Hoy se conmemora un año más de la Paz de la Guerra del Chaco, que duró tres años (1932-1935), periodo en el que 120 mil paraguayos se impusieron a 250 mil bolivianos para resguardar el territorio chaqueño. Don Eusebio Ayala (56), sobrino nieto del ex presidente Eusebio Ayala, compartió con La Nación parte de su historia y del protagonismo que tuvo durante la contienda.

Por Lourdes Pintos

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Fotos: Néstor Soto

"Eusebio Ayala siempre sostuvo que a él no le gustaban las guerras, él solo buscaba la paz para su país; pero una vez que todos los caminos diplomáticos se iban agotando, dijo: ya que entraremos en guerra, entonces, entremos a pelear con todas nuestras fuerzas", adelantó don Eusebio Ayala (56), sobrino nieto del doctor Eusebio Ayala, ex presidente del Paraguay, durante la Guerra del Chaco, conocido como el "Presidente de la Victoria".

Con una mirada cansada, profunda y muy serena, don Eusebio relató a La Nación que actualmente vive junto a su familia en la casa que pertenecía a doña Casimira Ayala, madre del ex presidente. Él refiere que su tío abuelo mandó construir la vivienda para obsequiársela a su madre, quien pese a las duras situaciones que le tocó vivir, puso en primer lugar a su amado hijo.

Eusebio Ayala, sobrino nieto del ex presidente y Humberto Trinidad, historiador de la Guerra del Chaco.

ANTECEDENTES DE LA CONTIENDA

"La Guerra del Chaco fue muy fuerte, nosotros los paraguayos, en inferioridad numérica, debimos enfrentar a los bolivianos", precisó don Eusebio mientras miraba fijamente una de las fotografías de su tío, para seguidamente exclamar que como descendiente suyo, cuando lee la historia, no se me olvida que el ex presidente siempre buscó una solución amistosa. "Jamás deseó pelear", enfatizó.

Sin duda, la Guerra del Chaco fue una de las contiendas más importantes del siglo XX, duró tres años, desde el 9 de septiembre de 1932 al 12 de junio de 1935. Paraguay, con un total de 120.000 soldados, peleó contra 250.000 bolivianos, a fin de salvaguardar el territorio chaqueño. La lucha fue por la zona del Chaco Boreal y a pesar de la amplia diferencia en hombres, Paraguay se impuso y salió victorioso.

Según el historiador Humberto Trinidad, el detonante fue la falta de definición de límites que existió, durante el periodo de dominación colonial, entre las ex colonias españolas. El Chaco siempre fue una zona olvidada por el imperio, pero aun así Paraguay tuvo una fuerte participación, tanto en la época colonial como en la época independiente. Si bien nuestro país se adjudicaba ciertos títulos y la posición del territorio chaqueño sobre el margen del río Paraguay, Bolivia hacía lo mismo, pero en virtud a que el Chaco era considerado territorio de la audiencia de Charcas, que era una jurisdicción judicial.

No hubo mayores problemas hasta que Bolivia fue derrotada por Chile en la Guerra del Pacífico en 1879. El país perdió su litoral marítimo, convirtiéndose en un país mediterráneo, al igual que Paraguay. Desde ese momento, empezaron a analizar posibles alternativas, una de ellas era consolidar el Chaco, lo que le daría salida hacia el río Paraguay y de allí a la Cuenca del Río de la Plata.

Imagen de tropas paraguayas en el fortín Alihuatá captada por un médico argentino.

BUSCARON SOLUCIÓN AMISTOSA

Tanto el gobierno paraguayo como el boliviano buscaron una solución amistosa. Una de ellas fue la firma del tratado Decoud Quijarro, en el que Paraguay cedía voluntariamente una parte importante del Chaco a favor de Bolivia, pero el mismo no fue ratificado.

En 1907 se firmó un tratado de Statu Quo, según el cual ambas partes respetarían la línea hasta donde llegaron los fortines que ya se habían formado, pero ambos países presentaron títulos, intentando justificar la posesión y así acabó la voluntad de negociación de los territorios.

"Fue imposible conseguir la paz a través de los medios diplomáticos, se hizo la guerra y salimos victoriosos", manifestó airoso don Eusebio.

Vivienda que perteneció a Casimira Ayala, madre del ex presidente Eusebio Ayala.

GUERRA EN PUERTA

Los roces entre patrullas y militares de ambos países eran constantes, en 1927, el Teniente paraguayo Adolfo Rojas Silva, fue capturado por tropas bolivianas. Él no aceptó ser prisionero y al intentar huir fue asesinado por el sargento boliviano Froilán Tejerina, dando prácticamente inicio a uno de los periodos más sangrientos de la historia nacional.

En 1928 se llamó a una movilización general, la guerra ya estaba en puerta, pero ni Paraguay ni Bolivia estaban preparados, este último era consciente de que no tenía capacidad de desplazamiento hasta la zona de conflicto. En ese lapso, intentó mediar la cancillería chilena, pero sin resultados.

A comienzos de 1932, las tropas paraguayas fundaron el fortín Carlos A. López, en la laguna Pitiantuta. Por lo estratégico del lugar, fue tomado por asalto por los bolivianos; sin embargo, nuestros soldados al mando del Mariscal José Félix Estigarribia, no se quedaron cruzados de brazos y de la misma manera que los enemigos se apoderaron del fortín y lo recuperaron. En represalia, los contrarios ocuparon tres fortines paraguayos, uno en Boquerón, en el que se disputó la primera gran batalla, que duró desde el 9 hasta el 29 de septiembre de 1932, con la victoria paraguaya.

Otras grandes batallas disputadas fueron la del Kilómetro 7, en 1932; los bolivianos tomaron ventajas luego de haber contratado al alemán Hans Anton Kundt, para dirigir sus tropas; y las batallas de Nanawa, la primera se combatió en enero de 1933 y finalizó con la derrota de Bolivia; la segunda se libró en julio del mismo año, cuando los bolivianos alcanzaron su mayor poderío e intentaron romper las líneas ofensivas para salir al río Paraguay, pero no lo lograron.

La mayor victoria nacional luego de Boquerón y Nanawa se dio en la batalla de Campo Vía, en diciembre de 1933, dos divisiones de la tropa enemiga fueron rodeadas. De 10 mil soldados, 7.500 fueron tomados prisioneros, dejando prácticamente destruido al ejército boliviano.

Pertenencias del doctor Eusebio Ayala, exhibidas en la casa donde hoy vive su sobrino nieto.

En 1934, Bolivia consiguió la mayor cantidad de prisioneros en toda la guerra en la batalla de Strongest. Luego, en la batalla de Yrendagüe, librada en noviembre del 1934, una división paraguaya al mando de Eugenio A. Garay salió por detrás del ejército boliviano y tomó el único pozo de agua con el que contaban los enemigos. El cuerpo del ejército fue aniquilado por la sed.

Otras batallas fueron Del Carmen, en la misma nuestro país capturó 7.000 bolivianos, desarrollada desde el 10 al 16 de noviembre de 1934, y Villa Montes, donde Paraguay fue derrotado.

La última gran batalla fue la de Pozo del Tigre-Ingavi, en esta, una gran parte del ejército enemigo fue aniquilada, motivo por el cual Bolivia aceptó su derrota y finalmente firmó el tratado de paz el 12 de junio de 1935. Hoy se cumplen exactamente 82 años de ese histórico momento.

"Algunos dicen que se cedió terreno, pero eso es mentira; el doctor Eusebio Ayala recuperó el Chaco, que siempre perteneció a Paraguay", manifestó orgulloso Don Eusebio.

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