Un día como hoy, pero de 1921 fue fundada por el doctor Andrés Barbero, junto con destacados científicos de la época, la Sociedad Científica del Paraguay, la cual llega a sus 103 años cumpliendo con sus objetivos fundacionales de fomentar las ciencias en la población en general y en particular en los niños y en los jóvenes del Paraguay.
Hoy la organización cuenta con más de 80 socios activos y cerca de 15 vitalicios, exponentes de las diferentes áreas de la ciencia a nivel nacional, los mismos se acercaron hoy hasta el monumento al doctor Andrés Barbero con una ofrenda floral para destacar el cumplimiento de un año más de esta iniciativa que marcó la vida y la carrera de cientos de profesionales de diferentes áreas científicas de nuestro país.
“Estamos muy contentos y satisfechos de que después de un siglo de vida institucional ininterrumpida, estamos trabajando en lograr los propósitos que señalaron nuestros fundadores, seguimos publicando la revista más antigua que se publica en el ámbito de la ciencia en Paraguay de manera ininterrumpida durante estos 103 años y además de eso fomentamos las ciencias, desde espacios de aprendizaje”, indicó Herib Caballero Campos en conversación con La Nación/Nación Media.
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Destacó que desde el 2013 cuentan con un programa en colaboración con la embajada de los Estados Unidos llamado Benjamín Franklin Science Corner, que realiza actividades con niños y jóvenes para difundir el amor y la práctica de la ciencia y también desde el 2016 organizan el encuentro de investigadores más importante del país, el cual en el último año tuvo más de 400 trabajos presentados por investigadores de todas las instituciones que se dedican a la investigación científica.
“Ahora estamos en un proceso de digitalización de nuestro herbario histórico que tiene más de 15.000 ejemplares de la vegetación paraguaya y también estamos empezando a digitalizar nuestra revista, hay algunos ejemplares que ya están, hemos empezado este año para poder difundir toda esa producción científica paraguaya que está en esas páginas ya publicadas”, subrayó Caballero al ser consultado sobre los pasos a futuro de la Sociedad Científica del Paraguay.
También indicó que desde este espacio continuarán luchando para que desde el Estado se activen políticas públicas enfocadas en la difusión de la investigación científica, sosteniendo que Paraguay es uno de los países de la región que menos invierte en la ciencia y su desarrollo.
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El Chaco, el territorio que une y separa a dos países
- Jimmi Peralta
- Fotos: Gentileza/Archivo
El 12 de junio de 1935 fue firmado en Buenos Aires el protocolo de paz que dio por terminadas las acciones bélicas que enfrentaron a Paraguay y Bolivia desde 1932. Los historiadores Erasmo González y Herib Caballero Campos cuentan los pormenores de las arduas negociaciones y el contexto en el que se desarrolló el conflicto entre ambos países por la posesión del Chaco Boreal.
Luis Alberto Riart y Tomás Elío, cancilleres de Paraguay y de Bolivia, respectivamente, fueron los encargados de refrendar el documento para poner fin a las hostilidades entre ambas naciones mediterráneas, que se disputaron una salida fluvial al mar y sufrieron la falta del vital líquido durante varios tramos de la contienda, lo que infligió múltiples sufrimientos además de los propios de toda guerra.
A 90 años del histórico acuerdo, se celebra la hermandad entre pueblos que, si bien tienen amplias fronteras en común, en gran parte siguen separados por el gran territorio chaqueño.
ANTECEDENTES
La guerra del Pacífico (1879-1884) cercenó territorialmente a Bolivia y lo despojó de 120.000 km2 de superficie y 400 km de litoral marítimo. Este fue un momento clave que provocó que el Chaco paraguayo entrara en los planes estratégicos del país del altiplano.
En Bolivia, con la pérdida de su costa sobre el océano Pacífico en la guerra que tuvo contra Chile, desplazaron hombres para irrumpir en el Chaco fundando fortines, al tiempo que los tratados se realizaban, pero no se solucionaron las diferencias territoriales.
“Las incursiones generaron tensiones al punto de que en febrero de 1927 es muerto en el fortín Sorpresa el teniente paraguayo Adolfo Rojas Silva. A partir de ese episodio el conflicto contra Bolivia se desarrolló en un ambiente en el que amplios sectores de la ciudadanía paraguaya reclamaban mayor presencia del Estado paraguayo en el Chaco. Desde el llamado a la movilización en diciembre de 1928 luego del ataque de tropas paraguayas al fortín Vanguardia, donde los bolivianos fueron desalojados, la crisis diplomática afloró con la expulsión de sus respectivos representantes diplomáticos que cumplían funciones en ambos países”, explica Erasmo González, doctor en historia.
El 23 de octubre de 1931, registrado como un ícono del reclamo ciudadano por la protección del Chaco, quedó en la memoria por la masacre de manifestantes estudiantiles en los jardines del Palacio de Gobierno, que estaba ocupado entonces por el presidente José P. Guggiari.
SIGILO
“Lo sucesivos gobiernos paraguayos venían realizando una prudente campaña de reforzar y dotar de mayor armamento al Ejército, que se inició con las reformas realizadas por el presidente Eligio Ayala. Durante su gobierno se mandaron comprar armas e incluso las dos cañoneras adquiridas de Italia: El Paraguay y el Humaitá”, indica González.
“En los últimos años han sido varias las investigaciones históricas académicas que han permitido comprender el esfuerzo del Estado paraguayo para armar al país. Efectivamente, sin un préstamo internacional se pudo comprar armamento moderno y capacitar a los jefes y oficiales para enfrentar el conflicto a partir de los planes consensuados entre el Gobierno y los jefes del Ejército en agosto de 1924”, explica, por su parte, el historiador Herib Caballero Campos.
A pesar de estos esfuerzos, en comparación con el despliegue boliviano Paraguay se encontró con una preparación un tanto menor en efectivos y en armamento para el inicio de las hostilidades.
EL AGUA Y EL GUARANÍ
“La contienda se inició con la toma boliviana en Pitiantuta, casi al mismo tiempo en que el doctor Eusebio Ayala asumía la Presidencia. Era una etapa difícil e incierta, pero el presidente tuvo el tino de apostar por José Félix Estigarribia para el mando del Ejército. La estrategia del comando paraguayo de llevar la guerra al interior de la región chaqueña fue fundamental. Los bolivianos incursionaron en un territorio adverso por las condiciones naturales del territorio, alejados de donde existía agua; además, considerablemente lejos de su puesto logístico”, refiere González.
“La utilización del idioma guaraní por orden general del comandante Estigarribia fue estratégica para comunicarse y despistar a los enemigos con códigos que los jefes oficiales y los soldados paraguayos podían entender. Además, servía para identificarse entre paraguayos si se encontraban en un lugar determinado, evitando confusiones que podían llevar al enfrentamiento entre los mismos”, agregó.
UNIDAD Y ESTABILIDAD
La primera mitad del siglo XX en Paraguay se caracterizó por un sinfín de tragedias internas a consecuencia de la inestabilidad política con revoluciones, golpes de Estado, exilios, atropellos, proscripciones y muerte. La hegemonía liberal había arrancado en 1904, pero tanto los conflictos dentro del propio partido de gobierno como las confrontaciones con la oposición impedían el desarrollo de un proyecto nacional.
“En el contexto de la guerra se había generado una tregua política. Según se estableció por leyes aprobadas por el Congreso, se reprimió a los sectores socialistas y comunistas que eran antiguerreristas, pues consideraban que la guerra del Chaco era una guerra imperialista. Asimismo, importantes jefes políticos de los dos partidos tradicionales se movilizaron o apoyaron al gobierno de Eusebio Ayala”, señala Caballero Campos.
“El territorio chaqueño no conoció diferencias políticas entre los combatientes paraguayos. Diferentes sectores de la sociedad acudieron al llamado: campesinos, obreros, estudiantes y con ellos artistas, poetas, intelectuales, choferes, deportistas, enfermeras y médicos. Con ese esfuerzo mancomunado se pudo sobrellevar la guerra con el acompañamiento de las mujeres, que realizaron diferentes actividades tanto en retaguardia como en el frente. Se destaca la labor de las madrinas de guerra como apoyo emocional para el soldado combatiente”, explica González.
A renglón seguido, destacó la unidad que se logró en el Paraguay durante la guerra a pesar de las diferencias que lo separaban anteriormente.
“En general hubo un gran acompañamiento. Las personas hacían donaciones para las viudas y huérfanos de guerra; la Legión Civil Extranjera, conformada por miembros del comercio y la industria que eran de origen extranjero, colaboró con varias acciones para paliar las necesidades más urgentes. La Junta Nacional de Aprovisionamiento era una entidad gestionada por el Estado con fuerte colaboración de sectores privados, que proveían los alimentos básicos a las familias de los soldados combatientes que no tenían otros recursos para subsistir. La Cruz Roja Paraguaya, liderada por el Dr. Andrés Barbero, donó un avión ambulancia, así como también realizaron varias actividades para recaudar fondos, como el partido de fútbol en Buenos Aires en el que jugó Arsenio Erico, que finalmente fue fichado por el Independiente de Avellaneda”, citó Caballero Campos.
VÍA DIPLOMÁTICA
En el contexto de una guerra con fuertes bajas para ambos bandos, la vía diplomática no estuvo clausurada. Esto a pesar de que Paraguay fue sancionado por la Sociedad de Naciones (antecedente de las Naciones Unidas) por haber sido declarado país agresor.
“El grupo mediador liderado por el gobierno argentino del general Juan B. Justo fue el impulsor de abrir una negociación con el apoyo de los demás gobiernos de la región, pero el último actor clave en sumarse y muy necesario fue el gobierno del Brasil, cuyo presidente Getulio Vargas visitó Buenos Aires en mayo de 1935, dando su acuerdo para que se impulse un alto al fuego en el infierno verde del Chaco”, comenta Caballero.
“De una posición defensiva en los primeros meses del conflicto, Paraguay pasó a la ofensiva en 1934 logrando recuperar territorios que los bolivianos fueron ocupando. Para 1935 ya había cruzado el río Parapití. Sin embargo, no debemos olvidar que todo esto significó sacrificios humanos de padecimientos por sed, pestes, heridas, traumas emocionales, muerte y angustia por la distancia de los seres queridos. Para 1935 los recursos se extremaron. Cada día de combate representaba un gran costo para el país, por lo que la gestión diplomática también fue ardua”, apunta González.
En este sentido, fue destacado el rol del canciller argentino Carlos Saavedra Lamas en el contexto de las negociaciones diplomáticas, quien fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1936 por su mediación en este conflicto y por haber inspirado un tratado antibélico que lleva su nombre.
RUMBO AL PROTOCOLO DE PAZ
“Las negociaciones comenzaron en mayo de 1935. Primeramente, el grupo mediador se reunía con cada canciller por separado. El Paraguay desde un principio estaba conteste en general con los términos del documento propuesto por los mediadores, pero Bolivia pretendía esperar el resultado de su contraofensiva, que fue detenida exitosamente por el Ejército paraguayo en la batalla de Ingavi, el 8 de junio de 1935. En ese sentido, ya el 11 se anunciaba en los medios de prensa asuncenos que se había acordado entre los países un alto al fuego, pero se estaban aún ultimando los detalles del documento final”, explica Caballero Campos.
De su parte, González subraya que el protocolo se firmó en un momento en el que ya no se podía continuar con la guerra por la dificultad para obtener recursos y el agotamiento de los combatientes. Por ello, de alguna forma la firma del protocolo de paz del 12 de junio era el camino obligatorio.
“Ya en los últimos meses de la guerra, el cansancio, la hostilidad de la naturaleza en el alto Chaco, el revés en las estribaciones andinas hicieron que la mayoría de la tropa paraguaya ya se encuentre agotada y agobiada, según se puede deducir de varios testimonios. Además, las arcas del Estado paraguayo ya estaban exhaustas luego de casi tres años de guerra. Por ello, el alto al fuego al mediodía del 14 de junio de 1935 (día en que se festeja la Paz del Chaco en Bolivia) fue celebrado por todos los combatientes, pues era algo que se anhelaba en ambos ejércitos ”, agrega Caballero Campos.
En agosto de 1935 se realizó el desfile de la victoria en Asunción, pero el país estaba con una economía extenuada, con la producción mayormente a cargo de ancianos, niños y mujeres. Todo esto fue terreno fértil para que afloren de nuevo las desavenencias, los golpes de Estado, revoluciones, persecuciones e inestabilidad política.
ACUERDO FINAL
El Tratado de Paz, Amistad y Límites definitivo se rubricó el 21 de julio de 1938. El documento final fue firmado por Cecilio Báez y José Félix Estigarribia por Paraguay, y Eduardo Díez de Medina y Enrique Finot por Bolivia. El acuerdo fue refrendado por un referéndum, que se realizó el 15 de agosto de ese año y tuvo una aprobación del 91 %.
En octubre de 1938, en cumplimiento de una de las cláusulas del tratado, se abrió una Comisión Mixta Demarcadora de Límites para señalizar la frontera en el terreno, que dio por concluidas sus tareas en 2007.
Por ello, recién en abril de 2009, con firma de Evo Morales por Bolivia y de Fernando Lugo por Paraguay, se oficializó el acta de cumplimiento y ejecución del mencionado tratado.
BARRERA
A poco de cumplirse el centenario de esta epopeya, la más grande del siglo pasado en el continente, que dejó cerca de 100.000 bajas, el vínculo entre ambos países sigue en parte separado por aquel territorio hostil.
“Evidentemente el Chaco hasta hoy en día es una barrera para que se dé ese relacionamiento más cercano entre bolivianos y paraguayos. Hoy la ruta Bioceánica es una oportunidad para mejorar esa integración, pero el Chaco aún hoy es un territorio despoblado, con muchas carencias y una necesidad de recibir políticas públicas que aseguren la educación, la salud y la movilidad a las poblaciones chaqueñas, tanto originarias como a las demás que habitan dicho territorio”, concluyó Caballero Campos.
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Tributo a Herminio, hoy en el Municipal
“Melodías de una vida” se denomina el concierto que tendrá lugar esta noche en el Teatro Municipal “Ignacio A. Pane” (Presidente Franco entre Chile y Alberdi) en honor al gran maestro de la música paraguaya Herminio Giménez (General Caballero, 20 de febrero de 1905 – Asunción, 6 de junio de 1991), en conmemoración a los 120 años de su natalicio.
La cita contará con la imponente presencia de la Orquesta Philomúsica de Asunción, que tendrá a su cargo el recorrido por la historia musical de uno de los compositores más emblemáticos del Paraguay. Tres grandes directores tendrán a su cargo las batutas de la orquesta: Luis Szarán, Miguel Ángel Echeverría y Gustavo Gómez Nardo.
SU LEGADO
Giménez, nacido en Asunción, formó parte de la Orquesta del Dr. Atilio Valentino, que fue el primer grupo en grabar un álbum completamente dedicado a la música paraguaya en 1927, contratado para el efecto por la tienda de música Viladesau de Asunción. Vivió una parte importante de su vida en el exilio, a consecuencia de sus posiciones políticas. Las entradas están a la venta a través de tuti.com.py.
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Un histórico homenaje sinfónico en Loma Plata
Celebran el 90 aniversario de la Paz del Chaco con la presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional a 450 km de la capital.
- Por Jorge Zárate y Matías Amarilla
- Loma Plata, Boquerón, enviados especiales.
La fuerza de la marcha Chaco Boreal en brillante ejecución de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) abrió el capítulo de homenaje a los héroes de la contienda en el concierto realizado en esta ciudad, distante a 450 kilómetros de Asunción.
“Es la primera vez que la OSN llega hasta aquí y por fortuna en esta fecha tan especial”, dijo su directora María Victoria Sosa al abrir el evento desarrollado en el Centro Cultural Chortitzer ante unos 800 espectadores que concluyeron aplaudiendo de pie el logrado espectáculo de la formación orquestal.
El acto que contó con la presencia del gobernador de Boquerón, Harold Bergen, y representantes de la comunidad local, tuvo un programa que en la primera parte abordó pasajes clásicos de la ópera universal como “El barbero de Sevilla”, “Carmen” y una versión especial y cantada en alemán de “La viuda alegre” que fue muy celebrada por el público.
OBRAS DE FLORES
Acto seguido, la orquesta, dirigida por Ernesto Estigarribia Mussi, abordó cuatro piezas de creación de José Asunción Flores que lograron conmover por su sentida ejecución.
Especialmente la versión de “India” a cargo de la soprano Carolina López y el tenor Marcos Villalba que aprovecharon especialmente la excelente acústica del auditorio. La organizadora del evento y directora del Conservatorio del Colegio de Loma Plata, Lilian Guenther, mostró su beneplácito por la visita de la OSN apuntando que “en esta ocasión llenamos el Chaco de música, un arte que no reconoce fronteras y hermana a los hombres”, recordando especialmente su efecto en la fecha de la firma del acuerdo de la Paz del Chaco.
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A 90 años del cese de hostilidades entre Paraguay y Bolivia
- Por Sara Valenzuela.
Hace 90 años, el 12 de junio de 1935, el canciller Luis Alberto Riart Vera, que representó al Paraguay, y Tomás Manuel Elío, representante diplomático de Bolivia, firmaban en Buenos Aires (Argentina) el protocolo de “alto el fuego” de la Guerra del Chaco. La fecha quedó establecida como el Día de la Paz del Chaco.
Este acuerdo ponía fin al que se considera el mayor conflicto bélico en Sudamérica durante el siglo XX, con enfrentamientos que se libraron en el territorio chaqueño desde 1932 hasta esta fecha emblemática de 1935.
En conversación con La Nación/Nación Media, el especialista en historia militar contemporánea, Claudio Velázquez, recordó la implicancia de este hecho en la historia de nuestro país y en el curso de una guerra que marcó un antes y un después en la sociedad paraguaya.
“El protocolo lo que establece es un cese al fuego que se cumple 48 horas después de su firma. En el mismo no se establece aún ninguna cuestión referente a límites, sino que es un cese al fuego tal cual se menciona en el texto original”, indicó Velázquez.
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El historiador precisó que, si bien se dio un alto al fuego entre ambos países aquel 12 de junio, tanto Bolivia como Paraguay dejaron aproximadamente 5.000 efectivos en la zona de tensión, los cuales fueron retirándose de manera gradual hasta después que se firmara el tratado de límites definitivo, el 21 de julio de 1938.
Igualmente, recordó que como el tratado se hizo efectivo posterior a las 48 horas de haber sido firmado, lamentablemente durante ese tiempo se reportaron incidentes bélicos que se cobraron la vida tanto de soldados paraguayos como bolivianos.
“Hay reportes que del lado boliviano hubo un importante fuego de artillería; incluso lastimosamente hubo bajas en ese periodo en ambos bandos y tal vez haya sido parte de las bajas más tristes porque ya había sido firmado el protocolo de paz y perecieron en ese plazo”, reflexionó.
Avance paraguayo
En la misma tesitura, reconoció que el avance de las tropas paraguayas durante la contienda en el momento en que se decide firmar el tratado de paz había sido sumamente significativo, ya que en aquel momento se encontraban ya en las estribaciones andinas.
“Paraguay había conseguido expulsar a los bolivianos de lo que es denominado Chaco Boreal y ya había llegado a las estribaciones andinas; para ese entonces, Bolivia había desarrollado una contraofensiva contra los paraguayos y, más o menos, en la zona hoy conocida como Lagerenza hay una batalla llamada la batalla de Ingavi, donde los paraguayos derrotan a los bolivianos y firman esta contraofensiva”, explicó el historiador.
Subrayó que aquella victoria fue fundamental porque sobre esa base se establecen posteriormente las famosas líneas de hitos de denominación dada a los territorios que se marcaron durante esos tres años hasta 1938, momento en que se hace la demarcación definitiva de territorios.
El costo de la guerra
Claudio Velázquez se refirió al costo que había pagado la sociedad paraguaya para sostener una contienda bélica de esta magnitud, comentando que, si bien las líneas de comunicaciones paraguayas eran extensas, las mismas también dependían del trabajo y dedicación de un gran número de personas, en especial mujeres que se dedicaban, además de a la sanidad y provisión de alimentos, a la costura y artillería.
“El esfuerzo para sostener la guerra en la sociedad paraguaya había sido gigantesco. Siempre tenemos la costumbre de mirar la guerra desde el lado del conflicto, pero no miramos la retaguardia y todo el esfuerzo que hacían las diferentes poblaciones. El Paraguay ya en líneas generales para junio de 1935 estaba con un fuerte desgaste para sostener la guerra; fue el momento más oportuno para que se dé el cese al fuego”, comentó Velázquez.
El regreso a casa
Muchos soldados habían sido llamados a los fortines ya desde 1928, y permanecieron al frente de batalla hasta 1935; otros, que en gran parte eran miembros de los 24 regimientos paraguayos que se encontraban en el Chaco al momento de la firma del protocolo, recién regresaron en 1938, cuando se firman los acuerdos limítrofes.
Ante esta realidad, Velázquez recordó la historia del teniente pirayuense Juan Delgadillo, quien habría sido uno de los primeros hombres en acudir al llamado de su nación y que, tras su regreso, debió de enfrentar otra gran batalla emocional: la pérdida de su madre.
“Cuando él vuelve tras la guerra a su casa, tanta fue la emoción de su mamá que le termina dando un paro cardíaco al verlo venir. Todas esas cuestiones muchas veces se nos escapan y nos olvidamos de lo que cada soldado habrá vivido en ese periodo, porque no fue nada fácil el momento de la reinserción social”, relató Velázquez.
Explicó que muchos de los hombres que sirvieron al Paraguay regresaron heridos o mutilados y que, si bien recibieron asistencia médica y accedieron a una pensión posteriormente, los primeros meses se encontraban sin un sustento fijo. Así también, quienes regresaron sanos y salvos, no contaban con un trabajo y fueron beneficiados con una bolsa de víveres para los siguientes meses, quedando en búsqueda de un nuevo porvenir.