daba malestar cuando bebía. Cuando descubrí, tiré la almohada y continué bebiendo. Mi madre me buscaba de la vereda, donde amanecía tirado, con heridas, golpeado, y siempre me robaban todo”, comentó. Al llegar a AA inició la rehabilitación, pero las cosas con su familia ya no son lo mismo. “Yo no les puedo decir nada si ellos no quieren venir a verme. Antes nunca estuve para ellos”, dice al hablar de sus cinco hijos.
FAMILIARES
Los grupos de ayuda no aglutinan solo a los bebedores, también existen grupos al que acuden los familiares que buscan conocer cómo ayudar a sus seres queridos que pasan por el problema del alcoholismo. Sin embargo, en las reuniones de AA solo acuden las personas que tienen problemas con la bebida, mientras que las charlas para familias se reducen solo a este mismo sector.
Los 70 grupos que funcionan en país no reciben ningún tipo de ayuda exterior, ya que ellos mismos deben gestionar la forma de mantenerse. Esa es una regla que les permite mantenerse unidos y activos, ya que deben hacerse cargo de los costos que representa el alquiler de un local, o el pago de una persona que se encarga de llevar el registro.
CONVENCIÓN
La Asociación Alcohólicos Anónimos realiza una reunión anual en cada país. Sin embargo, nunca se hizo un encuentro regional, por lo que en noviembre próximo, los días 15, 16 y 17, se realizará la Primera Convención Sudamericana de AA, con sede en Asunción, Paraguay.
Este importante encuentro no solo reunirá a los AA, sino además a los familiares y habrá un momento que estará destinado a los trabajadores de la salud, explicó Óscar Patiño, miembro del directorio y custodio no alcohólico.
La convención tiene como objetivos compartir experiencias entre enfermos alcohólicos en recuperación, familiares, dar a conocer cómo funciona el programa de AA en los países sudamericanos y los resultados positivos que se obtuvieron. Serán tres días de charlas, disertaciones e intercambio de experiencias en el Centro de Convenciones del Paseo La Galería. El costo es de 60 dólares, pagados en cuotas. Para más información, escribir a convencionsudamericanaaa@gmail.com; o llamar al (+595981) 551-455.