• POR ADRIANA ZACARÍAS
  • Periodista

La zona se encuentra cubierta por más de 7 metros de agua. Si bien la gran mayoría ya fue trasla­dada a los refugios, muchos con el correr del tiempo –pese a ser asentamientos o tierra fiscal– han construido casas de material –incluso de tres pisos– de modo de preve­nir los fenómenos naturales del curso hídrico, que desde siempre ha afectado a los bañadenses.

La base es de 9 metros porque hasta ahí llega el agua, afirmó respecto a la construcción de su hogar Cipriano Áva­los, navegante, que desde la altura disfruta sin reservas de un rico tereré en compa­ñía de su gato y el perro que se dispone robustecido a ladrar desde el techo al equipo de La Nación, desplazado en lancha. Cipriano contó que desde 1983 vive ahí, pues sus her­manos trabajan en el astillero cercano y todo les queda cerca del “hogar”. “Nadie quiere abandonar su arraigo, acá crecimos y vivimos”, relató.

El único inconveniente de vivir en estas condiciones es el tendido de la energía eléc­trica. “Tenemos que estirar los cables una vez que sube el agua. Pero agua potable sí hay. Pero si sube más, obvia­mente se corta la energía eléc­trica”, mencionó al tiempo de informar que previendo estas situaciones reiteradas, muchos tienen sus propias lanchas.

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En balsa de isopor extraído de los rescoldos de algún electrodoméstico y palets se mueven algunos bañadenses.FOTO:PÁNFILO LEGUIZAMÓN

“Esto está construido de cemento, por eso aguanta. En el 2015 llegó a los 8 metros. Somos 5 personas en la fami­lia. Estamos acostumbrados porque hace años que vivi­mos acá. Cuatro o cinco veces pasamos por eso. Cuando uno se malcría en el barrio, evidentemente no quiere dejar. Acá queda todo cerca”, explicó.

¿FRANJA O DEFENSA COSTERA?

Dijo que la solución a las cons­tantes inundaciones es un muro de contención o defensa costera, y no una franja cos­tera, pues lo último es para lucrar desatendiendo a las 2.500 familias que en cierta medida se verán obligadas al desplazamiento a lugares remotos. En cambio, el muro cumplirá el propósito de pro­tegerlos del avance del río. “¿Qué beneficios sacaron los chacariteños?”, expresó res­pecto a la Costanera Norte, donde varias casas quedaron aisladas con la última inun­dación.

Entre tanto, la gente se inge­nia como puede, se mueven en lanchas propias o en las que se hallan en un minipuerto en la entrada del puente Pessoa que divide Sajonia del Bañado Sur; los locales pagan G. 5.000 para ingresar a ver sus hoga­res. En cambio, otros pagan entre G. 20.000 a G. 60.000. Con este negocio aprove­chado de la desgracia, los lancheros llegan a ganar G. 80.000 por día.

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