Ciudad del Este. Agencia Regional.
En la mañana de hoy sábado, una casa de madera se convirtió casi completamente en escombros y cenizas, tras el incendio generado a raíz de la fuga de gas de cocina, en el momento en que una mujer prendió una de las hornallas. Ocurrió a las 11:30 aproximadamente, en una vivienda ubicada en el barrio Che Jazmín, de Hernandarias.
Acudieron al lugar bomberos voluntarios del cuartel K3, y el personal de la Comisaría 27ª. a cargo del comisario Carlos Barboza, jefe de la citada sede policial. Fue víctima María Teresa Esquivel Molina (32), quien resultó ilesa del siniestro, pero con la pérdida de su casa y de sus enseres domésticos.
María Teresa relató que, al momento de prender una de las hornallas de la cocina, se produjo el fuego en la manguerita de la garrafa de gas y se extendió rápidamente al resto de la casa que, siendo de madera, fue blanco fácil para el fuego. Cuando llegaron bomberos y policías, la casa ya estaba en llamas.
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Aparentemente, estaba mal ajustada la manguera y había mucho gas expedido que, una hornalla encendida explotó y se propagó al interior de la casa que quedó destruida completamente. En la casa viven niños, pero no se encontraban dentro cuando se produjo el incendio, según dijo a La Nación/Nación Media, el comisario Carlos Barboza.
Indicó además que el barrio donde ocurrió el incendio era un asentamiento y las casas están muy juntas, con gran cantidad de niños jugando en los alrededores, pero, felizmente, el fuego no ocasionó ningún herido de los que estaban cerca.
Por su parte, Aníbal Adorno, del CBV K3 de Hernandarias, que acudió al pedido de auxilio, dijo que ocurren con mucha frecuencia los incendios ocasionados por la falta de mantenimiento de las mangueras de gas, que luego derivan en situaciones como la de esta mañana. “Como suele ocurrir, en ningún aparato se hace mantenimiento”, agregó el bombero.
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Gobernación inicia obra de G. 17 mil millones para el Centro Cultural de Hernandarias
- Ciudad del Este. Agencia Regional.
La construcción del nuevo Centro Cultural de Hernandarias comenzó el pasado 29 de julio, con una inversión prevista de casi 17 mil millones de guaraníes (G. 16.739.894.995) de la Gobernación de Alto Paraná. La obra es considerada emblemática en el municipio, donde la comunidad clamaba por un espacio cultural propio, desde hace muchos años, para impulsar el desarrollo cultural, educativo y social en la “capital de la energía”.
El espacio tendrá una infraestructura edilicia de 2.840 metros cuadras, moderna y funcional, con un edificio concebido como un centro de referencia inclusivo, accesible y con equipamiento de alto nivel, según se informó en el día de la palada inicial, el martes 29 de julio. El plazo de ejecución de la obra es de 13 meses.
El ingeniero César “Landy” Torres, gobernador de Alto Paraná, manifestó que no es solo una inversión en infraestructura física, “si no una apuesta estratégica por el desarrollo integral de la comunidad”.
Asimismo, aseguró que el Centro Cultural de Hernandarias será un motor de inclusión, educación y proyección cultural, generando oportunidades para niños, jóvenes y adultos, artistas consagrados y emergentes, gestores culturales y la ciudadanía en general.
El futuro espacio cultural está siendo construido en la plaza Fulgencio Yegros del barrio Mariscal López de Hernandarias. El proyecto iba a ejecutarse en la Plaza de los Héroes, pero implicaba una tala masiva de árboles en el lugar, medida que fue rechazada por los vecinos y generó conflictos entre pobladores y las autoridades municipales. En consecuencia, el proyecto fue trasladado al predio donde comenzó la obra.
Infraestructura
El futuro Centro Cultural tendrá un auditorio principal con capacidad para 650 personas, un escenario de 207 metros cuadrados, cuatro camarines, cabina de control audiovisual elevada, equipamiento de sonido, video e iluminación profesional. Otros espacios constan de seis aulas para talleres y capacitaciones; un aula de ballet con todo el equipamiento y dos galerías de exposición, con estándares museográficos para muestras permanentes o itinerantes.
Otra dependencia es el área de servicios y apoyo, con espacios para cafetería con cocina industrial y cantina; depósitos y taller de tramoya para escenografía; boletería, sala técnica, áreas de espera, bloques de sanitarios (dos zonas diferenciadas) y un sistema de reservorio subterráneo para la alimentación.
El predio dispondrá de un generador propio de 63 kVA, para alimentar en caso necesario. En cuanto al área de acceso y logística, el centro cultural proyectado dispondrá de estacionamiento para 214 vehículos. Incluirá cochera para el uso de personal administrativo/artistas; cochera para bus; accesos con rampas de diferentes pendientes (15 % a 20 %) y descansos intermedios; red de camineros de más de 5.500 metros cuadrados para circulación segura e inclusiva.
Finalmente, el edificio contará con un sistema de protección contra incendios, que incluye extintores manuales, bocas de incendio equipadas, red de hidrantes y sistemas de alarma, conforme a las normativas de seguridad vigentes, según lo informado por la Gobernación de Alto Paraná.
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21 aniversario de la tragedia del Ycuá Bolaños
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El policía de la foto del Ycuá Bolaños: “Lo recuerdo como si hubiera sido ayer”
Ciudad del Este. Agencia Regional.
A 21 años de la tragedia del Ycua Bolaños, la imagen de un policía con un niño en brazos, a quien rescataba, trataba de auxiliar, sigue impactando como un eco de aquella dolorosa mañana. El uniformado, uno de los protagonistas de esta histórica foto, aún recuerda el hecho como si hubiera ocurrido ayer. Y es que en el incendio de ese supermercado fallecieron cerca de 400 personas.
La Nación/Nación Media habló con el comisario principal Juan Duarte Ferreira, quien es el policía que hizo una técnica de primeros auxilios para una ventilación artificial al niño que llevaba en sus brazos.
Hoy, el uniformado es padre de dos hijos, un hombre de 26 años y una niña de 7. Cumple funciones en la Comisaría 11 de Juan E. O´Leary como jefe policial y, en tal sentido, de nuevo se encuentra cuidando a niños en esta mañana del 1 de agosto, al hacer la cobertura de la Escuela Las Residentas, del citado municipio.
Periódicamente, desde su función en una aparente tranquila ciudad del interior del país, el comisario Duarte Ferreira lidia con víctimas de asaltos, robos, violencia familiar, desapariciones, homicidios, accidentados, en índices mucho menores que las zonas de gran movimiento, pero asegura que, especialmente, cada 1 de agosto, la memoria le hace volver a aquel primer domingo de agosto del 2004.
“Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer, cada gesto, cada acto, cada situación que nos tocó aquella mañana y en siguientes jornadas; no se debe olvidar para que no vuelva a ocurrir”, expresó el comisario Duarte. Remarcó que fue “lamentable ver tantas muertes en época de paz”.
Asimismo, dijo que la imagen divulgada de su intervención en el hecho le valió que hasta un tiempo después, existieran personas que lo reconocían en el transporte público, y, por ejemplo, le agradecían por haber salvado a un familiar. Dijo que fue un policía en servicio, así como otros cientos de uniformados, bomberos voluntarios y un sin fin de personas que ayudaron.
Ayudar niños, parte de su oficio
El oficial recorrió varias unidades policiales a lo largo de estos 21 años hasta quedar en Alto Paraná. Después del siniestro, cumplió funciones en Accidentología Vial del Departamento de Criminología, donde le tocó intervenir en muchos accidentes.
“Estuve de nuevo en muchas situaciones terribles, especialmente cuando encontré a niños como víctimas de esas tragedias en rutas, pero sabemos que eso corresponde a nuestra función”, sostuvo el comisario Duarte.
El oficial de policía no fue solo el agente que ayudó en el incendio, sino familiar de una víctima y, en tal sentido, refiere que conoce muy bien la lucha encausada en busca de Justicia y reparación. Un sobrino de 20 años, Nelson Damián Duarte, trabajaba en el supermercado y fue una de las víctimas.
“Una larga lucha, juicios interminables, muchas familias sin asistencia, es lo que nos dejó también ese día tan triste; mucha fuerza a los que no fueron atendidos como corresponde”, dijo el policía.
¿A quién rescató?
Inicialmente, se creyó que el niño salvado por el policía y retratado en la emblemática foto del reportero Sebastián Cáceres, para el Diario Noticias (extinto), se trató de Enzo Bobadilla.
Sin embargo, cabe recordar que hasta hace unos años, Verónica Bécker, madre de una niña, aclaraba que fue su hija, Annete Nicole Gaus Bécker, de cuatro meses, la que está en la emblemática imagen y lamentó que se haya cometido ese error, tratándose de la identidad de una hija que perdió.
El policía Juan Duarte informó que mantuvo contactos con la familia del citado niño hasta que llegó a la edad de 7 u 8 años, aproximadamente. Luego, él se trasladó a otras zonas del país a cumplir funciones y dejó de tener vinculación con dicha familia, aunque había estado acompañando el crecimiento del niño.
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Ycuá Bolaños: una tragedia que se vive, se recuerda y se lucha por sanar
Cada 1 de agosto el pueblo paraguayo recuerda uno de los días más terribles y luctuosos de su historia: el incendio del supermercado Ycuá Bolaños. Aquel domingo soleado del 2004 se vio teñido por el fuego, las cenizas y las lágrimas de casi 400 paraguayos fallecidos. Han pasado 21 años, pero la herida sigue sangrando, sigue doliendo.
El sol quedó cubierto por el negro humo que cubrió la ciudad, que se volvió gris y doliente por el terrible suceso que marcó para siempre al barrio Trinidad, donde en cada cuadra había al menos una víctima.
Las llamas habrían iniciado cerca del mediodía en la cocina del patio de comidas del super, el cual, debido al día y el horario, estaba lleno de familias que estaban compartiendo en el lugar o iban a retirar el almuerzo para compartirlo en sus casas.
Los múltiples testimonios refieren que segundos después de escucharse una explosión, el sitio estaba rodeado de llamas, las cuales se extendieron de manera voraz, generando pánico, miedo y un descontrol entre todos los que estaban en el lugar y que, al intentar huir del sitio, se encontraron con los portones y las salidas de emergencias cerradas, quedando atrapados en el infierno que, tras 21 años, permanece en la memoria de todo un pueblo.
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La historia de cientos de sobrevivientes ha sido contada año tras año, con la esperanza de que aquella tragedia nunca sea olvidada. Rocío Melgarejo es una madre que casi pierde a su hija aquel domingo. Ese día la siguió por años, ya que su hija no solo sobrevivió milagrosamente, sino que debió luchar por recuperarse y sanar.
“Mi hija Luna tenía 4 añitos apenas, pero ella cada domingo iba a la iglesia con mi hermano Nelson y su novia María Luisa. Ese domingo no fue la excepción, pero al salir del encuentro fueron hasta el super para almorzar; ellos estaban en el estacionamiento cuando el fuego los atrapó”, relató Rocío a La Nación/Nación Media.
Continúo recordando que, en medio de la densa humareda y las llamas que tomaban el lugar, casi por un milagro un pastor amigo de la familia apareció para ayudar a su hermano a rescatar a la pequeña Luna y su cuñada María Luisa, quienes lograron salir de las llamas al igual que su hermano Nelson, pero con graves secuelas.
“Ese día yo no entendía lo que pasaba, porque a mi hermano lo derivaron a un hospital, a mi cuñada a otro y a Luna al IPS; ahí me dijeron que estaban y fui a buscarla, desesperada. Cuando llegó una de las doctoras, me mostró unos aritos, muy peculiares, cuadraditos; eran los de Luna”, comentó Rocío.
Destacó que en los minutos posteriores a la tragedia, y en medio de la búsqueda y el hallazgo de su hija, no podía dimensionar todo lo que había pasado, pero al llegar a ver a su hija, quedó completamente paralizada, ya que si bien no podía creer el estado en el que se encontraba, sabía que era su retoña.
“Yo entré a la habitación y vi a Luna, estaba en una camilla, y tenía toda la cara colorada, hinchada, con respiradores y soporte médico; no podía creer que era mi hija. Miré sus piecitos, me detuve a mirar sus pies y sabía que era ella, me convencí de que era ella. Ella sufrió un paro respiratorio, estaba muerta al momento en que la rescataron; después volvió a la vida, pero no se sabía cuánto tiempo estuvo sin respirar”, indicó Rocío.
Entre las explicaciones médicas sobre el estado de Luna, surgían posibilidades terribles, como el hecho de que su capacidad del habla y desarrollo se hayan visto comprometidas debido a la falta de oxígeno sufrida, eso sin contar las quemaduras que habían sufrido.
“Luna sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en un 20 % de su cuerpo, pero si bien esa cifra suena poco, ella era muy pequeña y esto hacía que la situación fuera muy grave según los médicos, y que la agravante era la zona de las quemaduras, ya que le afectaba la cara, parte de la cabeza, el cuello y las manos; además, pasamos por infecciones y otras dificultades”, explicó la madre de Luna.
Una vez fuera de terapia intensiva y con la capacidad de ser trasladada, la pequeña Luna inició su camino en una nueva vida, una vida donde debía aprender a lidiar con el dolor de las heridas, los tratamientos por quemaduras y los cuidados para la cicatrización.
La búsqueda de la recuperación total de Luna la llevó hasta Chile, hasta la Caoniquem, que es una corporación que se dedica a la rehabilitación de niños, niñas y adolescentes con quemaduras y otras cicatrices, donde por meses recibió atención médica especializada; debió quedar internada e inclusive permanecer en un albergue junto a su madre.
Rocío recuerda con resiliencia y fortaleza los procesos médicos a los que debió acompañar a Luna, incluyendo las cirugías de injerto y los procesos de confección de sus ropas compresivas que debía utilizar la pequeña para garantizar una rápida y buena recuperación.
“Ella usaba su máscara y ropas de compresión todo el tiempo, siempre; no se las sacaba porque se quería curar. Los primeros años de la escuela las usaba ahí y, si bien nunca me contó que haya pasado mal, sé como mamá y mujer que en algún momento se sentía incómoda por la forma en que nos miraban o hablaban, pero todo lo fuimos superando”, destacó Rocío.
Con una larga lucha, y algunas marcas tanto en la piel como en la memoria, hoy Luna tiene 25 años, trabaja, estudia y se destaca como una persona sumamente afín al arte, ya que baila, canta y pinta, logrando expresarse completamente a través de estas plataformas que la apasionan.
Hoy Rocío relata como un milagro que su hija y su hermano hayan sobrevivido, y recuerda con amor y cariño a su cuñada María Luisa, quien debido a la inhalación de humo y el paro que sufrió no logró sobrevivir. Hoy, a pesar de 21 años de perspectiva, Rocío nunca olvida aquel domingo que marcó la vida de su familia.
Esta madre es el fiel ejemplo de miles de familiares que perdieron a alguien aquel trágico 1 de agosto, pero que también lograron abrazar a un ser querido que fue arrebatado de las llamas aquella mañana, una madre que comprende que el milagro puede nacer en medio de una tragedia y que no existe nada que el tiempo, el amor y la dedicación no curen.
El 1 de agosto del 2004, el incendio del supermercado Ykua Bolaños se cobró la vida de 364 personas y resultaron con heridas graves más de 200, hombres y mujeres. Las familias de todos ellos nunca olvidarán la pérdida, el miedo y la injusticia vivida aquel día, en especial porque si las puertas no hubieran sido cerradas, quizá aún podrían abrazar a quienes aman.