Dar un diagnóstico de cáncer no solo deja devastada a la persona que lo padece, sino además a todo el entorno. Debido a las pésimas condiciones de la salud pública en nuestro país, muchas veces la palabra cáncer es sinónimo de muerte. Pero no siempre debe ser así y prueba de ello es la historia de doña Ricarda Gómez.

Con fe, constancia, fuerza de voluntad y cumpliendo al pie de la letra el tratamiento hizo posible que hoy viernes 21 de octubre doña Ricarda Gómez, de 67 años, sea testigo de que pudo superar al cáncer. Contenta y rodeada de los abrazos de su familia, se despidió este mediodía del Instituto Nacional del Cáncer (Incan), ubicado en Capiatá, tras su última quimioterapia, luego de dos años de tratarse contra esta temible enfermedad.

En octubre del 2020, en plena pandemia, doña Ricarda empezó a sentir dolores y molestias en la zona del cuello, acudió a controles médicos y allí le detectaron un tipo de cáncer conocido como sarcoma de Ewing en la parte del cuello. Para la familia, el mundo se vino abajo, sin embargo, ella se armó de fe y encaró la quimioterapia con plena confianza de que todo saldría bien y, así fue, ya que logró hacer retroceder la enfermedad tras 17 sesiones de quimioterapia y 27 de radioterapia.

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El sarcoma de Ewing es un tipo raro de cáncer que se produce en los huesos o en el tejido blando, alrededor de los huesos. Los signos y síntomas del sarcoma de Ewing incluyen hinchazón y dolor cerca del tumor, puede propagarse desde donde comenzó a otras zonas, lo que dificulta el tratamiento y la recuperación, se propaga con mayor frecuencia a los pulmones y a otros huesos, como ocurrió con doña Ricarda, pero que finalmente pudo lograr la remisión.

“El sarcoma de Ewing le afectó principalmente en la zona del cuello, afectó todo su cuello, desvió su tráquea y tuvo metástasis en los pulmones. Ella tuvo su última quimioterapia hoy viernes, completando las 17 sesiones, sumadas a las 27 de radioterapia. No obstante, en noviembre y diciembre vamos a volver al Incan para controles de rutina, se le debe hacer tomografías, pero en la última tomografía ya salió que solamente quedaba un residuo y en los pulmones desapareció”, dijo Nancy Cabañas Gómez, hija de doña Ricarda, en comunicación con La Nación/Nación Media.

Con alegría, abrazos y festejo, Gómez se despidió del INCAN y de los profesionales que la asistieron durante todo este tiempo. Foto: Gentileza.

Las sesiones de quimioterapia fueron tanto ambulatorias como con internaciones, Cabañas reconoció que la quimioterapia con internación fue muy difícil para su mamá, quien durante este tiempo no podía caminar, mucho menos hablar o consumir alimentos sólidos. Al verla así, sus familiares ya creían que ella no saldría de esta. Sin embargo, doña Cuca, como la conocen en Capiatá, les demostró a todos que ese solo era un capítulo más de su vida que hoy continúa, mucho más interesante que antes.

“Hacer frente al cáncer fue muy difícil para ella, así como para nosotros, su familia. Su cuerpo respondía de muy mala manera al tratamiento, tuvo muchas recaídas, muchas transfusiones de sangre, casi le llevó la quimio internada, fue muy delicado. La vida de mamá es un milagro, yo la vi y dije que ya no salía de esta, pero verle así feliz, cocinando, regando sus plantas, puedo dar fe de que los milagros existen”, relató emocionada.

La última quimioterapia y el alta médico es la fecha de celebración más importante en el calendario de quienes padecen el cáncer y de toda su familia. Foto: Gentileza.

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