Por Verónica Giménez, veronica.gimenez@nacionmedia.com

Se cumplieron 93 años de la primera vez que el Cañonero Paraguay fue botado al agua. El buque forma parte de una extensa historia desde su arribo a nuestro país el 5 de mayo de 1931, participó en la guerra del Chaco y cumplió un rol protagónico al mantener la supremacía de nuestras aguas, fue refugio de general argentino Juan Domingo Perón y, en 1968, un incendio apagó sus motores por más de cinco décadas.

Desde su primer viaje, este buque construyó una historia de tradición marinera en nuestro país y su imponente infraestructura lo convirtió en una fuerza disuasoria durante el conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia. Este buque volvió a surcar el pasado 12 de junio tras sus obras de reacondicionamiento, capitaneado por Carlos Barreto y llevando a bordo a 270 tripulantes.

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El presidente de la República del Paraguay Eligio Ayala ordenó la construcción de dos buques de guerra en 1927. Foto: Armada Paraguaya

El capitán de Navío Wilson Altuman relató que el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas sugirió al entonces presidente de la República del Paraguay, Eligio Ayala, la adquisición de dos cañoneros ante la posibilidad de la guerra chaqueña, de manera a mantener la hegemonía en el río Paraguay, el control y la superioridad ante una eventual invasión por agua de los bolivianos.

“El presidente Eligio Ayala, en 1927, ordenó la construcción de dos buques de guerra y designó al teniente de marina José Bozzano para hacer las tratativas tanto en Inglaterra como en otros países de Europa. Se firmó el convenio con la empresa Astillero Cantieri Navali Odero Terni, de Génova-Italia, y las obras iniciaron en 1928, finalizando para 1930, y el 23 de junio de 1930 este buque fue botado al agua por primera vez”, relató en conversación con La Nación/Nación Media.

El capitán de Navío Wilson Altuman. Foto: Nadia Monges

Bautismo y madrinas

En abril de 1931, los buques el Cañonero Paraguay C-1 y su hermano gemelo El Humaitá C-2 llegaron a Buenos Aires, Argentina, donde fueron bautizados con estos nombres por el capellán Julio César Duarte Ortellado en una santa misa, actuando como madrinas las señoras Helena Zubizarreta de Gubetich para el “Paraguay” y Virginia Cardozo de Bozzano para el “Humaitá”.

“Alrededor de las 10:45 del 5 de mayo de 1931 ambos buques llegaron a la bahía de Asunción, donde fueron recibidos con honores y a partir de allí pasaron a formar parte la flota de guerra. Juntos participaron en la guerra del Chaco y durante esos tres años exportaron alrededor de 150.000 personas tanto de subida como de bajada. El cañonero Paraguay realizó 81 viajes, transportando más de 51.000 hombres combatientes al frente de batalla, desde Asunción hasta Puerto Casado, y a su regreso traía heridos y prisioneros de guerra”, detalló Altuman.

Por su parte, el cañonero Humaitá realizó 84 viajes y transportó alrededor de 60.000 hombres, también llevaba armamentos, municiones, víveres y todo aquello que precisaban los militares paraguayos ante el conflicto bélico. “Terminada la guerra ambos buques regresaron a Asunción, y el mariscal José Félix Estigarribia abordó el Cañonero Paraguay para pernoctar el desfile de la victoria que fue en agosto de 1935″, recordó.

Los buques fueron bautizados con sus respectivos nombres en una misa que celebró el capellán Julio César Duarte Ortellado. Foto: Armada Paraguaya

Refugio de Perón y un incendio que apagó los motores

“En 1955 estando el Cañonero Paraguay en Buenos Aires, Argentina, para su reparación, aconteció el golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Juan Domingo Perón. En ese momento, el C-1 cumplió con un rol diplomático al cederle asilo al mandatario del vecino país, que posteriormente fue transbordado en un hidroavión para acogerse en Paraguay”, comentó.

Al presidente argentino Juan Domingo Perón lo recibieron los oficiales a cargo del buque, asegurando su protección por el personal de a bordo, era el 20 de setiembre de 1955 y su estadía en la nave de la marina de nuestro país se extendió hasta el 2 de octubre del mismo año, en que emprendió viaje hacia Asunción. Sin mayores opciones, el derrocado gobernador de la Argentina se dedicó esos días a conversar y reunirse con la tripulación, y a través de una radio seguía los acontecimientos subsiguientes a su caída.

Tiempo después, específicamente el 19 de abril de 1968, el cañonero fue escenario de un siniestro en el que fallecieron un oficial, un suboficial, un cadete y cuatro marineros, debido a una explosión de las calderas en la sala de máquinas. “Desde entonces el Cañonero Paraguay quedó sin propulsión, subsistiendo como flotante en su apostadero”, señaló. Luego de 55 años de espera y obras para su recuperación, es utilizado como Buque Escuela de la Armada Paraguaya, cumpliendo un rol preponderante en la instrucción de cadetes navales, grumetes y tropas.

El capitán del navío detalló que la parte sumergida del casco fue renovada en su totalidad, tal como las chapas de acero que quedaron como nuevas y la estructura mecánica que actualmente tiene una mejor flotabilidad y estanquidad, a raíz de la iniciativa del Comando de la Armada Paraguaya mediante un proyecto para su recuperación.

El Cañonero Paraguay participó en la guerra del Chaco y cumplió un rol protagónico al mantener la supremacía de nuestras aguas. Foto: Armada Paraguaya

Las maquinistas a bordo

Gloria Núñez, Jorgelina Báez y Leticia Giménez son las maquinistas a cargo de las operaciones de los nuevos motores diésel del barco escuela de la Armada Paraguaya. Estas mujeres, no solo son parte esencial del funcionamiento del C-1, también representan el empoderamiento femenino al servicio del buque. “Nos encargamos de su funcionamiento, realizamos los mantenimientos y las reparaciones a nuestros motores, para que pueda estar en condiciones de navegar y realizar cualquier tipo de misión”, expresó la guardiamarina Báez.

Explicó que el buque tiene motores propulsores y generadores, los primeros son los que dan impulso para navegar y los segundos son los que proveen de energía eléctrica a la unidad. “Realizamos un control constante sobre dichas máquinas para que estos puedan estar en condiciones en todo momento, también hacemos un mantenimiento completo de la unidad, desde la parte eléctrica y la parte de agua”, puntualizó y compartió que en este trabajo viene desempeñándose hace 6 meses, con solo 24 años.

“Somos aproximadamente 15 personas haciendo este trabajo, pero en lo personal me llena de orgullo y satisfacción formar parte junto a mis compañeras. El buque escuela en este momento está siendo historia y no solo por todo lo que representa a nivel nacional, también demuestra el empoderamiento de la mujer paraguaya. Somos lo suficientemente capaz de realizar cualquier tipo de actividad en la sala de máquinas, ya sea control u otros trabajos”, expresó.

Guardiamarina maquinista Jorgelina Báez. Foto: Nadia Monges

Un inesperado tripulante

Barlo es el felino que navega junto a la tripulación del buque escuela Cañonero Paraguay. Llegó al C-1 durante sus primeros meses de vida para convertirse en un tripulante más y al día de hoy tiene aproximadamente dos años. Fue encontrado en la calle por la teniente Paola Cañiza, quien decidió llevarlo a la embarcación ya que en ese entonces desempeñaba sus funciones en dicha unidad, rápidamente el gato se ganó el cariño de los demás navegantes.

“Se lo bautizó como Barlo porque deriva de la palabra ‘barlovento’. Significa viento a favor y es un nombre en jerga marinera. La tripulación se encariñó con él y es considerado como pieza fundamental de esta embarcación. Él recibe alimentos y cuidados veterinarios”, señaló la guardiamarina Luz Recalde a LN. Agregó que el felino incluso formó parte de una expedición histórica para la Armada Paraguaya y viajó hasta Puerto Rosario para acompañar a los demás tripulantes.

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El gato fue bautizado como Barlo porque deriva de la palabra “barlovento”. Foto: Armada Paraguaya

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