Como ocurre cada año, la devoción a San Pío de Pietrelcina reunió a una multitudinaria cantidad de fieles y devotos en su templo ubicado en el barrio Santísima Trinidad de Asunción. El padre Pío es considerado –junto a San Juan María Vianey– como el santo de la reconciliación, porque fue una persona que sufrió mucho por la aparición de estigmas o llagas como la de Jesucristo y por las persecuciones, según comentó el padre Miguel Villasanti, de la Congregación de los Hermanos Capuchinos.
Precisamente, en el aniversario de su fallecimiento se realizaron ayer varias celebraciones eucarísticas y procesiones con su imagen en todas las capillas de la congregación de los Hermanos Capuchinos, para honrar la solemnidad del santo de los estigmas en capillas y parroquias de todo el mundo, recordando también los 100 años de sus estigmas pasionarias, semejantes a las llagas de Jesucristo.
Pese al calor reinante todo el fin de semana las celebraciones se realizaron en un clima de fiesta, los peregrinos –llegados de varios puntos– colmaron el templo, otros por falta de espacio siguieron la misa desde fuera del recinto santo. Varios de los fieles recordaron su frase “Solo soy un humilde fraile que ora...” que guarda el mensaje de la importancia de rezar y ser humildes.
En la capilla San Pío, situada sobre las calles San Juan y Teniente Benítez, se realizó la novena en honor al santo patrono. La novena culminó el pasado sábado 22 de setiembre y las misas se siguieron celebrando desde a las 8:00, 10:00, 12:00, 15:00 y 19:30 el día de ayer.
La capilla San Leopoldo Manic también siguió el cronograma y celebró misas a las 10:30 y 20:00. En San Francisco de Asís de Ciudad del Este, se realizaron misas a las 7:00, 10:00, 16:00 y 19:30. Otro lugar donde también se honró a San Pío fue en Surubi’i con un acto litúrgico a las 10:30 y 19:30.
San Pío de Pietrelcina
Fue declarado santo en el 2002 por el papa Juan Pablo II, quien lo conoció personalmente en 1947 y a quien en vida consideró una persona santa. Además, afirmó que su santidad fue una especie de indemnización por todas las persecuciones e injusticias que sufrió en vida por la aparición de sus estigmas y los milagros.
SU MAYOR OBRA DE CARIDAD
Aunque sus dones eran extraordinarios, el mayor legado material que dejó San Pío fue la fundación del hospital que pasó a llamarse Casa Alivio del Sufrimiento, cuya edificación llevó varios años hasta que en mayo de 1956, el propio padre inauguró este centro que está concebido para atender al necesitado. La finalidad del hospital es curar al enfermo tanto espiritual como físicamente: la fe y la ciencia, la mística y la medicina, todos de acuerdo para auxiliar la persona entera del enfermo: cuerpo y alma.
La entidad se mantiene hasta hoy día y es ejemplo para que otras comunidades de capuchinos desperdigados en el mundo entero imiten esta obra. En Asunción, también la congregación capuchina hizo posible este sueño, el sábado pasado con la inauguración del centro.
“Los que sufren mucho recurren a San Pío”.
El padre Miguel Villasanti, uno de los representantes de la Congregación de los Hermanos Capuchinos, indicó a La Nación que San Pío es una figura de trascendencia en la feligresía por su testimonio de vida. “Las personas que sufren mucho recurren a San Pío”, dice el padre Villasanti.
El clérigo recordó que el santo italiano es una figura católica que llama mucho la atención no solo por sus estigmas o llagas que de por sí encierra el misterio de la comunión con Dios, sino también por su gran espíritu de caridad.
Villasanti explicó que en vida, San Pío fue artífice del Hospital “Casa Alivio del sufrimiento” y como un gesto de homenaje hacia esta caridad, los capuchinos erigieron e inauguraron una casa destinada exclusivamente a ancianos o personas desamparadas.