En homenaje al Día de las Madres, presentamos la historia de dos mujeres luchadoras: por un lado la de la afamada actriz Ana Brun y, por el otro, la de doña Ana Mora, la "mamá guasu" del mercado de la ciudad de San Lorenzo. Aunque ambas tengan responsabilidades y realidades distintas, tienen un rol en común: "ser madre".

  • POR LOURDES PINTOS
  • lourdes.pintos@gruponacion.com.py

¡Hoy Paraguay está de fiesta! Nos vestimos con nuestra mejor gala para conmemorar los 207 años de independencia patria, pero también les rendimos un digno homenaje a ellas, a nues­tras queridas madres. Con su siempre papel protagónico en la historia del país, la mujer paraguaya, "la más gloriosa de América", como la describió el papa Francisco, se caracteriza por su lucha incansable, por su valentía y abnegación que los conserva a pesar de los años y las generaciones.

Doña Ana Mora es el vivo ejemplo de una madre abne­gada y trabajadora. En su rostro lleva las marcas de una vida dura y sacrificada que con valentía y coraje pudo sobrellevarla. Con sus 70 años ella es considerada la "mamá guasu" del mer­cado de San Lorenzo. Desde hace 20 años se levanta a las tres de la madrugada para llegar a primera hora a su puesto de trabajo ubicado en las calles Mariscal Esti­garribia casi General Caba­llero. En su puesto vende choclos y verduras, con sus ventas diarias logró criar a sus doce hijos que hoy día ya son adultos y tienen una vida hecha. Ellos ya quie­ren que su madre se quede en casa; sin embargo, doña Ana no quiere abandonar el trabajo.

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"Yo me levanto a las tres de la mañana para llegar bien temprano a mi puesto. Tomo dos colectivos para venir aquí porque vivo en Villa Elisa. Para las cinco ya tengo que estar porque muchas veces tengo pedi­dos de choclo y hay que pre­parar. La venta a veces es buena y a veces no, pero yo ya no tengo compromisos, ya les dejo las responsabi­lidades a mis hijos. Antes sí, yo era la encargada de pagar agua, basuras, todos los gastos de la casa, además de los estudios de mis hijos, que gracias a Dios salieron todo bien y gracias a este trabajo pudimos salir ade­lante", manifestó.

Agregó, "mis hijos me dicen mamá quedate ya en casa, ya tenés 70 años, pero yo no me quiero quedar, yo quiero seguir trabajando, no quiero ser estorbo.

Todos ellos estudiaron gracias a mi trabajo en el mercado. Hoy día trabajan bien, tienen sus casas pro­pias, cinco están en Argen­tina y el resto está conmigo en Paraguay. Mi hijo mayor es ingeniero, otros comer­ciantes. Ellos me agradecen por todos los años que luché para que no les falte nada, pero no quiero hacer lo que me piden. A lo mejor si dejo mi trabajo hasta me llegue a enfermar y yo hasta hoy día ni siquiera tengo necesidad de consultar con doctores", exclamó.

SU TEMOR: EL DESALOJO

Esta sacrificada mujer recuerda que antes de adquirir el lugar ya se dedi­caba a la venta ambulante. Cuenta que uno de sus mayores logros fue poder ubicarse en el sitio en el que actualmente se encuentra. Pero ahora tiene una gran preocupación encima, ya que el intendente de la ciudad, Albino Ferrer, los quiere desalojar a todos sin darles un lugar donde reu­bicar sus puestos.

"Siempre fui vendedora de las calles, tenía una per­chera con ropas por mi brazo y ya salía a vender. Mi logro más grande fue conseguirme este puesto aquí, porque eso cuesta bas­tante. Lo triste es que ahora nos quieren volver a sacar. Estamos luchando por eso, para que por lo menos nos reubiquen en otro lugar y no nos dejen sin nada, sin nuestro sustento diario", señaló.

Finalmente, doña Ana dejó un mensaje a todas las mamás paraguayas por su día: "Yo les digo a todas las madres paraguayas, en especial a aquellas jóvenes, que luchen por sus hijos, que no dejen que sean vagos ni que caigan en los vicios, porque hoy en día muchos se pierden a raíz de esos males y eso nosotros sen­timos mucho".

Ana María Patricia Abente Brun es una de las paraguayas más destacadas en los últimos días. Su amor al arte la llevó a conquistar al público inter­nacional en su actuación en la película "Las Herederas". Nació un 10 de diciembre de "hace mucho tiempo", como ella misma lo dijo.

Su gusto por la actuación lo adquirió desde muy pequeña, aunque detrás de esa bri­llante actriz existe una gran mujer, una madre de cuatro hijos y diez nietos. Su historia quizás no se escapa mucho de la realidad de muchas madres paraguayas, ya que la vida, así como es bella, está marcada también por lágri­mas, risas, tristezas, alegrías y por sobre todo por la incan­sable lucha de lograr hacer de sus hijos una persona de bien para la sociedad.

"Ana también es Patricia y como Patricia Abente a lo largo de mi vida hice tea­tro con Héctor de los Ríos, con Gente de Teatro, con Arlequín Teatro, con Edda y Miriam Sienra. Hice algo de audiovisual al participar en un documental del bra­sileño Silvio Back represen­tando a Madame Lynch. Soy un poco una mujer orquesta, como todas las mujeres en realidad. Las mujeres tene­mos la virtud de poder hacer varias cosas a la vez, hacer magia se llama eso, logrando por ejemplo que cuatro por­ciones de comida alcancen para ocho, limpiar mocos a unos chiquilines y seguida­mente salir corriendo para una audiencia, velar toda la noche a un hijo enfermo y aparecer espléndida y gla­morosa al día siguiente", comenta.

Nuestra entrevistada se siente orgullosa de ser mujer, por sobre todo por haber tenido la fuerza sufi­ciente para sacar adelante a sus cuatro hijos a pesar de las adversidades que se presentaron en su camino.

"¡Así somos las mujeres! Claro que cada una le pone su toque personal. En mi caso el toque teatral, histrió­nico, farandulero, lo puso Ana Brun y reservo para Patricia Abente la formali­dad, la seriedad, la voluntad y la fuerza para salir adelante en la vida. Lo principal de mi vida es que soy mamá de cua­tro hermosos hijos y abuela de 10 nietos de los que estoy orgullosa y muy feliz", dijo.

MADRE DE MUY JOVEN

Ana fue madre muy joven. Desde los 20 años supo lo que era "pelearle a la vida", estu­diaba y trabajaba fuera de su casa, pero cuando se emba­razó de su segundo hijo se vio obligada en aquel entonces a abandonar sus estudios.

"Transité muchos caminos difíciles para sacar adelante a mis hijos. No viene al caso mencionar todas las vicisi­tudes por las que he pasado y las cicatrices que me deja­ron. Como todas, fui madre y padre a la vez. Lo impor­tante es que mi corazón ven­ció a todos los obstáculos y borró todos los dolores para seguir adelante y para dis­frutar hoy llena de gozo y ale­gría", recuerda.

Ese es uno de los motivos por los cuales ella valora por demás el haber nacido mujer, ya que manifiesta que solo ellas son capaces de atropellar los obstáculos, de pasar noches de insomnios y de "contar moneditas" para volverlas billetes para sacar adelante a sus hijos, mante­niendo en todo momento la sonrisa y la alegría en el ros­tro.

"La mujer y más aún la mujer paraguaya es valerosa, sufrida, paciente y nunca lo suficientemente valorada. Se hacen muchos discursos sobre su heroísmo. ¡En el papel la respetan, pero solo en el papel! (así dice un verso de Carmen Soler)", asegura.

Quisimos saber más acerca de los proyectos de Ana Brun, o quizás de Patri­cia Abente, pero ella pre­fiere dejar que la vida sea la encargada de tomar esas decisiones. "¿Qué proyectos tengo?, ninguno específico, solo fluir en el tiempo, que ya es poco lo que me queda a esta altura de mi vida. Fluir y que me lleve la vida a descubrir sueños que qui­zás todavía me esperan a la vuelta de una esquina. Por eso, lo único que puedo repe­tir mil y una vez es: no clau­dicar hasta llegar a la meta que elegimos, ser siempre la proa de la nave que va mar­cando la estela del sendero que seguirán nuestros hijos hasta lograr cumplir los sue­ños. La mayor satisfacción y alegría de una madre es ver felices a sus hijos", finalizó.

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