Ciudad del Este. Agencia Regional.
Tremendo disturbio y susto generó esta tarde en las inmediaciones del penal Regional de Ciudad del Este, un hecho cuando dos personas dejaron en la puerta del recinto carcelario, dos mochilas aparentemente cargadas con algo que después resultó ser marihuana. Fueron dos hombres a bordo de una motocicleta que pararon en el sitio y uno de ellos caminó unos pasos para dejar en la puerta las dos mochilas y luego abandonar el lugar.
Es lo que contó a La Nación/Nación Media, el subjefe de la Comisaría 1a. comisario Francisco Amarilla León, cuyo personal avisó del hecho. Mencionó que a partir de lo ocurrido en la Penitenciaría de Tacumbú, están montando guardia frente a la cárcel de Ciudad del Este y esta tarde, a las 18:00, los agentes apostados en el sitio reportaron el hecho.
El personal que vio cuando fueron dejadas las mochilas, dejó pasar unos minutos y luego fue a preguntar en la guardia si estaban esperando alguna encomienda y recibió una negativa como respuesta. Ante eso, ya fueron convocaron agentes del Grupo Especial de Operaciones, los antibombas específicamente, ante la eventualidad que se tratase de algún explosivo, según el comisario Amarilla.
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“No se podía descartar nada, después de todo lo ocurrido, por eso tuvimos que bloquear la circulación frente a la cárcel (Av. Rogelio Benítez) y, primero descartar que se trata de una bomba”, explicó el subjefe policial. Finalmente, fueron halladas bolsitas de marihuana en las dos mochilas, totalizando 15 kilos aproximadamente de la droga. Fue informado del caso, el fiscal Antidrogas, Manuel Rojas Rodríguez.
Para el comisario Amarilla León, quedó claro que si el personal policial no se encontraba en el lugar, las dos mochilas iban a ser recibidas desde dentro, pero alguna situación ocurrió, por la cual no se tuvo en cuenta eso y los motociclistas dejaron las mochilas cargadas de droga. Frente a la penitenciaría sacaron las bolsitas en el piso para contar y pesar la marihuana.
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Reportan amenaza de bomba en el Silvio Pettirossi
En la tarde de este domingo se reportó una aparente amenaza de bomba en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi. Según las informaciones preliminares, un pasajero habría declarado llevar una bomba en su equipaje de mano.
Rápidamente se activaron los protocolos de seguridad y fueron convocados al lugar agentes antiexplosivos para confirmar la existencia de dicho dispositivo y en caso de que sea así, lograr neutralizarlo. El vuelo que iba a abordar este pasajero se dirigía a la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Hasta el momento, agentes de seguridad aeroportuaria se encuentran trabajando en la evacuación de los 157 pasajeros, además de los 6 tripulantes, quienes siguen dentro aguardando las instrucciones de seguridad. En tanto, el hombre que declaró tener la bomba en su poder ya ha sido puesto bajo custodia.
Hay que destacar que el avión ya se encuentra en la zona de precaución donde son colocadas las aeronaves con desperfectos mecánicos o inconvenientes de seguridad, esto precautelando también la seguridad de las demás personas que se encuentran en la terminal aérea. Así también empleados del aeropuerto ya están bajando los equipajes que se encontraban en la zona de carga de manera a que el cateo sea realizado con mayor eficiencia.
Este no es el primer episodio de alerta de bomba por el que atraviesa el aeropuerto internacional ubicado en Luque; sin embargo, es la primera vez que el supuesto portador de la bomba lo declara, motivo por el cual se está manejando el caso con suma cautela, atendiendo que no se conoce las intenciones de este sujeto ni si cuenta o no con antecedentes que respalden su actuar.
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Accidentes de motos en Obligado e Itá causan dos fallecidos
La Policía Nacional reportó un fatal accidente en la ciudad de Obligado, en el departamento de Itapúa, donde se vieron involucradas dos motocicletas que chocaron entre sí, por la noche del sábado. Uno de los biciclos estaba al mando de un menor de 16 años, que resultó con lesiones, mientras que el otro conductor, un sexagenario, perdió la vida.
Según el reporte policial el terrible hecho se registró cerca de las 21:00 de ayer, sobre la avenida Fulgencio Yegros de la citada ciudad. Durante le percance se vieron involucradas dos motocicletas de la marca Star uno de color rojo y otro de color negro, este ultimo conducido por un menor de edad.
Los biciclos chocaron entre sí y los conductores fueron llevados hasta el centro asistencial más cercano, donde 30 minutos después se confirmó el fallecimiento de Liborio Colman Idal, de 67 años. En tanto que, el otro involucrado, un joven de 16 años, presentó varias lesiones y permanece internado en observación.
El caso fue comunicado al fiscal de turno Reinaldo Castillo y se convocó al personal policial del Departamento de Criminalística para investigar el accidente. Hasta el momento, los intervinientes desconocen los detalles exactos que condujeron a este trágico suceso.
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Motociclista falleció en Itá
Ayer sábado, un camión de carga y una motocicleta protagonizaron un accidente de tránsito fatal sobre la ruta PY01, a la altura del barrio Itá Potrero. En imágenes de cámaras de seguridad se puede ver cómo el camión de carga da un giro a la izquierda sobre la citada arteria y la motocicleta no logra frenar y lo embiste, luego el camión le pasó por encima.
En el lugar falleció el joven motociclista identificado como Luis Alberto Servín Candia, de 24 años, que iba de Itá hacia Yaguarón. En tanto que, el conductor del camión tipo tumba identificado como Domingo Francisco Acosta Yegros, de 52 años, quedó detenido y a disposición del Ministerio Público.
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Condenado por pornografía infantil otra vez extorsionaba desde el Penal de CDE
Ciudad del Este. Agencia Regional.
Un hombre habría estado extorsionando desde el Penal Regional de Ciudad del Este, donde cumple condena de 7 años por coacción y pornografía relacionada a niños y adolescentes. Se trata de Osmar Antonio Cardozo Calonga (29), a quien llegó el personal policial del Departamento Antisecuestro de la Policía de Alto Paraná, tras la denuncia de una mujer de 22 años por abuso sexual dentro de la cárcel, bajo amenaza.
Es lo que informó a La Nación/Nación Media el jefe de Antisecuestro, subcomisario Edgar Galeano, quien remarcó que el hombre ya es conocido por el uso de cuentas falsas en redes para captar y extorsionar a sus víctimas, incluso desde la cárcel. Ayer se realizó un cateo en la celda de Cardozo Calonga y fue incautado el teléfono celular desde el cual habría estado sometiendo a sus víctimas.
De acuerdo al relato de la mujer, el hombre operaba desde una cuenta en la red social Instagram, haciéndose pasar por un gerente de agencia de modelos que buscaba mujeres para trabajar en Only Fans, que luego resultó falsa. La mujer decidió responder al anuncio y tras comunicación con quien decía ser el gerente de la agencia, finalmente decidió dejar sin efecto, al estar en contra supuestamente de los pedidos más osados, pero ya había entregado sus datos personales y también fotos en ropa íntima, según el subcomisario Galeano.
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La víctima dijo que recibió amenazas de muerte y se le hizo saber que la seguían, por cuya razón acudió al sitio señalado, el recinto penal de Ciudad del Este. Ingresó junto al hombre y se dio cuenta que el supuesto gerente que hablaba con ella era el mismo que se encontraba allí como el supuesto jefe. Era Cardozo Calonga, según pudo corroborar la Policía.
El hombre la violó bajo amenaza y luego de dejar el recinto penal continuó recibiendo las extorsiones, hasta que finalmente la mujer decidió realizar la denuncia, de acuerdo a lo indicado por el jefe de Antisecuestro de la Policía. “Ella dijo que yéndose a la cárcel terminarían las extorsiones, pero fue lo contrario, incluso más graves”, contó el subcomisario Galeano.
Manifestó que el hombre es conocido como el “estafador de OnlyFans”, que capta a sus víctimas desde la cárcel, usando cuentas falsas, luego las amenaza para que envíen imágenes íntimas y lleguen junto a él al penal, donde las somete sexualmente, con grabación de por medio, para luego amenazarlas nuevamente. La causa está siendo investigada por la fiscal Diana Gómez. La denuncia, que sería la octava en contra del citado, fue realizada el 7 de marzo pasado, mientras que el abuso sexual habría sido en la primera semana de febrero.
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De Oppenheimer, Einstein, Francisco, Putin, Stoltenberg, la bomba, la guerra y la paz
¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado? ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo de una alianza militar?
- Por Ricardo Rivas
- Periodista X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza / AFP
En 1991 llegué a Berlín. Dieciocho meses antes había caído la medianera que partía en dos aquella ciudad. Los debates aturdían. ¿Para qué lado cayeron los escombros? ¿Desde qué lugar llegó el impulso final? Los relatos conspiranoicos se multiplicaban. El canciller Helmut Köll rápidamente decidió la reunificación de Alemania sin atender a quienes lo objetaban por razones económicas y financieras. La capital alemana todavía estaba en Bonn.
En el lugar donde desde agosto de 1961 estuvo emplazado “checkpoint charlie” entre 1945 y 1990, quienes parecían ser exsoldados del otrora poderosísimo Ejército Rojo, allí mismo vendían completas o en parte la indumentaria con la que se constituían sus uniformes. Capotes, botones, jinetas de grado. Todo estaba en venta.
Caminar por los pocos espacios libres en medio de cientos de visitantes que andaban por allí obligaba a la lentitud. La mayor demanda en aquel lejano mes de abril eran los ushanka (sombrero de piel con orejeras) grises con la estrella roja incrustada al frente de los que se despojaban quienes aseguraban ser militares desmovilizados y no tener para comer.
Algunos, unos pocos –muy pocos– también ofrecían uniformes norteamericanos, británicos y hasta algunos cascos franceses. Todo para mirar. Todo para ofrecer. Todo para comprar. Todo para llevar como recuerdos de una época que se significaba como el inicio del pacifismo real.
Parado exactamente debajo de las majestuosas Puertas de Brandeburgo los contrastes visuales eran intensos. A un lado las construcciones modélicas de una sociedad capitalista renana –sin exagerados lujos consumistas– pujante, en movimiento intenso y con colores vivos en todas partes. Al otro lado, enormes bloques con apartamentos pintados en la gama de los grises, con las calles casi vacías y las plazas públicas desiertas. El movimiento era escaso. Escenarios bien distintos, por cierto.
Estuve allí solo un par de días. Con un nutrido grupo de compañeros becarios con los que estudiábamos y nos formábamos sobre el proceso de reunificación viajamos unos 610 kilómetros hacia el sudeste para instalarnos en Koblenz (Coblenza), cortada al medio por el Rin en el punto exacto en que confluye con el Mosela, rodeada de viñedos.
BIPOLARIDAD EXTREMA
Corazón del estado federado de Renania-Palatinato, nos explicaron que esa belleza natural en tiempos de bipolaridad extrema era el espacio en donde –según las hipótesis de conflicto políticas y militares– podrían haber llegado cargados de muerte los misiles de corto alcance de las tropas del Pacto de Varsovia que nunca fueron (afortunadamente) disparados.
Allí supimos que miles de soldados alemanes en algunos casos subordinados a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con motivo de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fueron desmovilizados. No eran profesionales de ninguna otra especialidad que la de hacer la guerra.
En Koblenz se vivía en paz “después de casi 40 años de preocuparnos por ser el campo de batalla inmediato de una posible guerra nuclear”, nos dijeron grupos de residentes. En los hoteles en donde nos alojábamos también lo hacían militares que se formaban en la protección del medioambiente. El Estado alemán intentaba reciclarlos para reinsertarlos en la sociedad civil pacificada.
Regresar a Berlín fue diferente. Sabíamos mucho más sobre los efectos políticos y sociales del fin de la Segunda Guerra Mundial, sobre el devenir de la Guerra Fría y pensábamos en las posibilidades reales de la paz, que no imaginábamos ni veíamos con claridad.
Recuerdo que por esos días llegué hasta el punto medio del puente Glienicke, con el que se cruza el río Havel, para viajar desde Berlín hacia Postdam y allí detuve mi andar. En silencio miré hacia ambos lados de esa construcción a la que Steven Spielberg, cuando finalizaba 2015, llamó el Puente de los Espías. No había puestos de vigilancia ni reflectores. Tampoco alambres con púas, soldados soviéticos ni de la NATO armados hasta los dientes. Se circulaba sin limitaciones. Sin peligros.
Durante casi una hora caminé de regreso al punto de encuentro muy cercano al que fuera el búnker donde Adolf Hitler y su estado mayor se convencieron de la derrota y entraron en pánico por la llegada del Ejército ruso hasta el escondite del dictador genocida.
“DISUASIÓN”
En aquella caminata silenciosa creí comprender (e imaginé, como los habitantes de Koblenz) que los líderes de entonces planificaban y construían por y para la paz. Pensé que el modelo geopolítico de posguerra para disuadir y persuadir a partir de la exhibición obscena de los arsenales nucleares que las partes poseían para convencer al adversario de la inviabilidad de una guerra atómica que destruiría a la humanidad se había derrumbado para siempre. ¿Soñé demás cuando tenía 40 años? Tal vez, sí. ¿Se iniciaban los tiempos de la multipolaridad? Quizás.
Alguna vez Albert Einstein sostuvo que “el tiempo no puede definirse en términos absolutos” porque “es relativo” y, en consecuencia, “se estira y se encoge”. Mucho de lo que tiene que ver con Einstein llega desde la historia. Nació el 14 de marzo de 1879 en Alemania, desde donde partió cuando vislumbró que comenzaba la persecución de los judíos que devendría en exterminio. Pero, como él mismo lo probó y explicó, esos larguísimos 145 años que corren desde su nacimiento son poco relevantes.
“En nuestro lenguaje terrestre, una hora nuestra puede ser un siglo en otro planeta y viceversa (porque) no hay un tictac audible en todo el mundo”. Es palabra de Albert Einstein. Sin vueltas, el padre de la teoría de la relatividad general (1915) enseñó a quien quisiera aprenderlo que “el pasado, el presente y el futuro son solo una ilusión”.
Pero en el tránsito de esa ilusión con frecuencia está agazapada la tragedia. Categorizar así la temporalidad y hasta la propia ilusión es ilusorio. Para nada sorprendente que así se exprese un físico, si se quiere. La física –ciencia categorizada como “dura”– desde alguna perspectiva también puede presentarse ante la persona lega como sutil. Y hasta poética como para algunas personas lo es pensar en la infinitud, en el universo, en los misteriosos agujeros negros o en el big bang, por mencionar solo algunos ejemplos caprichosos.
ESPÍRITU POÉTICO
Al parecer, Einstein pensaba así. De hecho, en el fin de una tarde cualquiera cuando se iniciaban los años 70 en el siglo pasado, sentados en torno de una mesa de mármol del inmortal Café Tortoni en el 825 de la avenida Mayo de Buenos Aires, al parecer inaugurado no muy lejos de allí en el 1858, un viejo colega periodista cuyo nombre prefiero preservar –también escritor, guionista cinematográfico, dramaturgo– y viajero incorregible con el que supe compartir algunos años de vida y aprendizajes antes de llegar a mi treintena, sostuvo que “la física y las matemáticas se constituyen además con el espíritu poético que siempre encierran las investigaciones científicas”.
Recuerdo que su palabra –aunque en tono bajo– asemejaba una homilía. Sin que nadie pudiera comprobarlo fehacientemente, sostenía que aquella percepción, cuando estaba cerca de finalizar el mes de marzo en 1925, la había escuchado del mismísimo Albert Einstein. Desde su muy buena memoria, aquel viejo amigo y sabio colega dejó caer en el seno mismo de su acotado auditorio el detalle preciso de que el ingeniero Jorge Duclout, un académico francés radicado en la Argentina poco antes de que finalizara el siglo XIX, “fue quien invitó a Einstein para que visitara este país y quien lo recibió en el puerto junto con una multitud”.
Con un lento trago de coñac desató nuestra ansiedad por saber más. “Le encantaba al alemán (así categorizó al científico visitante) venir al Tortoni y sostener tertulias con otros académicos, siempre acompañado de Duclot”, agregó. Detalló luego con algo de nostalgia que él “era un pibe de apenas 18 años cuando el genio estuvo aquí”. Precisó que cuando el uruguayo Máximo Sáenz entrevistó al físico para (el diario) Crítica en una casona de Belgrano –mi pueblo natal en Buenos Aires, unos 1.160 kilómetros al sur de mi querida Asunción– “lo escuché sorprendido cuando reflexivamente vinculó la física con la poesía”.
Ninguno de los presentes se atrevió a responder ni confrontar aquellos recuerdos puestos en común. Esta noche de viernes emerge como diferente de muchas otras. De hecho, este encuentro parece haber trocado en una cofradía de devotos de la paz con el deseo –y la esperanza profunda– de impulsar y alcanzar el fin de todas las violencias.
Sentado en la vieja mecedora descorché un Pinot Noir Romanée-St-Vivant Marey - Monge del 1995. ¡Fiesta en los copones! Alguna vez, muchos años atrás, mientras recorría la campiña de la región de Côte de Nuits en Borgoña, cerca de Lyon y de la frontera con Suiza, me hice de tres botellas que celosamente mantuve en guarda hasta hoy. Brindamos por la vida. Un breve silencio nos envuelve después de hacerlo.
PERSONAJE
“¡Arrasó ‘Oppenheimer’!”, dijo DG con indisimulado orgullo. La veterana profesora con un Whatsapp aventuró que sería la producción más reconocida. “Enorme ganadora con siete Óscar”, añadió. “¡Qué personaje Oppenheimer. Inventar la bomba que destruyó Hiroshima y Nagasaki y pretender después exhortar al Gobierno norteamericano para que no la use o la use poco... ingenuo o inocente!”, expresó AF en tono de crítica.
Tanto Oppenheimer como Einstein, las dos producciones en las que convergen biografías y creaciones en algunos casos bien fundadas, dan cuenta además de climas epocales. De profundos debates sociales. De pugnas ideológicas. De batallas políticas y personales. De sospechas, sospechados y sospechosos. De amor y desamor. De la libertad y la falta de ella. De pobreza y riquezas. De autoritarios, autoritarismos, desempleos, derrumbes económicos, hambrunas, armamentismo, racismo. Nada queda afuera si a esas atrocidades les añadimos rearmes, expansionismos y los desafortunados resurgimientos de múltiples voluntades supremacistas y fundamentalismos cuyos líderes sustentan sobre falsos discursos religiosos.
El norte europeo sangra. El presidente Vlamidir Putin advierte amenazante a Europa y a la NATO. “Tienen que entender que nosotros también tenemos armas que pueden atacar objetivos en su territorio”; que disponemos de armamento “para golpear a los países occidentales” y hace referencia clara a la eventual utilización del arsenal nuclear ruso que dispone de sistemas “capaces de destruir a la civilización”. El miércoles último fue más allá sin metáforas ni eufemismos: “Rusia está dispuesta a utilizar armas nucleares si existe una amenaza”.
El papa Francisco semanas atrás hizo suyas las palabras de la encíclica Pacem in Terris (1963), en la que Juan XXIII, el pontífice de entonces, consignó que “la posesión de armas atómicas es inmoral” porque “no se excluye que un acontecimiento imprevisible ponga en marcha el aparato de la guerra”. ¿Qué es lo que no se entiende? ¿De esto mismo hablaba Oppenheimer cuando procuraba concienciar a los líderes norteamericanos sobre el peligro que supone disponer de la bomba que él mismo creó? Tal vez. Pero nada lo detuvo en el desarrollo de ese sistema de armas que incineró a quienes habitaban Hiroshima y Nagasaki “para terminar con la guerra”.
La utilización bélica de la Bomba H (como se la llamó popularmente por algunos años) que inventó le pesó por el resto de sus días. “Ahora me he convertido en muerte, el destructor de mundos”, pronunció alguna vez después de las masacres en Japón. La ganadora de siete Óscar relata que Robert Oppenheimer se opuso a un mayor desarrollo nuclear y, por esa intención fue acusado de comunista e investigado por ello. Genio y sospechoso de traición.
En 1963, pese a aquellas acusaciones más cercanas a los códigos de la vanidad de sus Salieris que a su ideología, Oppenheimer fue rehabilitado políticamente por el presidente Lyndon Johnson, quien en 1963 lo galardonó con el premio Enrico Fermi.
Por su parte, Einstein, según cuenta la producción de Netflix, al parecer también se arrepintió de haber enviado una carta al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt el 2 de agosto de 1939 instándolo a prestar atención a los desarrollos nucleares de los científicos nazis para enriquecer el uranio. Tenía la convicción de haber acelerado el proceso de investigación y desarrollo que la historia conoce como Proyecto Manhattan. Einstein sentía culpa por “la bomba”.
LA GUERRA Y LA PAZ
Tal vez por ello el papa Francisco destaca por su fortaleza a quien en la guerra “tiene el valor de la bandera blanca y negociar” porque “negociar es una palabra valiente” y sostiene que “no (hay) que avergonzarse de negociar antes de que las cosas empeoren”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado?
“Ucrania necesita armas, no banderas blancas”, respondió casi de inmediato Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, quien agregó que “si queremos una solución pacífica duradera negociada, la forma de llegar a ella es proporcionar apoyo militar a Ucrania”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo designado por un conjunto de 29 países convergentes en una alianza militar?
La madrugada del sábado comienza a clarear. Los silencios son varios y superpuestos. JT, historiador y académico, escuchó más de lo que habló. “Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba. Es palabra del griego Heródoto de Halicarnaso, al que muchos consideran como el padre de la historia occidental”, dijo con estudiado tono doctoral y su nariz casi apoyada sobre la pantalla del smartphone.
La presbicia no perdona después de los 50. “Cómo construir la paz es complejo, por cierto. Pero, si de arsenales nucleares se trata, me quedo con la respuesta de Einstein a Oppenheimer: ‘Ahora es tu turno de lidiar con las consecuencias de tu logro’”, dijo DG.