Cuanto el arte puede curar y los artistas se suman a noble causa por la salud infantil, salen cosas hermosas y la esperanza se multiplica, dando así paso a obras que nacen del alma. Es así que el próximo 5 de agosto se subastarán 36 obras únicas, de artistas que donan su talento para apoyar al hospital pediátrico Niños de Acosta Ñu. Cada trazo son pinceladas solidarias en las piezas únicas.
En el pasado mes de mayo, la empresa de lácteos La Pradera cumplió 30 años y, en medio de sus varios festejos por este gran logro, han decidido lanzar la campaña solidaria “La Pradera pinta sonrisas” para recaudar fondos que serán entregados al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu.
En conversación con La Nación/Nación Media, Jazmín Torres, gerente general de Lácteos La Pradera, comentó que esta empresa lleva más de 20 años colaborando con el albergue del hospital y, por esa larga relación, querían aportar para que el trabajo que se realiza en el lugar pueda continuar.
“El Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu es un centro asistencial de enfermedades crónicas para niños y adolescentes que es espectacular y tiene un servicio integral. Tienen equipos y tecnología de punta y atienden a todos los niños, de donde vengan, de la condición y clase social que sean, tienen médicos excelentes. Es público y nosotros sabemos y conocemos sus necesidades y, pensando en eso, surge la idea de la subasta benéfica”, indicó Jazmín Torres.
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Destacó que con el objetivo de buscar un símbolo que represente a la empresa para esta subasta, surgieron las vaquitas, unas esculturas de aproximadamente 25 por 30 centímetros, las cuales, a su vez, están pintadas y decoradas por diferentes artistas paraguayos, quienes colaboraron con su trabajo en esta noble causa que logra fusionar así la solidaridad y el arte nacional.
“Lo bueno de estas vaquitas es que son obras de autores reconocidos, eso quiere decir que son piezas únicas; solo hay 36, cada una pintada por artistas que tuvieron diferentes inspiraciones que fueron representadas por su arte y realmente quedaron unas piezas espectaculares”, comentó Torres.
Como parte de la campaña solidaria, estas obras estarán expuestas al público en general del 1 al 4 de agosto en el Shopping del Sol y, posteriormente, el día 5, se organizará en el mismo lugar la subasta cerrada para que quienes quieran adquirir estas piezas puedan pujar por ellas. Todo lo recaudado en esta ocasión será entregado al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu.
La alta ejecutiva destacó que la campaña solidaria abierta a favor del hospital trasciende la responsabilidad empresarial y se ha vuelto una consigna personal, no solo para los integrantes de la familia La Pradera, sino que muchas empresas han decidido también sumar su grano de arena, atendiendo la gran labor que los médicos y encargados de este nosocomio realizan día a día y el impacto que tiene en la vida de cientos de pacientes y sus familias.
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La Pradera, reflejo de la fuerza industrial que mueve al Paraguay
La industria es, cada vez más, el motor que sostiene al país, y detrás de cada producto elaborado existe una cadena que genera empleo, arraigo, innovación y desarrollo.
Un ejemplo claro es La Pradera, una empresa familiar que nació hace 30 años con un sueño sencillo pero ambicioso: producir lácteos de calidad, hechos en Paraguay y para los paraguayos. Hoy, aquella planta pequeña impulsada por una familia se transformó en una de las principales industrias lácteas del país.
Pero más allá de su historia particular, la experiencia de La Pradera muestra lo que significa el esfuerzo industrial en Paraguay: trabajo constante, reinversión, compromiso con los productores y un aporte clave al crecimiento económico nacional.
Una historia de crecimiento
“Arrancamos con una pequeña planta y mucha ilusión. Queríamos demostrar que en Paraguay se podía producir con calidad y competir”, manifestó a La Nación/Nación Media, Violeta Ceuppens, presidenta de La Pradera.
Dijo que con el tiempo, la apuesta inicial se consolidó gracias al respaldo de colaboradores, proveedores y clientes, y que hoy la empresa no solo produce leche, sino también yogures, quesos, postres y dulce de leche, atendiendo las nuevas tendencias de consumo y diversificando su portafolio.
Ceuppens resaltó que el salto de La Pradera en los últimos diez años es una muestra de la evolución de la industria paraguaya, porque pasó de ser un modelo básico a una operación moderna, con tecnología de última generación y procesos ajustados a estándares internacionales.
“Invertimos en maquinaria, controles de calidad más exigentes y mejoras en la cadena de frío. Eso nos permite competir en eficiencia y garantizar inocuidad en cada producto”, destacó Ceuppens.
Trabajo y desarrollo. Uno de los principales aportes de las industrias es el empleo. En el caso de La Pradera, la empresa genera más de 250 puestos directos en su planta y oficinas, y alrededor de 2.000 empleos indirectos entre productores de leche, transportistas, distribuidores y puntos de venta.
“Cada producto que sale de la planta lleva detrás el esfuerzo de familias enteras que dependen de esta actividad”, subraya la presidenta. Al comprar la materia prima a productores de la zona, invertir en infraestructura y capacitar a su personal, la empresa dinamiza la economía regional.
A eso se suma el acompañamiento a proyectos comunitarios y educativos, lo que refuerza el arraigo local. La industria, así, no solo produce bienes, sino también oportunidades, sostuvo la empresaria.
El potencial industrial del Paraguay es grande, al igual que los desafíos. El acceso al financiamiento, la logística, la estabilidad de los costos de producción y la formalización de la cadena primaria aparecen como temas centrales para seguir creciendo. En el caso de los lácteos, la disponibilidad de leche en cantidad y calidad suficientes sigue siendo un desafío.
“Necesitamos fortalecer la cadena primaria, porque sin productores bien preparados no hay industria posible”, advirtió Ceuppens. Sostuvo que esa realidad se repite en muchos sectores industriales del país, donde la competitividad depende tanto del esfuerzo privado como de políticas públicas que faciliten las condiciones de inversión.
Innovación y sostenibilidad. Explicó que la industria moderna no puede desligarse de dos conceptos fundamentales: innovación y sostenibilidad. En ese camino, contó que La Pradera implementó un sistema de gestión de residuos, optimizó el uso del agua y la energía, y capacita a sus proveedores para aplicar prácticas más amigables con el ambiente.
La apuesta por la innovación tecnológica es igualmente central. “En los próximos diez años, la tecnología será determinante para producir más y mejor, generar productos más saludables y responder a un consumidor cada vez más exigente”, precisó.
Para ella, el futuro de la industria paraguaya pasa por incorporar conocimiento y modernizar procesos, sin perder de vista la identidad nacional.
Paraguay ofrece condiciones atractivas para la inversión industrial como su población joven, abundancia de recursos naturales y ubicación estratégica en el corazón de Sudamérica. Sin embargo, Ceuppens señaló que todavía se necesitan más incentivos y mejoras en infraestructura para que el sector alcance todo su potencial.
“No pedimos privilegios, pedimos reglas claras, políticas de apoyo a la producción y un entorno que acompañe el esfuerzo privado. La industria está lista para aportar, pero necesitamos trabajar en conjunto”, afirmó.
De cara al futuro, dijo que La Pradera busca consolidar su liderazgo en el mercado interno y seguir ampliando su portafolio de productos, con especial énfasis en opciones saludables. Para ello, su meta es clara: innovar, generar empleo y llevar el nombre de la empresa a más familias paraguayas.
Pero más allá de los objetivos propios, la presidenta de la compañía láctea imagina un horizonte optimista para todo el sector: “Sueño con una industria paraguaya moderna, integrada, con fuerte identidad nacional y presencia internacional. Una industria que genere valor agregado, oportunidades para los jóvenes y desarrollo sostenible para el país”.
Mucho más que fábricas. La historia de La Pradera es la historia de cientos de industrias paraguayas que, con perseverancia, se convierten en pilares de la economía. En un país donde todavía hay mucho por hacer en materia de infraestructura y políticas de apoyo, la industria sigue avanzando a pulmón, demostrando que apostar a la producción local es apostar al desarrollo nacional.
La experiencia de empresas como La Pradera muestra que la verdadera riqueza de Paraguay está en su capacidad de transformar recursos, generar empleo y proyectar futuro. Porque detrás de cada producto hecho en el país, hay una cadena de valor que sostiene a miles de familias y que impulsa a país hacia un crecimiento más inclusivo y sostenible.
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La Pradera, un reflejo de la fuerza industrial que mueve al Paraguay
La industria es, cada vez más, el motor que sostiene a nuestro país. Detrás de cada producto elaborado en Paraguay existe una cadena que genera empleo, arraigo, innovación y desarrollo.
Un ejemplo claro es La Pradera, una empresa familiar que nació hace 30 años con un sueño sencillo pero ambicioso: producir lácteos de calidad, hechos en Paraguay y para los paraguayos.
Hoy, aquella planta pequeña impulsada por una familia se transformó en una de las principales industrias lácteas del país. Pero más allá de su historia particular, la experiencia de La Pradera muestra lo que significa el esfuerzo industrial en Paraguay: trabajo constante, reinversión, compromiso con los productores y un aporte clave al crecimiento económico nacional.
“Arrancamos con una pequeña planta y mucha ilusión. Queríamos demostrar que en Paraguay se podía producir con calidad y competir”, manifestó a La Nación/Nación Media, Violeta Ceuppens, presidenta de La Pradera.
Dijo que con el tiempo, la apuesta inicial se consolidó gracias al respaldo de colaboradores, proveedores y clientes, y que hoy la empresa no solo produce leche, sino también yogures, quesos, postres y dulce de leche, atendiendo las nuevas tendencias de consumo y diversificando su portafolio.
Ceuppens resaltó que el salto de La Pradera en los últimos diez años es una muestra de la evolución de la industria paraguaya, porque pasó de ser un modelo básico a una operación moderna, con tecnología de última generación y procesos ajustados a estándares internacionales.
“Invertimos en maquinaria, controles de calidad más exigentes y mejoras en la cadena de frío. Eso nos permite competir en eficiencia y garantizar inocuidad en cada producto”, destacó Ceuppens.
Trabajo y desarrollo. Uno de los principales aportes de las industrias es el empleo. En el caso de La Pradera, la empresa genera más de 250 puestos directos en su planta y oficinas, y alrededor de 2.000 empleos indirectos entre productores de leche, transportistas, distribuidores y puntos de venta.
“Cada producto que sale de la planta lleva detrás el esfuerzo de familias enteras que dependen de esta actividad”, subraya la presidenta. Al comprar la materia prima a productores de la zona, invertir en infraestructura y capacitar a su personal, la empresa dinamiza la economía regional.
A eso se suma el acompañamiento a proyectos comunitarios y educativos, lo que refuerza el arraigo local. La industria, así, no solo produce bienes, sino también oportunidades, sostuvo la empresaria.
El potencial industrial del Paraguay es grande, al igual que los desafíos. El acceso al financiamiento, la logística, la estabilidad de los costos de producción y la formalización de la cadena primaria aparecen como temas centrales para seguir creciendo. En el caso de los lácteos, la disponibilidad de leche en cantidad y calidad suficientes sigue siendo un desafío.
“Necesitamos fortalecer la cadena primaria, porque sin productores bien preparados no hay industria posible”, advirtió Ceuppens. Sostuvo que esa realidad se repite en muchos sectores industriales del país, donde la competitividad depende tanto del esfuerzo privado como de políticas públicas que faciliten las condiciones de inversión.
Innovación y sostenibilidad. Explicó que la industria moderna no puede desligarse de dos conceptos fundamentales: innovación y sostenibilidad. En ese camino, contó que La Pradera implementó un sistema de gestión de residuos, optimizó el uso del agua y la energía, y capacita a sus proveedores para aplicar prácticas más amigables con el ambiente.
La apuesta por la innovación tecnológica es igualmente central. “En los próximos diez años, la tecnología será determinante para producir más y mejor, generar productos más saludables y responder a un consumidor cada vez más exigente”, precisó.
Para ella, el futuro de la industria paraguaya pasa por incorporar conocimiento y modernizar procesos, sin perder de vista la identidad nacional.
Paraguay ofrece condiciones atractivas para la inversión industrial como su población joven, abundancia de recursos naturales y ubicación estratégica en el corazón de Sudamérica. Sin embargo, Ceuppens señaló que todavía se necesitan más incentivos y mejoras en infraestructura para que el sector alcance todo su potencial.
“No pedimos privilegios, pedimos reglas claras, políticas de apoyo a la producción y un entorno que acompañe el esfuerzo privado. La industria está lista para aportar, pero necesitamos trabajar en conjunto”, afirmó.
De cara al futuro, dijo que La Pradera busca consolidar su liderazgo en el mercado interno y seguir ampliando su portafolio de productos, con especial énfasis en opciones saludables. Para ello, su meta es clara: innovar, generar empleo y llevar el nombre de la empresa a más familias paraguayas.
Pero más allá de los objetivos propios, la presidenta de la compañía láctea imagina un horizonte optimista para todo el sector: “Sueño con una industria paraguaya moderna, integrada, con fuerte identidad nacional y presencia internacional. Una industria que genere valor agregado, oportunidades para los jóvenes y desarrollo sostenible para el país”.
Mucho más que fábricas. La historia de La Pradera es la historia de cientos de industrias paraguayas que, con perseverancia, se convierten en pilares de la economía. En un país donde todavía hay mucho por hacer en materia de infraestructura y políticas de apoyo, la industria sigue avanzando a pulmón, demostrando que apostar a la producción local es apostar al desarrollo nacional.
Este 8 de septiembre, en el Día de la Industria, la experiencia de empresas como La Pradera muestra que la verdadera riqueza de Paraguay está en su capacidad de transformar recursos, generar empleo y proyectar futuro. Porque detrás de cada producto hecho en el país, hay una cadena de valor que sostiene a miles de familias y que impulsa a país hacia un crecimiento más inclusivo y sostenible.
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Un encuentro íntimo entre el alma del artista y el espectador
- Paulo César López
- paulo.lopez@nacionmedia.com
- Fotos: Néstor Soto
El pasado viernes 5 de setiembre el artista plástico cubista Miguel F. Fernández inauguró su exposición “Mi primera vez”, en la que presentó obras en las que predomina el estilo vanguardista creado por Pablo Picasso y Georges Braque, aunque también otras con matices expresionistas y abstractos. La muestra permanecerá abierta durante las próximas tres semanas en Más Decor - Galería de Arte (Malutín 610, Villa Morra). Además de retratos no figurativos, hay otros lienzos en los que se puede apreciar un diálogo entre personajes. En este intercambio con La Nación/Nación Media, Fernández adelanta lo que será su primera muestra artística de envergadura y reflexiona sobre el sentido del arte en nuestros días.
Las vanguardias europeas irrumpieron en las primeras décadas del siglo pasado trastocando para siempre el sentido del arte. Lo figurativo y la perfección formal dejaron de ser las máximas aspiraciones abriendo un mundo de relaciones no directas entre el objeto y la representación. Así, la fragmentación y la distorsión pasaron a suplir los contornos definidos de las técnicas realistas.
Estos movimientos tuvieron una intensa actividad especialmente a través de grandilocuentes manifiestos en los que declaraban una ruptura con la tradición. Sin embargo, visto en perspectiva, cabría afirmar que estas corrientes no rompieron con ella, sino que pasaron a enriquecerla.
Más de un siglo después, estas pinturas forman parte del acervo pictórico de la humanidad y ocupan grandes espacios en los museos más prestigiosos del mundo con cotizaciones en millones de dólares. Es decir, han resignado forzosamente su voluntad de marginalidad y pasaron a integrar la esfera canónica.
No obstante ello, no han perdido su carácter contestatario, ya que aún encarnan ideales de emancipación y siguen denunciando flagelos como la guerra, el hambre y otras formas del dolor humano.
REMINISCENCIAS
Al observar la creación de Miguel F. Fernández, las reminiscencias a las obras de Pablo Piccaso y Vincent Van Gogh son inmediatas, así como el carácter deconstructivo de mitos fundacionales de la cultura occidental. En este diálogo con el estilo de otros artistas, Fernández bebe de sus influencias, pero aportando a su vez una mirada propia sobre episodios bíblicos y figuras de la literatura universal como el Quijote de la Mancha, reinterpretando estos símbolos muy arraigados en nuestra cultura.
“En el Quijote no veo un loco, sino un soñador que se resiste al pragmatismo del mundo. En los episodios bíblicos busco la dimensión humana como el pecado, dudas, los miedos, las decisiones. No es religión, es humanidad. El arte cuestiona, revela lo que la historia oficial no dice. En mi caso, la fragmentación invita al espectador a recomponer su propia versión de los hechos”, comenta.
Sobre las posibilidades de expresión que encontró en el cubismo, señaló que este le permite desarmar la realidad y reconstruirla desde múltiples perspectivas: “Es mi manera de mostrar que no hay una sola verdad, sino fragmentos que se entrelazan. Para mí la fragmentación y superposición de formas refleja la idea de que la vida es compleja, hecha de capas y contradicciones. Ninguno de nosotros es lineal y mis obras intentan reflejar esa condición”.
PRIMER ENCUENTRO
Con relación al nombre de la muestra, “Mi primera vez”, explica que “simboliza no solo mi primera gran exposición, sino también el primer encuentro del público con mi obra. Alude tanto a mi debut expositivo como al primer contacto del espectador con mi propuesta. Quiero que cada visitante lo viva como una experiencia única. Por eso, me interesa que quienes la visiten vuelvan más de una vez, porque cada cuadro guarda lecturas distintas”.
Consultado sobre qué opina del prejuicio hacia el arte producido en masa, responde que para él se trata de “elitismo innecesario. Ya lo dijo otro gran ídolo e innovador, Andy Warhol, que popularizó su arte en serigrafía. El arte no pierde valor por difundirse en distintos soportes; al contrario, llega a más corazones y multiplica su alcance”.
En lo tocante a la técnica en la que se siente más cómodo, indica que el acrílico sobre lienzo le da dinamismo, aunque también recurre al óleo y a técnicas mixtas cuando la obra así lo exige. En su carácter de comunicador, habiendo ejercido el oficio durante más de 40 años, Fernández asevera que en todo este tiempo aprendió que todo mensaje requiere un receptor, por lo que sus cuadros también buscan eso: “Abrir un diálogo, despertar preguntas y generar reflexión”.
MERCADO DEL ARTE
Apelando grosso modo a la teoría del sociólogo francés Pierre Bourdieu, la adquisición de obras de arte guarda relación con una búsqueda de distinción social y de acumulación de capital cultural. En nuestro caso, ante la falta o escasez de una burguesía ilustrada, el mercado del arte es por definición pequeño, por lo que la mayoría de nuestros pintores no lo pueden ser a tiempo completo, debiendo alternar esta vocación con otras actividades que cubran las necesidades materiales de la existencia. “Nuestro mercado es pequeño y en desarrollo, pero cuenta con gran potencial y con talento de sobra a pesar de la falta de apoyo institucional y la escasez de espacios de exhibición”, define Fernández. Teniendo en cuenta esta necesidad, el día de la inauguración de la exposición y durante las próximas tres semanas, las obras podrán ser adquiridas en la ya mencionada galería a precios que oscilan entre los 500 y 1.000 dólares, dependiendo del formato y la técnica.
RECEPCIÓN Y CONSUMO
Muchas veces los trabajos sobre arte se centran excesivamente en la producción y características inmanentes de las obras, pero muy poco en su recepción. Es decir, en cómo son consumidas e interpretadas por el público; cómo se convierten en hechos sociales, además de puramente artísticos.
Una vez hechas, por qué el espectador o el marchante deciden comprar una pintura y otorgarle un lugar privilegiado en sus hogares y galerías, además de qué es lo que supone este hecho socialmente. “Adquirir arte es también llevarse un fragmento de la mirada del artista. Cada uno adquiere una obra porque encuentra un espejo en ella. No es solo una adquisición material: es un encuentro íntimo entre el alma del artista y la del espectador”, asevera.
A más de los cuadros en formato tradicional, también habrá reproducciones más económicas de láminas en canvas, porcelanas y otros objetos de uso cotidiano para que todo el público pueda llevarse consigo un pedazo de arte y que la experiencia perdure a través de un recuerdo. En este sentido, el artista se declara un convencido de la democratización del arte, pues aunque el original tiene un valor único, las reproducciones permiten que más personas se acerquen y se lleven algo consigo.
TECNOLOGÍA DISRUPTIVA
Los artistas y los creadores de productos culturales se han pronunciado mayoritariamente en contra del uso de la inteligencia artificial en sus respectivos campos, alertando sobre los peligros en materia de derecho de autor y mercado de trabajo.
En cambio, el alarmismo ha cedido lugar a un irremediable pragmatismo, pues prescindir de estas tecnologías sería condenarse al ostracismo.
Por ello, la muestra incluye códigos QR pegados a un lado de los cuadros a través de los cuales se podrá contemplar la misma pintura, pero animada en inteligencia artificial, una nueva forma de ver y vivir la obra de arte.
Por último, en cuanto a qué le diría a un potencial público no especializado que quiere pero no se atreve a acudir a los centros de exposición, concluyó señalando que “invito a la gente a acercarse al arte sin miedo. No hace falta entenderlo todo: basta con sentirlo y dejarse interpelar. El arte es presencia, es diálogo y es memoria”.
TEMPRANA FASCINACIÓN
Sobre sus inicios en el mundo del arte, Fernández relata que “desde niño sentí fascinación por los colores y las formas. Empecé dibujando en cuadernos escolares y copiando escenas cotidianas.
A los 17 años descubrí a Van Gogh y Picasso en exposiciones en Copenhague y Suecia.
Estos pintores marcaron mi rumbo. Van Gogh, por la intensidad emocional, Picasso por la libertad formal y Andy Warhol por su compromiso en popularizar el arte. Mi formación fue en gran parte autodidacta, pero siempre en diálogo con otros artistas. Hoy mi trabajo es la síntesis de esa curiosidad inicial y de una búsqueda constante por expresar mi visión del mundo”.
Además de artista plástico, Fernández es actor y comunicador con más de 45 años de experiencia en medios de comunicación. Ha explorado diversas técnicas y formatos a lo largo de su carrera en la que fue atravesando diferentes etapas. Actualmente incorpora nuevas tecnologías y perspectivas que enriquecen y popularizan sus creaciones.
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El arte del ñandutí: un puente cultural entre Paraguay y Japón
El jueves 4 de septiembre se llevó a cabo el lanzamiento oficial de un libro único que rinde homenaje al ñandutí, una de las expresiones más representativas del arte y la cultura paraguaya. El evento fue realizado en el salón auditorio del edificio corporativo del Grupo Toyotoshi.
La obra, primera en su tipo de carácter didáctico, no solo documenta y enseña la técnica ancestral del ñandutí de manera accesible, sino que también expone su valor como símbolo de unión cultural entre Paraguay y Japón. A través de sus páginas, artesanos y artistas de ambos países encuentran un espacio de transmisión, aprendizaje e innovación que permite mantener viva esta tradición y proyectarla hacia el futuro.
Este proyecto fue posible gracias a la dedicación de su autora, Mie Elena Iwatani, quien desde Japón trabajó incansablemente para dar a conocer y fortalecer el aprecio por el ñandutí. Su visión trascendió fronteras, inspirando a nuevas generaciones y consolidando más de 105 años de intercambio cultural entre ambos países.
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La edición se realizó gracias a la colaboración del Grupo Toyotoshi, que hizo posible la donación de 500 ejemplares impresos, reafirmando su compromiso con el arte, la cultura y la identidad paraguaya.
El evento contó con invitados especiales y la presencia del Sr. Mario Toyotoshi, embajador de la República del Paraguay en Japón; Andrea Vázquez, presidenta del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) y otras autoridades que acompañaron este importante lanzamiento.
“Con esta publicación, el ñandutí se proyecta como mucho más que un encaje: es una obra de arte, un legado de belleza, inspiración y unión entre naciones”, resaltaron.
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