Agustín Cabrera, el padre del recién nacido fallecido, contó la peripecia que pasó junto con su pareja Romina Viveros desde que ingresaron al hospital de Capiatá, procedentes de Carapeguá. Habló de presunta negligencia médica porque no le comunicaron que el bebé estaba mal y que precisaba con urgencia terapia intensiva.

El joven papá relató que llegaron al centro asistencial alrededor de las 17:00 del martes 18 de abril, y su esposa ya se encontraba con contracciones. Sin embargo, la mujer no fue asistida inmediatamente, pese a que el parto era inminente.

“Llegamos y mi señora ya no podía con el dolor. Y ellos le hicieron esperar. Nosotros trajimos solo la ecografía y prácticamente por eso seguramente tardaron en atenderla”, señaló a C9N.

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Afirmó que en lugar de admitirla como paciente, los médicos le hicieron caminar en el pasillo del nosocomio. “Caminá por ahí le dijeron para que se dilate. Le hicieron caminar 40 minutos aproximadamente. Y después no aguantó más y entramos otra vez donde estaban los médicos. Y ahí le hicieron acostar, pero nuevamente le hicieron esperar en la cama”, refirió.

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Agustín Cabrera, el padre del recién nacido fallecido. Foto: Captura de vídeo.

Con mucho dolor

Según Cabrera, su esposa estaba con mucho dolor pero nuevamente esperó acostada 30 minutos para ser atendida por los profesionales. “Se perdió mucho tiempo. Mi hijo se hubiese salvado si se hubiese hecho bien las cosas”, lamentó.

El padre de la criatura denunció presunta negligencia de los profesionales de la salud, porque según manifestó nadie le informó que el bebé nació con complicaciones. Se enteró de la gravedad del cuadro de manera tardía y en medio de la desesperación tomó su motocicleta y deambuló por los hospitales cercanos a buscar un lugar en terapia intensiva para su bebé.

“A mí me ocultaron todo. Yo supe que nació mi hijo, pero no supe que nació con problemas, que necesitaba terapia. A mí no me avisaron nada, hasta que se cansaron porque yo insistía mucho y a las doce de la noche me dijeron que el bebé estaba luchando por su vida y que necesitaba terapia con suma urgencia. Y no había terapia en ningún lado”, expresó.

Al tomar conocimiento de la gravedad del cuadro de la criatura, Cabrera recurrió a familiares y otros contactos personales, pero no pudo conseguir un lugar para su bebé en un hospital público. En el privado le pidieron 80 millones para ingresar al recién nacido, conforme expresó.

“Yo salí con mi moto y con mi hermano a buscar lugar en los hospitales. Me dijeron que el hospital es el que tiene que tramitar todo y no yo. En ese ínterin, mi sobrina llamó para avisar que el bebé estaba convulsionando. Y cuando llegamos acá ya había fallecido”, finalizó.

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