“Mami, algo tenemos que hacer para que la gente no se sienta así”, fueron las palabras de Andrea Fernández, la primera paciente paraguaya que falle­ció en el 2007 a causa de una complicación de dengue grave, luego del reingreso de la enfer­medad en 1989. Su madre, Olga Fernández, aún recuerda con tristeza todo lo que le tocó vivir junto a su hija. Se estima que alrededor de 350 personas fallecieron en los últimos años a consecuencia de las compli­caciones del dengue grave, dijo Fernández. Según los datos de la Organización Pana­mericana de la Salud (OPS), en el 2010 se produjo la pri­mera epidemia de dengue que superó el millón de casos en las Américas. Tres años des­pués, en el 2013, se presentó la primera epidemia con más de dos millones de casos.

Para la Organización Mun­dial de la Salud (OMS) el den­gue es una infección vírica transmitida por la picadura de las hembras infectadas de mosquitos del género aedes aegypti. Una vez infectados, los síntomas aparecen 3 a 14 días después de la picadura infectiva. No hay tratamiento específico. El dengue grave es una complicación potencial­mente mortal, pero el diag­nóstico clínico precoz y la atención cuidadosa por per­sonal de blanco suele salvar la vida de los pacientes.

Los signos de alerta son dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, respiración ace­lerada, sangrado de encías y nariz y decaimiento. Estos requieren consulta inmediata para evitar complicaciones.

La OMS la cataloga como una enfermedad vírica que se pro­paga por la picadura del mos­quito aedes infectado. Gene­ralmente dura entre 5 y 7 días, y produce dolores articulares graves y a menudo incapaci­tantes. Raramente pone en peligro la vida del paciente. Al igual que el dengue, carece de tratamiento específico, pero se pueden utilizar analgésicos y antiinflamatorios no este­roideos para reducir el dolor y la tumefacción.

Es un flavivirus que se iden­tificó por primera vez en Macacos, Uganda, en 1947. Es transmitido por mosqui­tos del género aedes que pican durante el día y también por relaciones sexuales, según la OMS. Los síntomas, general­mente leves, van de 2 a 7 días, consisten en fiebre, erupciones cutáneas, conjuntivitis, dolo­res musculares y articulares, malestar y cefaleas. La mayoría de los infectados son asintomá­ticos, por lo que resulta suma­mente peligroso, especial­mente para las embarazadas, ya que puede causar microce­falia y otras malformaciones congénitas. La infección se asocia en niños y adultos a un aumento del riesgo de compli­caciones neurológicas, como el síndrome de Guillain-Barré, la neuropatía y la mielitis.

La única manera de prevenir­las es evitando la picadura de mosquitos. Para ello, es fun­damental la eliminación de los criaderos, que según el Senepa están en un 60% en las casas.