COMENTARIO

POR PATRICIA STANLEY ZARZA, abogada, notaria y escribana pública

Hace pocos días asumió la nueva defensora general, la abogada Lorena Segovia Azucas. Durante el proceso de selección se hicieron sentir críticas por parte de los defensores públicos de la niñez. El viejo esquema se retorció, saltó en defensa del statu quo, buscó dejar las cosas como “están”, seguir caminando con tacones.

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Nuestro país tiene una deuda creciente y urgente con la niñez, que va a formar parte de nuestro llamado Bono Demográfico, que presumimos y usamos para traer inversores.

Esta deuda es porque solo en el 2018 hubo 2.600 casos denunciados de abusos de menores, y hasta abril de este año ya son 685 las denuncias. Estos números son subestimados, puesto que se calcula que por cada denuncia de violación hay cuatro que no se denuncian. Por lo tanto, no hay estadísticas que las registren.

Otra estadística que no se registra es sobre cuántos de estos chicos fueron abusados por su “propia sangre”. Es decir, abusados por sus padres, hermanos, tíos, abuelos, padrastros, quienes en teoría tenían que darles amor y protección. Hago referencia a los lazos de sangre, porque para los organismos de protección de los menores, la sangre pesa más al momento de dar a un chico en adopción.

“La sangre” está por encima del amor que pueden dar unos padres adoptivos, que buscan, en muchos casos, en forma desesperada tener un hijo y luchan solos contra un sistema que solo pone trabas burocráticas e intenta impedir que ese menor pueda tener una familia. Por ello es por lo que existen 1.400 menores institucionalizados, que crecieron sin el afecto y la protección de una familia. Nos preguntamos: ¿Qué hizo el sistema por ellos? Porque hay un sistema compuesto por el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia, la Fiscalía, los defensores públicos, los jueces y las ONGs en el sector privado.

Hoy solo me voy a referir a quienes los deberían defender y representar. Me consta que, en muchos casos, ese niño, niña o adolescente no tuvo un defensor público que fuera su voz, por lo que permaneció invisible para el sistema.

Hoy viene una nueva directora a la Defensa General, que en primer lugar vio esos números, 2.600 abusos, que significa que cada día en Paraguay son abusados siete niños.

Lorena Segovia mostró estos números, que duelen, y lo hizo en championes, con el compromiso de cumplir con la niñez, olvidada y sin voz, que hoy tienen en ella a su defensora. Por eso, los tacones zapatean y siguiendo el pulso del tiempo, la era de las corridas, esperemos sumarnos todos y ponernos los championes por esta infancia olvidada.

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