Este martes, vecinos de Punta Karapã de la ciudad de Asunción realizaron el tradicional chipa apo en el que prepararon y repartieron 1.000 chipas a todos los que visitaban el lugar. Se trata de la 15 edición de esta actividad que arrancó a tempranas horas y reunió a los pobladores que todos los años se organizan para este encuentro durante la Semana Santa.
Los vecinos del barrio La Chacarita hace más de seis meses iniciaron con las actividades para reunir los ingredientes para las mil chipas que fueron cocinadas en el tatakua comunal.
“Es un homenaje a la chipa. Preparamos 700 chipas mestizas con cocido y 150 de arapaho, que ya estaba extinta y se prepara de typyraty, miel, leche y huevo. También preparamos 150 chipas kandoi, este lleva mani y miel”, expresó Clemente Cáceres, promotor de cultura, en entrevista con el programa “Dos en la Ciudad” de canal Gen y Universo 970/Nación Media.
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Chipa blanda
Clemente dio una serie de consejos para que la chipa sea rica y blanda, una de ellas es que se debe agregar grasa de cerdo y evitar el uso de la leche entera. “Para que sea perfecta la chipa no deben ponerle leche, porque la leche con el almidón produce esmalte que endurece la mezcla. Se tiene que cortar la leche, se le puede poner jugo de naranja”, expresó.
Agregó que si las personas quieren que la chipa les dure una semana, no deben agregar clara de huevo y manteca. “Los ingredientes deben ser grasa de cerdo, leche cortada y si es leche con jugo de naranja ponerle harina de maíz. La chipa del campo lleva 50 % almidón y 50 % harina de maíz. Recordar que solo se debe poner la yema del huevo”, puntualizó.
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En Asunción, realizarán degustación gratuita del tradicional carrulim para “espantar la mala onda”
En Paraguay, el 1 de agosto es una tradición tomar algunos tragos del “carrulim”, con el que se purifica la sangre, se busca atraer la buena suerte, se espanta la mala vibra y se busca sobrellevar lo que queda del año. En Asunción, se realizará la degustación gratuita de la tradicional bebida.
La actividad está prevista para mañana viernes desde las 7:00 en el Centro Comunitario San Jerónimo, ubicado sobre la avenida Stella Maris y Agustín Barboza de la capital del país.
“Queremos que la gente venga no solo a tomar el carrulim sino también a vivir la experiencia. Esta bebida resume parte de nuestra historia, nuestras creencias y nuestra manera tan particular de resistir y sobrellevar lo que venga”, manifestó Hugo González, director de Cultura de la Municipalidad de Asunción.
Caña, ruda y limón
Resaltó que el 1 de agosto es una fecha especial, cargada de creencias y simbolismos en el que resalta el carrulim. Esta bebida tradicional paraguaya se obtienen mezclando caña, ruda y limón, además, se puede agregar otras esencias medicinales y una pizca de azúcar para suavizar su sabor fuerte.
“Se trata de una convocatoria abierta a toda la ciudadanía, sin distinción de barrios ni edades, para compartir un ritual popular que busca “espantar la mala onda” del mes de agosto. Vamos a preparar unos 100 litros de carrulim también explica la historia y el sentido de esta bebida medicinal”, agregó.
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Recomienda sobre el carrulim
El doctor Esteban Carracela, médico clínico del Hospital IPS Ingavi, reconoce que beber el carrulim forma parte de las costumbres paraguayas, pero advierte que el consumo excesivo puede causar problemas gastrointestinales y afectar al hígado.
“Se debe consumir el carrulim con moderación y precaución. Es fundamental consumir estas bebidas y plantas medicinales de manera responsable para evitar problemas de salud, para disfrutar de las tradiciones y costumbres paraguayas de manera segura”, expresó el profesional.
Resaltó que la ruda es una planta con alto nivel de toxicidad así como el “Agosto Poty”, ambos podría afectar la salud si consumen en exceso. Antes de consumir el carrulim los que sufre de presión alta, enfermedades cardíacas, diabetes u otras complicaciones de salud deben conocer sobre las propiedades y en qué grado les puede afectar.
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Eusebio Ayala: un distrito con historia y parada obligatoria de los amantes de la chipa
La ciudad que lleva el nombre del expresidente de la República, Eusebio Ayala, está estratégicamente ubicada en el departamento de Cordillera a 72 kilómetros de Asunción. Fue fundada en 1770 con el nombre de Barrero Grande, pero en 1940 fue “refundada” con su nombre actual.
Es una ciudad visitada por miles de personas todos los días, ya que se llega por la ruta PY02 y constituye una parada casi obligatoria de transportistas, visitantes y sobre todo de viajeros que quieren gustar de las tradicionales “chipa Barrero”, durante su trayecto.
Así lo expresó el intendente de la ciudad, Víctor Giménez, a La Nación/Nación Media. Explicó que hoy uno de los pilares económicos de la ciudad es la producción de chipa, con reconocidas chiperías como la de María Ana. “Este rubro representa la principal fuente de ingresos para muchas familias”, dijo.
Además de esto, mencionó que existe una fábrica que produce balanceados para aves, una acopiadora de maní y chía que complementa a la agroindustria local, varias entidades bancarias y cooperativas, que son parte de la economía de Barrero, además de los comercios que están apostados sobre la ruta principal y en el centro de la ciudad.
“Hace un tiempo vinieron empresarios bolivianos con la intención de abrir un frigorífico de aves. Avanzó bastante, pero al final optaron por la ciudad de Valenzuela, por el tema de la subestática. Igual siempre vienen personas interesadas por nuestra ubicación, ya que estamos en el centro del departamento”, acotó el intendente.
Turismo y festividades
El intendente Giménez expuso que Eusebio Ayala es reconocida por su relevancia histórica, especialmente por ser escenario de la batalla de Acosta Ñu, librada el 16 de agosto de 1869 durante la Guerra de la Triple Alianza. En ese contexto, precisó que los sitios históricos más destacados son: Campo de Acosta Ñu y Cerro de la Gloria. Reiteró que ambos lugares atraen a turistas nacionales e internacionales y se consideran espacios de memoria histórica en honor a los niños mártires.
Así también, Giménez mencionó que existe un espacio literario dentro de la ciudad conocido como Chipa Literario, donde las personas pueden acudir para leer libros de autores nacionales, mientras disfrutan de las tradicionales chipas además de la gastronomía local.
Respecto a la fiesta patronal de la ciudad, que se celebra el 16 de agosto, pero que inicia ya antes, dijo que las actividades festivas se extienden durante todo el mes, pero el día más importante se puede apreciar un desfile cívico-militar que tiene relevancia nacional. Según el intendente, ese día se recibe a más de 10.000 visitantes, lo que genera una importante dinámica económica para la ciudad.
Población y demografía
El distrito tiene una extensión de 338 km², con una población aproximada de 22.000 habitantes. Está regada por las aguas de los arroyos: Tacuatí, Ropé, Yuquyry, Paso Malo y Piribebuy, que conjuntamente con el arroyo Ropé forman un salto.
Si bien al distrito de Eusebio Ayala se accede por la ruta PY02, que es la vía más importante, también se accede, desde el sur, por la ruta PY01, conectando a través del departamento de Paraguarí.
Historia
Eusebio Ayala ocupó cargos públicos, sin pausas, desde ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública y Hacienda, hasta ministro de Relaciones Exteriores en los gobiernos de: Emiliano González Navero, Manuel Gondra, Eduardo Schaerer, Manuel Franco y José Montero. Es conocido como El presidente de la victoria por su gestión durante la Guerra del Chaco.
En 1920 fue senador, pero antes fue diputado. Ante la renuncia de Manuel Gondra, fue designado presidente provisional de la República, por voto unánime del Congreso, cargo que cumplió desde el 7 de noviembre de 1921 al 12 de abril de 1923. Le tocó gobernar en los difíciles años de la revolución del 22.
Triunfó luego como candidato presidencial en las elecciones de febrero de 1932 y el 15 de agosto de ese año juró como presidente de la República, cuando comenzó la Guerra del Chaco. Eusebio Ayala murió en Buenos Aires, el 4 de junio de 1942, a los 66 años.
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Sándwich de chipá: piden a Flor Bertotti que respete la gastronomía paraguaya
La actriz argentina Florencia Bertotti, conocida por su papel de Floricienta, cocinó chipa pero en una llamativa presentación: “sándwich de chipá”. En su canal de YouTube, Bertotti mostró el paso a paso de cómo cocinar este plato de la gastronomía paraguaya; sin embargo, su presentación molestó a la comunidad local.
La chipa tradicional en el país se presenta normalmente en argolla o en bloques, pero no es común como pan de sándwich. Hay que mencionar, que la masa de chipa en Argentina se consume en diferentes presentaciones, desde empanadas, pizzas, hasta en empanado de milanesas.
Bertotti al presentar la receta, no comentó que el origen de la chipa proviene de la gastronomía guaraní. Recordemos que semanas atrás, la actriz argentina cocinó chipa guazú para su canal de YouTube, en dicho video sí mencionó al Paraguay, como origen del plato.
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“Respetar la tradicional chipa”
En su último video de YouTube, Flor enseñó el paso a paso de cómo elaborar la chipa, una vez que lo cocinó, rellenó el pan de almidón con queso, jamón, aguacate, huevos revueltos, entre otros ingredientes. Esta reversión disgustó a un internauta, que escribió: "Por favor deja de jugar por la gastronomía paraguaya y respetar la tradicional chipa. Acaso en Argentina no tienen sus platos típicos que puedan jugar por ellos“.
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Ovecha rague, el legado de “la ciudad que te abriga”
En junio pasado fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional y se reconoció a dos de sus artesanas como Tesoros Nacionales Vivos. Aquí un panorama de la artesanía en lana en “la ciudad que te abriga”, San Miguel, y un diálogo con algunas de las artesanas que lo hacen posible.
- Por Jorge Zárate
- Jorge.zarate@nacionmedia.com.py
- Fotos Mariana Díaz
“Toda la historia del pueblo se fue tejiendo, por así decirlo, en torno a la artesanía, no solo su economía, sino la identidad de su propia gente”, apunta Enrique Correa, director de Cultura de la Municipalidad de San Miguel, en el departamento de Misiones.
Distante a 180 kilómetros de Asunción, a la vera de la ruta PY01, esta localidad se enorgullece de ser la capital de la lana, “la ciudad que te abriga”, la cuna del ovecha rague. A la vera de la ruta existen unas 15 tiendas/talleres que producen y venden tejidos, pero también hay un número mayor de tejedores que se reparten en el casco urbano de la ciudad y en las compañías Arasape y Hugua.
“Es una realidad bastante compleja porque por un lado están los aspectos patrimoniales, que es lo que hemos logrado o tratado de salvaguardar, por ejemplo, con esta declaratoria, los saberes técnicos que los artesanos han transmitido de generación en generación que tiene un alto valor y que le da un valor agregado importantísimo a la artesanía”, apunta Correa.
Habla de la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional del Ovecha Rague, que hiciera el gobierno en junio pasado en un paso importante para buscar apuntalar la actividad.
Después está lo económico porque “es la fuente principal de ingreso y el sustento de varias familias”, describe.
MOTOR ECONÓMICO
“El hecho de que sea el motor económico de la ciudad nos lleva a trabajar en cómo ofrecer el producto, buscar nuevos mercados, el tema de la materia prima también. Hasta influye el cambio climático, los inviernos ya no son tan crudos hoy en día en nuestra región. Eso obligó a los artesanos a innovar, a buscar otros materiales, el algodón, por ejemplo, que fue ingresando bastante”, agrega Correa.
Recuerda que “la lana tiene su salida solamente en el invierno, en el verano hay que pensar en otros productos. Los artesanos se ingeniaron y le dieron con todo, con el tema del algodón, las colchas, las hamacas, que tienen bastante salida en el verano”.
La realidad económica impacta en las familias “que se van desintegrando, los hijos que emigran a otros lugares, entonces todo atenta contra el mantener este proceso, este conocimiento, este saber y este patrimonio que le otorga una identidad al pueblo”.
Correa entiende que es un desafío “para nosotros como un municipio, la gobernación, el Instituto Paraguayo de Artesanía y para la Secretaría de Cultura, la Senatur, cómo hacer alianzas estratégicas para que la artesanía se siga manteniendo, pueda seguir vendiéndose aquí y en el exterior y que nuestra gente siga produciéndola”.
La intermediación es otro elemento que se intenta resolver a la hora de conseguir un “precio justo” para los artesanos. “Es importante que puedan llegar directamente al consumidor”, apunta ya que “muchos al vender el producto final recuperan quizás lo invertido en materia prima, pero la mano de obra y las horas invertidas en cada uno de los procesos que conlleva elaborar esa prenda muchas veces no son tenidas en cuenta y no son monetizadas. Entonces esos son los grandes desafíos que estamos enfrentando”, indica.
TESOROS VIVOS
Ella está escardando la lana en su sillón favorito, en la galería de la casa, en compañía de gatos y gallinas. Fermina Fernández viuda de Correa tiene 84 años y desde que tiene memoria hila y teje. “Cuando tengo 7 años ya mi abuela me enseñaba cómo tengo que hacer por la lana”, memora la mujer que en junio pasado fue reconocida como Tesoro Nacional Vivo por la Secretaría Nacional de Cultura.
Fermina muestra su rueca, monta las fibras de lana con oficio y con el suave y mecánico impulso de un pedal va construyendo el hilo con el que luego elaborará sus finos tejidos.
La tarea también se puede hacer a mano con un huso, para conseguir un hilo más fino, como el que usa en sus fantásticos vichu, chales de fina lana, todo un símbolo de la cultura de los tejedores de San Miguel. Los teje a crochet y los vende desde los 120 mil guaraníes.
“El otro día vinieron las bailarinas y llevaron casi todo de mí”, dice entre risas, contenta por la particular venta que tiene la prenda, infaltable en las integrantes de los ballets folclóricos. Fue en junio durante el festival del Ovecha Rague que recibió a unas 50 delegaciones de artistas.
Mueve a reflexión cómo se valora este trabajo artesanal que tiene un proceso que incluye el lavado de la lana, el escardado, el blanqueo, que puede llevar un mes, de no mediar lluvias y humedad, antes de que las manos de Fermina aborden la prenda. “El tejido no tarda más de una semana”, cuenta.
Solo ella y otra artesana tejen los vichu en el centro de San Miguel, pero en la compañía Arasape queda todavía un grupo importante de tejedoras que ayudan a mantener esta bella tradición.
Fermina supo hacer frazadas, de gran factura, pero “ya me va es demasiado pesado manejar el telar, se hace complicado, se tiene que tener fuerza”, explica. Muestra una que confeccionaron con sus hilos unos artesanos asociados que cuesta 900 mil guaraníes. Se siente que vale más.
El tejido exige un compromiso de los cuerpos que los artesanos padecen. Dolores articulares, reuma y artritis aparecen cuando se convierten en adultos mayores.
Por eso se la ve contenta con el reconocimiento que se le hizo: “Me sentí demasiado bien. Estoy orgullosa con mi trabajo. Porque de chiquitita yo comencé y hasta ahora estoy trabajando gracias a Dios”.
Tiene 7 hijos que aprendieron con ella a trabajar la lana. “Ahora nomÁs ellos se van todos de acá por estudio, por trabajo… por acá no hay trabajo”, dice.
Relata que los precios en mucho responden al alto precio de la lana cruda. “Te venden a 60 o 70 mil guaraníes el kilo. ¡Muy caro ya es!”, considera . “ Por eso no podemos hacer más barato nuestro trabajo porque el material es demasiado caro. Tengo que lavar con agua oxigenada y jabón en polvo con agua caliente”.
Fermina aborda personalmente el hilado porque de ello depende la calidad de la prenda. “La gente quiere trabajar, pero no quiere hacer bien el trabajo, ese es el problema, el hilado es muy delicado, si el hilo se va a usar en el telar, entonces requiere torcer un poco más, hacerlo un poquito más firme. Si lo va a hacer a crochet tiene que ser un poco más suave”, explica.
“Yo ahora poco vendo porque no salgo más”, cuenta de su actualidad. Relata entonces que antes iba a la Expo de Mariano Roque Alonso, y recorría el interior llegando a Santa Rita, Saltos del Guairá, Colonia Yguazú, Ciudad del Este. También que hubo señoras que hicieron llegar sus tejidos al exterior con gran éxito y valoración.
Le gusta ir a descansar los domingos a la casa materna de Costa Hû, un barrio de San Miguel, en donde comenzó su historia como tejedora. “Cuando yo me muera ustedes van a vender, pero ahora no porque es mi herencia”, cuenta que les dice a sus hijos. Allí su mamá y su madrina le enseñaron los oficios de la lana y allí siempre vuelve.
UNA VIDA CON LA LANA
Eustaquia Palma de Garay tiene 95 años y fue también reconocida como Tesoro Nacional Vivo. “Y la verdad es que yo no sé, parece que les gustaron las cosas que hice”, comenta.
Hace un tiempo que ya dejó de tejer y ahora, con su marido, se dedican a la venta de piezas confeccionadas por otras manos en su negocio ubicado sobre el Paseo de los Artesanos, que se puede visitar a la vera de la ruta PY01 en San Miguel.
Desde niña comenzó a tejer gorras, luego fue el tiempo de los vichu y más tarde su especialidad fueron las frazadas de lana bordadas. “Mi hermana empezó a hacer la frazada con otra artesana y después mandamos a hacer un telar y comenzamos esa tarea”, cuenta.
Sus ojos brillan al rememorar los motivos que adornaban cada pieza: “Una planta de rosa o de clavel nosotras hacíamos desde el tallo hasta la hoja, las flores y todo, quedaban muy lindas”. “En la feria yo vendía mi frazada antes, me fui a Roque Alonso, llevamos el telar y hacíamos las muestras”, recuerda de años pasados.
Ahí destaca: “Antes las frazadas se vendían, por ejemplo, en Yacyretá yo vendía muchísimo. Recorría las casas de los trabajadores y me compraban. Ahora mermó un poco la venta”, relata.
Sobre la calidad de la artesanía refiere que “ahora la gente quiere rápido y no se hace así. Con atención tenemos que hacerlo. Lleva su tiempo y su paciencia también”.
“Desde los 7 años yo ya empecé a trabajar, cuando mi papá murió. Entonces teníamos que ayudarle a nuestra mamá. Ellos lavaban la lana y nosotros escardábamos”, recuerda.
Las lanas naturales tienen diferentes colores, blancos, grisáceos, distintos tonos de marrón, algún exquisito negro más escaso y valorado. “Ibamos a comprar la lana a San Ignacio, a San Juan y eso y traíamos la bolsa encima de la cabeza, pobrísimos éramos. A veces las personas te ayudaban a traer un poco tu bolsa”, memora de su vida con la lana.
En setiembre cumple 96 años y le sigue gustando cocinar. “Hago guiso, locro, polenta, puchero. Tenemos que seguir únicamente porque ese es nuestro sustento. Si no trabajamos no vamos a comer”, dice mirando al cielo entre los tejidos colgados en su tienda.
MUÑECA, EL FUTURO Y LOS PONCHOS
Julia Cristina Álvarez García se llama, pero para todos es Muñeca y su taller de confecciones fue incluido en la Ruta de la Artesanía, una iniciativa que busca promocionar sitios destacados en el país.
Allí, además de una muestra muy bien seleccionada y cuidada de la artesanía local, se puede apreciar desde un llamativo ventanal el trabajo de los telares. Muñeca los va mostrando: “Aquí se teje una colcha de algodón, este es un poncho modelo triángulo y más allá se está por empezar un poncho masculino”. Cuenta que allí se teje de todo un poco: “Producimos individuales de algodón, alfombras, que serían más nuestras opciones de verano y ahora en el invierno ponchos, ruanas, mantas”, comenta.
“Ahora están saliendo mucho los ponchos”, dice recordando que tienen precios que van desde los 330 mil guaraníes. “Depende del material, porque nosotros trabajamos este tipo de lana industrializada importada de Argentina. También usamos la materia prima local, pero esos trabajos son más exclusivos y hacemos en menor cantidad. Por lo que lleva tiempo producir el hilo de lana de oveja”, explica. Un poncho de pura lana paraguaya se consigue desde 900 mil guaraníes.
En el muy bien montado local hay una rueca a pedal y un muestrario del proceso de la lana que ayuda a entender del gran trabajo que se necesita para tejer con hilo propio. Así un chal de lana pura se consigue desde 300 mil guaraníes.
Consultada sobre la posibilidad de industrializar la lana misionera, entiende que hay algo en la ecuación que todavía no cierra como para emprender esa inversión. “Es todo un tema, por ejemplo, para nosotros buscar la lana adecuada para hacer ese hilo, producirlo durante todo el verano para obtener material para febrero, marzo, para nosotros es mucho trabajo y mucho proceso. Sin embargo, si estuviera industrializado sería más fácil, vamos a ir a escoger medidas, colores y comenzamos a confeccionar”. Entre tanto se usa lana argentina que “es menos caliente, es un material más económico y más fácil de conseguir”.
Tejedora desde los 13 años más o menos, comenzó haciendo cosas pequeñas hasta llegar a los ponchos y frazadas, el derrotero tradicional de los cultores del oficio en San Miguel. “Era una tradición, antes todo el mundo tenía su frazada. Ahora creo que ya no se usan tanto porque son pesadas y aparecieron los edredones livianos que son calentitos también”, especula. “También son más caras, está el tema de las alergias… muchas razones, pienso yo”, dice.
Entiende que se debería interesar a los jóvenes en el trabajo y apunta el que hacen sus hijas con las redes sociales. “Toda promoción nos viene bien, ellas venden a través de las redes, está funcionando muy bien”, cuenta.
“María Elena Ruiz es la encargada de las fotos, de las redes sociales e inclusive también ella trabaja en la máquina porque terminó la carrera de diseño de moda. Mis cuatro hijos son profesionales y yo trabajo aquí con mi esposo, ojalá los jóvenes sigan adelante”, concluye.
BLANCA, LA MAESTRA DE LAS JERGAS
La lana natural se seca al sol que generoso baña la casa de Blanca González, artesana, especialista en jergas, unos paños que ayudan a alivianar el roce que la montura le produce al caballo. “Hago unas 20 semanales”, dice la mujer que con gran espíritu lava a mano la lana en el patio en un proceso que le lleva 24 horas. “Primero la dejo en remojo con jabón en polvo y al otro día la enjuago y la paso por el secarropas”, explica.
Blanca se entusiasma que la venta de su artesanía, muy demandada desde las estancias ganaderas del Chaco, le ayuden a afrontar una nueva operación de rodilla. “Yo siempre quiero tener mucha lana, esa es mi obsesión”, dice entre risas mostrando su acopio y explicando que es la manera de conseguir bajar el precio de su insumo.
“Está difícil el trabajo en la lana, necesitamos más ayuda de las autoridades. Imagine que todavía las personas de la generación que me sigue, los que tienen 40 años todavía trabajan la lana, pero los más jóvenes ya no, se van todos”, expone.
Una vez que tiene seca la lana se encarga de hilar en unas máquinas que hizo construir para acelerar los procesos. Primero hace el yva, el hilo fino y en otra parte de su tiempo se dedica a producir el poyvi, el hilo grueso.
Ya en el telar, que monta de manera ágil y eficiente, los entrecruzará de manera maestra para conseguir la jerga. Cada unidad se vende en precios que van de los 40 a 45 mil guaraníes.
“Esta es mi vida”, dice satisfecha del oficio que aprendió con sus mayores cuando tenía apenas 7 años. “En esa época tejíamos gorras porque se vendían muy bien”, cosa que ahora no pasa tanto.
Madre de cuatro hijos, solo una de las mujeres heredó el oficio y también teje jergas. “No se valora nuestro trabajo”, dice lacónica Blanca, para volver luego a una sonrisa transparente cuando posa para la foto en su cálido taller.
ESFUERZOS PARA LA PROMOCIÓN
Patricia Alvarenga es la directora de Formación y Coordinación Departamental del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA). “Nosotros nos encargamos de llevar adelante el Programa Nacional de la Ruta de la Artesanía, del cual forma parte de Artesanía Muñeca”, cuenta.
“Queremos acercar estas experiencias vivenciales de conocer el proceso de la producción de artesanía a todo el público”, apunta. El local junto a muchos otros en el país está incluido en un recorrido turístico. “A través de una página web tenemos la posibilidad de acercar de forma directa al público todos los datos para que puedan acceder a la experiencia de conocer el proceso de la lana acá en el taller de Muñeca”, informa.
La idea es que visitando la web: ruta.artesania.gov.py, las personas encuentren información que la ayude a escoger destino. “También estamos trabajando con agencias de turismo y organizaciones, también con la Secretaría de Turismo que nos apoya para este programa”, relata explicando que lo hacen en alianza con los gobiernos locales y departamentales.
Alvarenga apunta: “Sabemos que la realidad nacional afecta al sector de la artesanía por eso buscamos traer tanto a turistas nacionales como internacionales a visitar los espacios y a comprar de forma directa del artesano productor a su cliente directo para que pueda tener una ganancia justa”, señala.