La alegoría de este año es “Camino a Belén”. Ramona Sánchez (62) comentó que la familia se prepara desde setiembre para armar el pesebre de 12 metros de altura y 8 metros de ancho. Este año acompañó el “Rey del barro” con su aporte artístico.
“Desde que se inauguró ya llegó gente de Capiatá, Asunción, Itá. Hacemos el pesebre todos los años, es una tradición en mi familia desde que tengo uso de razón y actualmente tengo 62 años”, expresó Ramona Sánchez. Mencionó que desde el mes de setiembre ya planean cómo hacer el pesebre y la temática que lo caracterizará.
En noviembre empiezan a fabricar las piezas y montar el espacio. “A la alegoría de este año la denominamos ‘Camino a Belén’ o ‘Camino al Niño Jesús’, representando en nuestra ciudad colonial de Itauguá a la campiña, la artesanía. Todos ellos encaminados a Belén”, dijo.
En cuanto a los materiales para la ornamentación, mencionó que hay una figura hecha en chala de maíz, paja, sombrero piri. El “Rey del barro” también aportó su arte con la ciudad de Belén al igual que la ceramista Rosa Brítez, fallecida el año pasado.
“Tenemos la cascada, que para mí significa la abundancia. El original fue hecho por mi papá hace veinte años. Desde el año pasado implementamos un rincón a San Francisco de Asís, creador del pesebre. Tenemos a los pastores en una cueva porque nosotros creemos que los pastores residían en cuevas para llevar alimento a sus animales. Está representado por el pastor dormido, el que vigila”, detalló.
El rancho sustentable, por su lado, tiene una chacra, gallinero y un ambiente familiar.
KUÑA GUAPAS
Acompañan las “kuña guapas”, son mujeres que llevan en carreta sus productos a vender en el mercado o los lleva en la cabeza. “A la burrerita hace años no se la ve, pero yo la tengo viva en mi mente”, añadió.
El pesebre se halla en la ciudad de Itauguá, camino al Hospital Nacional, sobre la ruta Marcial Samaniego, que une la ciudad del Ñandutí con Itá, compañía Itauguá Guasu.
La tradición nació en los años 50 cuando doña Liberata Cáceres iniciaba en Carapeguá el montaje del pesebre, luego se trasladó a Itauguá. Antes de fallecer, doña Liberata encargó a sus hijos, Ramón y Julia Sánchez, la tarea de seguir con la tradición de armar un gran pesebre cada año con el objetivo de unir a la familia en torno a la representación del nacimiento del Niño Jesús.