Es un jueves caluroso el 28 de marzo y el cielo abierto que abraza este lodazal augura que ya no habrá lluvia. En la casa de don Víctor Fernández, en Paso Barreto, esto da una pequeña esperanza para volver a tener una vida normal. Don Fernández vive solo. Tiene 76 años. Se quedó sin el ojo izquierdo desde muy joven y se dedica enteramente al trabajo de campo. Recibe al equipo de GEN y La Nación sin remera, con una pequeña cruz de madera que le cuelga con un collar de hilo y un puñal guardado en su estuche en la espalda, a la altura de la cintura. A pesar de la extrema situación en la que se encuentra, dice que están “bien” e invita a charlar en el patio de su casa.

“Tuve que irme a vivir bajo una carpa en una zona más alta, bajo un mango, que me servía para subir por sus ramas en caso de que el agua llegue hasta donde estaba. Este año, la inundación nos agarró mal”, dice don Fernández en un perfecto guaraní.

La situación de Fernández se multiplica en cientos de familias en este lugar. Si bien las aguas ya bajaron, la zona se quedó en un pantano, convertido casi en humedal. Las familias que vivían en los alrededores de los cauces hídricos no pueden volver a sus casas, mientras que los que se dedicaban a la ganadería en las estancias de la zona no pueden hacer el trabajo diario. La situación se torna difícil y hoy día, al menos 200 familias todavía están dependiendo de los víveres de la SEN y de la gobernación central para poder comer. Para poder subsistir.

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Paso Barreto, una localidad del departamento de Concepción en la que viven unas 700 familias y distante a 56 kilómetros de la capital departamental, fue una de las más afectadas por las inundaciones. A la crecida del río Aquidabán se le sumaron los desbordes de los arroyos Pitanoaga y Trementina y de la laguna Penayo, con lo que la ciudad quedó totalmente aislada por varios días. La única forma que encontraron desde la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) de hacer llegar los víveres fue a través de un helicóptero, que llevaba lo indispensable en víveres, colchón, carpas, etc.

Recién desde el pasado jueves Paso Barreto volvió a tener una conexión terrestre con Concepción, la capital departamental. El único camino es el que sale por San Alfredo, y cuyo recorrido supone un desvío de casi 80 kilómetros en lugar del camino directo Paso Barreto – Loreto, que hoy está totalmente clausurado por la caída de una parte del puente que une ambos distritos sobre el río Aquidabán. La fuerza de las aguas se llevó gran parte de la cabecera del puente, hacia Loreto. Los pobladores ya se hacen la idea de que pasará un buen tiempo para que este puente pueda ser reparado.

Existen 1.300 personas afectadas por las subidas.

Por de pronto, la Municipalidad de Paso Barreto, como medida de urgencia, puso al servicio una lancha motorizada para el paso de personas.

Sin embargo, la historia como distrito municipal es mucho más reciente para este pequeño pueblo. Fue declarado con rango de municipalidad por Ley Nº 4.926 del 31 de mayo del 2013. El actual intendente local es Bruno Piccinini, con quien este equipo periodístico no pudo contactar porque estaba internado por una afección de salud, según los reportes que nos dieron desde la comuna local.

Una de las actividades económicas más importantes de este pueblo son los aserraderos. Sin embargo, esta actividad está en franco declive; “ndaiporivéi la bosque, oitypáma lo mitã” (ya no quedan bosques, echaron todo), dice don Fernández.

En años anteriores, en la ciudad existía al menos 7 aserraderos que generaban empleo para gran parte de los hombres del pueblo. Hoy, esa cantidad se redujo a dos, que trabajan cada vez menos horas.

Esta situación hizo que la gente se rebusque en trabajos de changa en las estancias. De hecho, las grandes extensiones en manos privadas para la explotación ganadera es el denominador común del lugar. Los pobladores no son precisamente los dueños de estas tierras, sino trabajadores. Los dueños son empresarios agroganaderos que viven en Asunción, principalmente. Otra gente se dedica a la pesca y a los trabajos de albañilería, que no tiene demasiada salida últimamente.

Para salir de Paso Barreto en transporte público hay un bus que hace dos viajes por día hasta Concepción ciudad. Entre las 6 y 9 de la mañana son las salidas, y las vueltas a la tarde. Tras la inundación, el servicio recién se restableció desde el miércoles 27 de marzo y con una salida diaria. Es algo, en lugar de nada.

Las inundaciones empeoraron la situación de la atención médica. El Centro de Salud de Paso Barreto no tiene ambulancia, por lo que los pobladores tienen que ingeniarse para salir del lugar en caso de tener algún enfermo. En ese sentido, el único lugar en donde se puede socorrer a las personas es Concepción. Pero con los desbordes de los ríos y arroyos, salir de Paso Barreto se hace muy difícil.

Vidalia Ramos cruza con su moto el terraplén desbordado de la laguna Penayo. Detrás de Vidalia está su pequeña hija que llora porque tiene miedo de caer al agua. Son las 17:35 de este miércoles 27 de marzo y en el trayecto Paso Barreto-Loreto, las aguas de lagunas y arroyos desbordados destrozaron el camino que une ambas ciudades. La situación en principio no parece tener una solución a corto plazo.

“Hace como 20 días que estamos haciendo así. Pasa que nuestros hijos tienen que ir a la escuela y no queremos que falten”, dice Vidalia. La escuela a la que acuden sus hijos se llama Cristo Rey, a donde van como pueden.

Vidalia cuenta que no tienen otra opción que salir en moto hasta la escuela y sortear los ríos desbordados. Ella prefiere que su hija llore un rato por pasar el agua a que se pierda horas de escuela. La realidad, muchas veces, es implacable cuando no hay alternativas.

La semana pasada, la gobernación de Concepción se declaró en emergencia debido a las inundaciones. Unas 1.300 personas afectadas por las subidas de las localidades de Paso Barreto, Puentesiño (hoy Sargento José Félix López), San Lázaro y algunas barriadas de Concepción obligaron a tomar la determinación gubernamental.

El único camino es el que sale por San Alfredo y cuyo recorrido supone un desvío de casi 80 kilómetros.

En la ciudad de Concepción también la situación se volvió peligrosa. Actualmente hay unas 150 personas que fueron reubicadas porque en sus barrios el agua llegó hasta los techos. Para el intendente local, Alejandro Urbieta, la ciudad de Concepción puede colapsar con una nueva lluvia grande por el problema de efluentes.

“Para nosotros es sumamente preocupante la situación en la que nos encontramos porque aguas de efluentes de alcantarillado sanitario no tienen salida al río. Con una lluvia de 100 milímetros esto va a ser un caos total. El sistema de efluentes no puede salir directo al río por las aguas altas y eso puede volver. Sería un desastre”, dice Urbieta.

Por de pronto, en la capital del departamento están esperando que la situación pueda contenerse con el sistema de motobombas, que es lo que está sacando las aguas, porque las compuertas de salida están totalmente cargadas de las mismas.

En Paso Barreto y zonas aledañas, los pobladores se cansan de pedir a las autoridades más y mejores caminos. Pero como esto parece un pedido demasiado extraordinario, hoy sólo piden a Dios que ya no llueva en estos días.

Las familias que vivían en los alrededores de los cauces hídricos no pueden volver a sus casas.
Si bien las aguas ya bajaron, la zona se quedó en un pantano, convertido casi en humedal.
Los hermanos Fernández, cuya situación se multiplica en cientos de familias en este lugar.


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